jueves, 13 de noviembre de 2014

Capítulo XXX: La Gran Mortandad



Capítulo XXX: La Gran Mortandad.


 Sea bienvenido el gentil lector. A bordo de estas líneas le propongo incorporarse / continuar con el viaje que este blog sigue a través de la historia de la vida en el planeta Tierra, y cuyo objetivo es relatar la cadena de acontecimientos a la que debemos nuestra actual existencia. Como nuestra imaginación es una herramienta muy poderosa le propongo subir a mi Máquina del Tiempo Imaginaria y acompañarme unos 252 millones de años atrás en el tiempo. Lo que nos espera allí es una historia tremenda, dura e inquietante, pero fundamental para entender nuestro más remoto pasado, y quien sabe, tal vez también para preocuparnos por nuestro futuro.

 Si sigue leyendo es porque ha aceptado el viaje. ¡Viajemos pues! Hace 252 millones de años nos encontramos justo en la frontera que separa los periodos geológicos conocidos como el Pérmico y el Triásico. Para que el lector pueda visualizarlo y situarse, le dejo a continuación la siguiente tabla que he tomado prestada de la Wikipedia y a la que he añadido unas necesarias anotaciones:

EónEraPeríodoÉpocaMillones años
Fanerozoico
(hay dos anteriores)
CenozoicoCuaternarioHoloceno (AHORA)0,011784
Pleistoceno2,588
NeógenoPlioceno5,332
Mioceno23,03
PaleógenoOligoceno33,9 ±0,1
Eoceno55,8 ±0,2
Paleoceno65,5 ±0,3
MesozoicoCretáceo145,5 ±4,0
Jurásico199,6 ±0,6
Triásico251,0 ±0,4
PaleozoicoPérmico (auge de los reptiles mamiferoides, clima árido)299,0 ±0,8
Carbonífero (colonización activa del medio terrestre, frondosas selvas e insectos gigantes)Pensilvaniense318,1 ±1,3
Misisipiense359,2 ±2,5
Devónico (era de los peces, escorpiones marinos gigantes, primeros anfibios)416.0 ±2,8
Silúrico (primeros insectos y plantas terrestres)443,7 ±1,5
Ordovícico (primeros peces, grandes moluscos)488,3 ±1,7
Cámbrico (explosión de la vida compleja)542,0 ±1,0



 El mundo sobre el cual flotamos desde nuestra Máquina del Tiempo Imaginaria no nos resulta muy reconocible. Todas las masas terrestres se hayan concentradas en un supercontinente llamado Pangea que envuelve parcialmente al conocido como mar de Tetis y que a su vez se encuentra rodeado por Pantalasa, el inmenso océano global. Pero como más vale una imagen que mil palabras, mejor les dejo un mapa (también tomado de la Wikipedia y que he aclarado con algunas claves):




 Por hacer un breve repaso acerca de los acontecimientos ocurridos en la Tierra hasta el momento, tenemos que la vida, tras aparecer misteriosamente en el mar y alcanzar elevados niveles de complejidad pluricelular (en lo cual se invertirán cosa así de unos tres mil millones de años) ha adquirido en el Pérmico un aspecto ya relativamente moderno. En el mar los peces óseos con espinas (comunes hoy en las pescaderías) son ya mayoritarios, siendo depredados por tiburones que no han cambiado mucho desde entonces. No obstante estos animales aún se codean con otras criaturas ancestrales hoy extintas y de las que ya hablaremos. Sobre la tierra firme (que solo lleva colonizada poco más de cien millones de años) las plantas con semilla han conseguido prosperar en un clima cada vez más árido y además algunos anfibios han evolucionado para dar lugar al grupo de los reptiles, los cuales se han diversificado con gran éxito en numerosas ramas. Una de ellas, la de los reptiles mamiferoides (parecidos a mamíferos) es la que más ha triunfado de todas y la que además porta la antorcha del futuro desarrollo de los verdaderos mamíferos, es decir, de nuestro linaje. 


Lycosuchus, un terápsido terocefálido, es decir, un reptil mamimeroide. 


 Tampoco debemos de olvidar a los primeros animales en poner sus muchas y articuladas patas sobre la tierra firme, los artrópodos; de entre sus filas los ancestros de las modernas cucarachas son los que más diversificación tendrán, aunque también encontramos libélulas, ciempiés, escorpiones y muchos más.

 En definitiva a finales del Pérmico todo parecía marchar viento en popa, y sin embargo en realidad la vida compleja se hallaba al borde del desastre, de la aniquilación total.

 Activamos los mandos de nuestra Máquina del Tiempo Imaginaria y descendemos sobre el planeta Tierra hace unos 251 millones de años, justo a principios del periodo Triásico (véase tabla).

 El Triásico es el primer periodo de los tres que componen la Era Mesozoica, también conocida como “la Era de los Dinosaurios”, por eso no podemos ocultar la expectación al abandonar nuestra máquina y correr hacia el exterior. Nos hallamos en una planicie desértica, sin atisbo de vida ni vegetación. ¿Nos toparemos con algún antepasado de los dinosaurios, puede que incluso con un dinosaurio primitivo? Pues no, no encontramos nada. Ni plantas, ni animales, ni insectos, ni nada. Pensamos que hemos tenido mala suerte al escoger el lugar de aterrizaje y con el poder de nuestra imaginación nos movemos a otro sitio, planeando sobre una superficie que miremos donde miremos nos parece árida y desolada. Aquí y allá vemos esqueletos de grandes reptiles mamiferoides que se nos antojan una especie de híbridos entre bueyes y lagartos.

Cráneo de un reptil mamiferoide en medio del desolado paisaje que encontramos a principios del Triásico.



   En algunos lugares las aglomeraciones de restos óseos alcanzan proporciones inquietantes. “¿Que catástrofe ha matado a todas esas criaturas?” nos preguntamos. También encontramos vestigios de lo que en otro tiempo fueran bosques, pero que ahora solo son resecos amontonamientos de restos de árboles que llevan ya bastante tiempo muertos. El único rastro de vida que hallamos son algunas plantas bajas aquí y allá, pero nada más. Sentimos el peso de un terrible y ensordecedor silencio, solo roto por esporádicas ráfagas de aire que remueven el polvoriento suelo y añaden un componente aún más sórdido al paisaje pos-apocalíptico que se extiende a nuestro alrededor. Es evidente que algo malo, algo muy malo ha ocurrido en nuestro planeta, pero... ¿el qué?

   Consultamos la base de datos de la computadora de nuestra Máquina del Tiempo Imaginaria y nos informa de que nos encontramos justo en los momentos posteriores al evento conocido como “la éxtinción másiva del Pérmico-Triásico”. “La Gran Mortandad” para los amigos. Como su nombre indica es la peor extinción que se haya abatido nunca sobre la vida en la Tierra y casi acaba con todos los organismos complejos tales como plantas y animales. Los datos son sobrecogedores:

  •  Sobre la tierra el 70 % de las especies de vertebrados desaparecen.
  •  En el mar la cosa va mucho peor y el 96 % de todas las especies son barridas de un plumazo.
  •   En cómputos generales, se extinguen el 57 % de todas las familias de seres vivos que hasta ese momento habitaban sobre la Tierra.

  Vale la pena desgranar este último dato. Tenga en cuenta el lector que cada familia engloba a varios géneros. Por ejemplo, nosotros pertenecemos al género homo (humano), aunque en nuestra familia, la de los homínidos, también están incluidos los gorilas y los chimpancés entre otros. Si el lector se hace la evidente pregunta de “¿pero entonces cuantos géneros desaparecieron durante la Gran Mortandad?” la respuesta es: aproximadamente el 83% de todos ellos. Sin embargo tampoco debe de perder de vista el lector que en un mismo género pueden encontrarse varias especies, y si no piense por ejemplo en el género “Canis” que incluye a todas las especies de lobos y a todas las razas de perros conocidas (en el pasado también hubo varias especies dentro del género homo, aunque por distintas razones solo hemos sobrevivido nosotros). Y ahora la última pregunta es obligada: ¿Cuantas especies sucumbieron durante la Gran Mortandad para nunca más volver a corretear, nadar, volar, escavar o arrastrarse por nuestro planeta? Aproximadamente el 90 %.


  Escalofriante. Es de hecho la única ocasión en la cual hasta los insectos han sido golpeados por una extinción en masa; incluso sus versátiles y resistentes filas fueron diezmadas.

  Llegados a este punto no podemos menos que intentar encontrar al culpable de toda esta destrucción. Así que le propongo al lector que, aparte de hacer de viajero del tiempo imaginario conmigo, por unos instantes nos convirtamos también en detectives y tratemos de hallar al criminal responsable de tan terrible apocalípsis.

La primera pista nos la da el siguiente hecho: las cosas fueron mucho peor en el mar que en la tierra, es decir, que sucediera lo que sucediera tuvo un fuerte impacto sobre el agua. Sumerjámonos pues bajo las olas y analicemos el escenario del crimen.

¿Quienes han sido las principales victimas? ¿Que tienen en común entre ellas?

Veamos, han desaparecido la totalidad de:

        Los escorpiones marinos.


        Los trilobites.



     Los blastozoos, un tipo de erizo primitivo cubierto de una gruesa concha, al modo de una especie de nuez.


        Los placodermos, grandes peces acorazados.


      Los acantodios o tiburones espinosos, que en rigor no eran tiburones sino un tipo muy primitivo de peces provistos de espinas, a mitad de camino entre los peces óseos y los cartilaginosos.



Luego, sufren terribles bajas:


  ≈† Los amonites, esos conocidos cefalópodos provistos de conchas con formas espirales, ven desaparecer al 97% de sus miembros, rozando la extinción total.

Amonite.

    ≈† También se hallan al borde de la desaparición los braquiópodos, un tipo de molusco antaño muy común que cuenta con dos conchas de diferente forma (a diferencia de los modernos bibalvos, como los mejillones, cuyas dos conchas son simétricas). Caen el 96% de los braquiópodos y nunca se recuperaran del todo (véase nota 1).

Braquiópodos, hoy en día aún quedan unos pocos.


   ≈† Los radiolarios son un tipo de plancton que se caracteriza por producir bellos y microscópicos esqueletos minerales. Había muchos géneros, y desaparecieron el 99% de todos ellos.

Radiolarios. Solo un 1% sobrevivió.


  ≈† Los foramíniferos, un grupo de protistas, es decir, de eucariotas unicelulares cuya característica más notable es la de protegerse dentro de una especie de concha formada por varias estructuras globulares que permiten al organismo flotar en el agua como el plancton. Algunos viven sobre el lecho marino. El 97% de todos ellos fueron suprimidos por la ola de extinción.

Surtido de foraminímeros.


  ≈† Gasterópodos. La clase de los caracoles y las babosas, que en ese momento moraban principalmente en el mar. El 98% de todos sus miembros son eliminados.

 ¿Le gustan al lector esos documentales en los que un grupo de afortunados buceadores nada tranquilamente entre maravillosas agrupaciones de coloridos corales, rechonchas esponjas y anémonas de mar que agitan sus tentáculos en busca de alimento? Pertenecen a una clase de animales llamados “Antozoos”.

   ≈† Desaparecen el 96% de todos los Antozoos.

Bien, es suficiente. Hubo más “victimas”, pero con estos datos podemos acotar ya el perfil preferido por nuestro “asesino”. Casi todos los grupos que son total o casi totalmente fulminados tienen al menos una de las siguientes dos características en común, y en el mayor de los casos ambas:

  • Fabrican sus esqueletos, exoesqueletos o caparazones con un mineral denominado carbonato cálcico.
  • Poseen sistemas respiratorios y cardiovasculares relativamente poco sofisticados. 

 Las más llamativas excepciones son las de los grupos de peces desaparecidos: los “tiburones espinosos” y los “peces acorazados” o placodermos. Sin embargo los podemos dejar de lado al ser depredadores y depender para su supervivencia de la existencia de otros animales. Algo parecido ocurre con los escorpiones marinos, salvo que además al ser artrópodos su sistema respiratorio era mucho menos avanzado que el de los vertebrados y por lo tanto eran más vulnerables a entornos con poco oxígeno. De modo similar podemos tratar a los trilobites, quienes en cualquier caso ya estaban en decadencia.

  Así pues, fuera lo que fuera lo que sucedió debió de impedir la formación por parte de los seres vivos de estructuras de carbonato cálcico y además reducir las concentraciones de oxígeno en el agua, fenómeno conocido como hypoxia. Dicho de otro modo: algo envenenó los mares y océanos. ¿El culpable? El candidato que se ha propuesto como el más probable es el dióxido de carbono, hoy tan renombrado por ser profusamente emitido por nuestros coches y fábricas y tratarse uno de los principales responsables del cambio climático.

  El dióxido de carbono es 28 veces más soluble en el agua que el oxígeno, transformándose en ácido carbónico al disolverse, así que parece ser que una alta concentración de sus niveles en la atmósfera pudo provocar una desastrosa acidificación de mares y océanos, creando zonas de hypoxia y además boicoteando las condiciones necesarias para poder producir carbonato cálcico. La mayoría de los animales marinos a los cuales nos hemos referido antes se aprovechan de un proceso denominado calcificación para construir las partes duras de sus cuerpos (caparazones, conchas, etc...) a base de carbonato cálcico, proceso que depende de unos ciertos equilibrios químicos que pueden ser alterados por un exceso de ácido carbónico en el agua (véase nota 2). Además, los animales marinos son mucho menos tolerantes al dióxido de carbono que los terrestres. Por si fuera poco, al igual que ocurre hoy en día, el dióxido de carbono causó un excesivo efecto invernadero que pudo elevar la temperatura del planeta en hasta 5º C. Puede parecerle poco al lector, pero en realidad es suficiente para desestabilizar ecosistemas enteros. Por ejemplo el agua caliente contiene menos oxígeno, lo cual agravaría las situaciones de hypoxia, alterando también el proceso de calcificación.


En la gráfica (a) observamos el estrés biológico provocado por una baja concentración de oxígeno, en la gráfica (b) se observa los distintos niveles de tolerancia a la temperatura de cada grupo. Fuente: http://nsr.oxfordjournals.org/content/1/3/326.full





  Pero... ¿Es suficiente únicamente un incremento del dióxido de carbono en la atmósfera para causar tanta destrucción? ¿Y cómo se produjo? (recordemos que aún no existían ni coches ni fábricas).

 Para seguir investigando la identidad de nuestro criminal, regresemos a la árida y devastada superficie.

 Allí los más golpeados han sido los tetrápodos, es decir, los vertebrados terrestres. Dos tercios de todas sus familias han sido cercenadas del árbol de la vida. El tercio superviviente lo componen los animales más versátiles:


  ■  Algunos anfibios. Sin embargo nunca volverían a gozar del éxito y la diversidad de antaño.

   ■  Algunos Parareptiles. Su nombre significa “al lado de los reptiles” y hoy en día sus únicos representantes son las tortugas, aunque originalmente hubo más géneros supervivientes a la Gran Mortandad, que no obstante barrió a muchos de sus miembros.

Hypsognathus, un tipo de parareptil triásico.


   ■  Los Arcosauromorfos. Su nombre significa "Forma de lagarto dominante". Aunque al lector le suene a chino, son los antepasados de los arcosaurios (lagartos dominantes). Sospecho que este último término tampoco le será de mucha ayuda, pero si añado que entre el grupo de los arcosaurios evolucionarán criaturas como los cocodrilos, los dinosaurios y las aves tal vez su perspectiva se aclare un poco (en capítulos posteriores se hablará bastante de los arcosaurios, a ellos me remito) 


Tres subórdenes de reptiles mamiferoides (de los muchos que hubo):

  •    Dicinodontos: Criaturas herbívoras de pequeña talla un poco rechonchas y provistas de "dos dientes de perro" (eso significa su nombre) eso es, dos colmillos, presumiblemente para desenterrar tubérculos o raíces. Muy adaptables y eficaces, lograron coexistir con los dinosaurios hasta prácticamente el final.

Placerias, un simpático dicinodonte. Recomiendo la página de la cual he tomado la imagen: http://critters.pixel-shack.com/GalleryP.htm


  •  Therocephalia: "Con cabeza de bestia". Una suerte de carnívoros de mediana talla con una vaga apariencia algo así como de perro primitivo. Algunos contaban ya con pelo y bigotes a pesar de no ser aún mamíferos verdaderos. Sobrevivieron muy pocos de ellos y solo aguantaron hasta mediados del Triásico ante la competencia de los otros dos grupos.

Es muy improbable, pero si alguna vez un therocephalo viaja en el tiempo y aparece en el pasillo de su casa, corra. (fotograma de la serie "Primeval").

  •  Cinodontos: Los reptiles mamiferoides más avanzados y exitosos de todos, antepasados directos de los mamíferos verdaderos. También eran carnívoros y hoy en día también nos recordarían a una especie de perro algo extraño y tosco.

Cinodonto.



  Estos fueron los elegidos para sobrevivir, pero incluso sus filas fueron severamente mermadas. Todo el resto de tetrápodos desaparecieron. En general todos aquellos vertebrados grandes y de hábitos un poco especializados fueron barridos de la faz de la tierra: grandes herbívoros, poderosos depredadores de enormes colmillos, criaturas con llamativas velas dorsales, etc...  Solo las especies "oportunistas" capaces de apañar tanto un roto como un descosido sobrevivieron (en inglés se los conoce como “disaster taxa”).

  Estudiando los fósiles de los tetrápodos de la época se ha podido descubrir la existencia de tres pulsos consecutivos de extinción, tres duros golpes que sufrió la vida terrestre en el lapso aproximado de unos 20 millones de años. Muchos animales lograron sobrevivir malamente a cada uno de los pulsos solo para sucumbir en el siguiente.


CLAVE: Eje vertical: número de familias de tetrápodos, eje horizontal: millones de años antes de la actualidad junto a las siglas de las edades del periodo (Pérmico: [...] Artiense, Kunguriense, Roardiense, Wordiense, Capitaniense, Wuchiapingiense y Changhsingiense; Triásico: Induense, Olenekiense, Anisiense, Ladiniense y Carniense [...]).  
(1) Extinción de Olson,
(2) Evento del Guadalupiense (era que abarca las edades R., W. y Ca)
(3) Evento final del Pérmico. Duró unos 200.000 años.
Fuente: 
http://rspb.royalsocietypublishing.org/content/275/1636/759.full


      La Extinción de Olson erradicó ya de salida a 2/3 de los tetrápodos, experimentando su número algunos altibajos para luego volver a recuperarse drásticamente. Esto se debió sin duda a los supervivientes oportunistas, quienes no perdieron el tiempo a la hora aprovecharse de los nichos ecológicos que habían quedado vacantes. El Evento del Guadalupiense supone un nuevo revés, sin embargo las diferentes familias de tetrápodos lo superan y siguen recuperándose, solo para ser inesperadamente devastadas por el Evento Final del Pérmico, que en apenas 200.000 años sembró la destrucción entre sus filas. De nuevo los supervivientes reiniciarán una "carrera por la repoblación", sin embargo el duro estrés sufrido por el ecosistema hará que vuelva a colapsar a principios del Triásico, aunque de modo mucho menos dramático.


  Dejando de lado a los vertebrados con cuatro patas, también fueron eliminados hasta ocho ordenes de insectos, el más notorio de ellos el superorden "Paleodictyopterida". Los paleodictiopteroideos (no, mejor no intente pronunciarlo) fueron quizá los primeros animales herbívoros en poblar la tierra, siendo su principal característica cinco estiletes bucales que imaginamos que usarían para sorber la sabia de las plantas (supongo yo, no he cotejado el dato). Paleodictyopterida incluía al 50% de todos los grupos de insectos de la época y su larga historia terminó abruptamente aquí, en la Gran Mortandad.


Paleodictyopterido típico.


 Y hablando de plantas... ¿Que ha ocurrido con el mundo vegetal?

 Tampoco ha permanecido impune. Encontramos que la mayor parte de los bosques de gimnospermas (los árboles más avanzados de la época, sin flores y con semillas desnudas como los actuales pinos) han perecido. El 50% de las especies vegetales se perdieron para siempre. Glossopteris, uno de los primeros géneros de árboles con semilla en aparecer sobre la tierra y que había protagonizado un gran éxito hasta el momento, desapareció junto con algunos otros géneros similares. 


Doblaron también las campanas para árboles como Glossopteris.


  En el ínterin, las plantas herbáceas, sobre todo musgos y licopodios, aguantaron y mantuvieron el tipo durante la denominada “fase de supervivencia”, soportando lo peor del evento de extinción y cumpliendo un importante papel al evitar la erosión del suelo antes de que los bosques pudieran volver a recuperarse y re-ocupar su antiguo papel.

Licopodios, arcaicas plantas vasculares sin semilla.

 Clave: En gris claro dominan las citadas especies de licopodios (plantas vasculares muy primitivas así como de  briofitas (ancestrales plantas no vasculares que crecen a ras de suelo). En gris oscuro dominan las citadas especies de coníferas (árboles gimnospermos). Puede apreciarse el periodo de supervivencia en el cual los bosques retroceden y licopodios y briofitas se hacen con el cotarro hasta que la tierra pueda volver a reforestarse.

  Con ánimo de liar aún más la madeja (por si no lo estaba ya lo suficiente), encontramos que la caída en la biodiversidad vegetal no coincide exactamente con las extinciones en el mar ni tampoco con las de la fauna terrestre, sino que lo hace con retraso. De alguna manera que todavía no entendemos muy bien el mundo vegetal logró soportar los primeros embates de la catástrofe que asolo el planeta solo para quedar desestabilizado (junto a todo el resto del ecosistema) y caer poco después. En un artículo del PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) que cito en la nota 3 se habla de una “deuda de extinción”, es decir, un primer pulso de extinción habría desestabilizado el sistema, sobreviviendo y prosperando todos aquellos géneros oportunistas (véase nota 4) que pueden adaptarse a diferentes entornos y recursos y capear de alguna manera el temporal. Un tiempo después el ecosistema se habría “cobrado su deuda” cuando todos esos géneros oportunistas compitieran sin control unos con otros hasta que el estrés ecológico resultante hiciera que todo volviera a desplomarse. Se sospecha que algo así pudo pasar con las plantas, y también con los animales cuando estos empezaron a recuperarse solo para después enfrentarse con una “crisis de oportunistas” (cómo veíamos en la gráfica de extinción de los tetrápodos y se volverá a estudiar en el siguiente capítulo).

  Bien, una vez que hemos recuperado todos estos datos podemos hacer ya una breve ficha de los logros alcanzados por nuestro catastrófico culpable:

  •  Causó la acidificación y disminución del oxígeno en los océanos, aniquilando a la mayor parte de la vida marina compleja.
  •  Acabó con dos tercios de los animales tetrápodos dominantes sobre la tierra, así como con al menos ocho géneros de insectos.
  •  Provocó, aunque con retraso, la extinción de diferentes géneros vegetales así como una reducción significativa de los bosques, que fueron sustituidos por varios géneros de primitivas plantas de suelo oportunistas. 
     
  •  Fuera cual fuera la catástrofe sus efectos se alargaron durante al menos 20 millones de años con al menos tres pulsos principales de extinción, el peor de todos el último, que duró unos 200.000 años.

 ¿Y bien? Tras un riguroso análisis, los especialistas que han estudiado este asunto han hallado no uno, sino varios sospechosos. Encarémoslos.

  •  Sospechoso #1: Las Traps Siberianas. Las Traps o escaleras siberianas constituye un enorme área de origen volcánico que ocupa hoy en día una gran parte de la moderna región rusa de Siberia. Se originó a causa de una cadena de devastadoras erupciones volcánicas que cubrieron de lava basáltica una superficie de aproximadamente 2 millones de km², equivalente a la superficie de toda Europa Occidental (España por ejemplo tiene una superficie de 504.645 km²). Se estima que la lava vertida sobre la tierra pudo rondar entre uno y cuatro millones de km³. El dióxido de carbono así como los diversos gases tóxicos inyectados en la atmósfera habrían generado un descontrolado efecto invernadero, envenenado además los mares y en definitiva provocado toda una serie de vaivenes climáticos que gradualmente habrían machacado la biosfera planetaria. Esta teoría se corresponde relativamente bien con los hechos que hemos descritos, pero... ¿bastó para casi destruir por completo la vida compleja en la Tierra? ¿Acaso la vida no tuvo tiempo de adaptarse a las erupciones, las cuales tuvieron lugar a lo largo de varios millones de años?

  •  Sospechoso #2: Un gran meteorito. El clásico e inoportuno meteorito, que habría golpeado nuestro planeta incinerando gran parte de su superficie y llenando su atmósfera de humo y escombros, provocando posteriormente una suerte de “invierno nuclear” (véase nota 5). Como pruebas tenemos el “Crater de la Tierra de Wilkes”, un cráter de impacto de unos 450 km de diámetro descubierto a unos 1.500 metros bajo el hielo de la Antártida, cuya datación parece coincidir con la de los acontecimientos que estamos estudiando. Además, en estratos de la misma época se han descubierto partículas de “cuarzo chocado”, mineral que se forma bajo condiciones de temperatura y presión realmente extremas y que suele asociarse con acontecimientos tales como explosiones nucleares o precisamente impactos de meteoritos. También en estratos de la época aparecen ciertos fullerenos (formas del carbono) en las cuales quedaron atrapados argón y helio, dos gases nobles que serían más o menos normales si su ratio isotópico no se correspondiera con la composición de ciertos meteoritos carbonosos llamados condritas. El problema de esta teoría reside en el hecho de que el evento de extinción que estamos estudiando no tuvo lugar de un día para otro, sino que como hemos visto se alargó en el tiempo, abarcando un lapso de hasta 20 millones de años con varias recuperaciones y recaídas.



  • Sospechoso # 3: El fusil de clatratos. Según Wikipedia “el clatrato de metano, también conocido como hidrato de metano, es un sólido formado a partir de agua que contiene una gran cantidad de metano dentro de su estructura cristalina. Estos se habrían formado por el arrastre de material vegetal particulado, como aporte a ríos y luego a los océanos. Se han encontrado depósitos extremadamente grandes de clatrato de metano bajo los sedimentos de los fondos oceánicos de la Tierra”. Al parecer estos depósitos pueden llegar a ser muy grandes y cualquier cambio en la temperatura o presión en su entorno pueden provocar la sublimación y liberación repentina del contenido de uno de ellos (a modo de una gigantesca detonación, de ahí el nombre de la teoría), lo cual podría causar una señora catástrofe climática. Recordemos que el poder como gas de efecto invernadero del metano es veintitrés veces superior al del dióxido de carbono. También puede haber grandes depósitos durmientes de metano bajo el permafrost, el suelo helado de las regiones cercanas a los casquetes polares, que al deshelarse y liberarse vendrían a empeorar la situación. No obstante, de momento la única evidencia de esta teoría es una relativamente alta concentración de C¹² en los registros geológicos de la época, isótopo que estaría asociado al hidrato de metano. Además, algunos especialistas cuestionan que realmente sea tan fácil provocar un “disparo de clatratos”.
Metano brotando del fondo oceánico. Fuente: http://www.madrimasd.org/blogs/universo/2009/11/02/127958


  • Sospechoso # 4: Bacterias anaerobias de los fondos oceánicos. En las más recónditas profundidades del océano y también de algunos lagos ocurre a veces que las aguas pierden todo su oxígeno, lo cual supone una oportunidad para prosperar que las bacterias anaerobias (aquellas que no necesitan oxígeno para vivir), no suelen desaprovechar. Muchas de estas bacterias, como las bacterias verdes del azufre, producen un compuesto gaseoso conocido como sulfuro de hidrógeno a modo de desecho. Entre las virtudes del sulfuro de hidrógeno esta la de ser bastante tóxico para el resto de los seres vivos y por si no bastase con ello también la de destruir el ozono una vez que alcanza las capas más altas de la atmósfera. En la actualidad ciertos puntos de nuestros lagos y océanos reciben el nombre de “zonas muertas”. Como su nombre indica son lugares en los que la concentración de oxígeno ha caído hasta el punto de provocar la muerte de todas las formas de vida que necesitan de este gas para respirar. En la mayor parte de los casos son las bacterias anaerobias quienes están detrás del proceso, y lo que es peor, nosotros somos quienes a su vez estamos detrás de las bacterias: muchos de los productos químicos residuales que vertemos en mares y lagos son algo así como una ”poción mágica” para las bacterias anaerobias, provocando su multiplicación descontrolada y la aniquilación de ecosistemas lacustres o marítimos enteros (véase nota 6). No obstante se tiene constancia de la existencia de zonas muertas anteriores a la aparición del ser humano. ¿Que otros factores no humanos pueden causarlas? Fenómenos volcánicos, cambios en las corrientes o temperaturas oceánicas, etc. Si hacia el final del Pérmico se hubiera provocado por cualquier motivo una especie de “zona muerta global” en los océanos terrestres debido a bacterias anaerobias productoras de sulfuro de hidrógeno, no solo hubieran sucumbido las criaturas marinas envenenadas y asfixiadas, pues el fatídico gas también habría saboteado la capa de ozono ocasionando niveles intolerables de rayos UV sobre la tierra. No obstante no queda del todo claro como se habría podido desencadenar algo tan terrible como una “zona muerta global” y como la biosfera habría podido escapar luego del apuro.
Zona Muerta en el Golfo de México.



 Llegados a este punto metámonos en el papel de Hercule Poirot, el genial detective belga ideado por Agatha Christie, y pasemos de nuevo revista a nuestra lista de sospechosos para tratar de localizar al fin al culpable. Volcanes, meteorito asesino, liberación masiva de metano en la atmósfera, bacterias descontroladas... todos ellos tuvieron la oportunidad y los medios para provocar la catástrofe que asoló la vida sobre nuestro planeta, ¿Pero qué fenómeno fue realmente el responsable? Por separado todos nos parecen o bien insuficientes, o no terminan de encajar con los datos o nos plantean preguntas de difícil respuesta. Pero...


¿Y si actuaron todos ellos juntos?

 Esta atrevida hipótesis se conoce por motivos obvios como “La teoría del asesinato en el Orient Express” y vendría a enunciarse más o menos del siguiente modo:

 Un meteorito habría caído en lo que hoy es la Antártida, provocando un auténtico apocalipsis global al incinerar buena parte del planeta y sembrar la atmósfera de polvo y escombros, bloqueando la luz solar y provocando un terrible invierno. 
En rojo el "Crater de la Tierra de Wilkes", lugar del impacto.
 Pero ello habría sido solo el principio. Las ondas sísmicas, transmitidas violentamente a través de la superficie e interior del planeta habrían convergido justo en las antípodas del planeta... ¿donde? ¡En Siberia! Allí habrían provocado una erupción volcánica de proporciones monstruosas que se habría prolongado durante millones de años, llenando la tierra de materiales tóxicos y volviendo a calentar el clima al inyectar grandes cantidades de dióxido de carbono en la atmósfera y sobrealimentar el efecto invernadero. Claro que dicho efecto invernadero se habría alimentado demasiado, caldeando más de lo debido la superficie terrestre. La temperatura en los océanos se habría elevado peligrosamente, a la vez que hubiera aumentado la concentración de compuestos tóxicos derivados del vulcanismo (por ejemplo el exceso de dióxido de carbono, que habría acidificado los mares). Tales acontecimientos habrían accionado el gatillo del fusil de clatratos llenando la atmósfera de metano, lo cual ya habría terminado por descontrolar del todo el efecto invernadero y el calentamiento global. Las temperaturas en el océano habrían llegado a alcanzar los 40º C, intolerables para la mayor parte de las formas de vida de la época. Sin embargo las bacterias anaerobias habrían hecho su agosto, puestas a tono gracias al calorcillo y a los deliciosos compuestos químicos que habrían caído en el mar, con lo cual el número de “zonas muertas” habría crecido exponencialmente. Por rematar la jugada, el sulfuro de hidrógeno excretado por nuestras queridas bacterias (que se habrían cagado en todas las demás formas de vida, literalmente además) habría llegado hasta las capas altas de la atmósfera mermando la capa de ozono y ocasionando niveles peligrosamente altos de rayos UV sobre la superficie de la Tierra. En definitiva, estaríamos ante la catástrofe definitiva, la madre de todos los cataclismos, la tormenta perfecta de los desastres, algo tan terrible que incluso los seres humanos lo tenemos difícil para superarlo (aunque estamos poniendo empeño en ello, eso no se puede negar). Lentamente, al cesar las erupciones, limpiarse la atmósfera, restituirse su balance de gases, etc, de alguna asombrosa manera todo habría vuelto a la normalidad, no sin antes haber desaparecido el 90% de todas las especies del planeta.

 Esta reconstrucción de los hechos es mera especulación. Hoy por hoy las Traps Siberianas son realmente el sospechoso favorito de la mayor parte de los investigadores, aunque en general parece claro que el estrés medioambiental que sufrieron los ecosistemas de la época y que finalmente provocó su desplome no tuvo porque ser necesariamente causado por un factor en concreto, sino probablemente por una sucesión de ellos a lo largo de un más o menos dilatado periodo de tiempo.

 Al contrario que en la mayoría de las películas, el culpable y los detalles concretos de este “crimen” puede que nunca queden al descubierto. Mientras tanto el caso queda abierto. Eso sí, la moraleja esta clara: todo lo que han leído en este capítulo puede ocurrirnos a nosotros. Como muestra el número de zonas muertas en los océanos no ha hecho sino aumentar en los últimos 50 años, por no mencionar que el calentamiento global podría disparar un fusil de clatratos, y ya ni pensemos en los asteroides que de vez en cuando nos pasan rozando o en esos volcanes capaces de paralizar todo nuestro espacio aéreo solo con un simple eructo. No solo deberíamos de tener un mayor control sobre nuestras acciones, sino también mucha más humildad. A fin de al cabo la vida sobre la Tierra, pese a todas sus glorias, siempre anda de un modo u otro en la cuerda floja, nosotros incluidos.

 Volviendo al Triásico, después de la Gran Mortandad la Tierra siguió girando y además con cierto número de supervivientes a bordo. ¿Cómo se repobló el planeta? ¿Y quienes fueron los protagonistas? La respuesta a esta y otras preguntas la encontrarán en el próximo capítulo, hasta entonces reciban los lectores un muy cordial saludo.




NOTAS:


Nota 1: Los braquiópodos son unos moluscos con concha que se diferencian de los bibalvos debido a la carácteristica de que en los primeros cada concha es distinta, mientras que en los últimos ambas conchas son iguales. Los braquiópodos cuentan tambien con un extraño pie que usan para sujetarse al fondo marino. Hoy en día los bivalvos (navajas, mejillones, ostras...) son mayoría, pero en otra época fue justo al revés.


Nota 2: El proceso de calcificación (no confundir con la calcificación de los huesos) depende del correcto balance de dos equilibrios químicos que cito a continuación:

HCO3 ¯ CO3 ² ¯ + H
Ca ² ⁺ + CO3 ² ¯ ↔ CaHCO3

Como se cita en la gráfica adjunta, el distinto nivel de acidificación del agua afecta a las concentraciones de los distintos componentes, alterando las probabilidades de pueda producirse la calcificación.
Para más información:




Nota 3: He aquí el enlace al referido artículo:







Nota 4: Los géneros oportunistas son animales o plantas de perfil generalista que ocupan los nichos ecológicos vacíos después de cualquier catástrofe. Por ejemplo, helechos y líquenes tras una devastación volcánica, o los pequeños mamíferos que llenaron la Tierra tras la desaparición de los dinosaurios. Se hablará más de ello en capítulos posteriores.

Nota 5: Tras una guerra nuclear, junto a la radiación, se especulara con que el polvo y el humo de los incendios ocultaría durante muchos años la luz del sol, provocando un prolongado y terrible invierno. Lo mismo podría ser provocado por un impacto meteórico o por una gran explosión volcánica.

Nota 6: Dicho fenómeno recibe el nombre de Eutrofización. Como el artículo de Wikipedia que trata sobre ello describe muy bien el fenómeno, me remito al mismo:




WEBGRAFÍA:


- Sobre los pulsos de extinción y la recuperación de los tetrápodos:




- Sobre la duración de la peor parte de la extinción, que tuvo lugar a lo largo de unos 200.000 años. 


- Sobre la acidificación:





- Acerca de la teoría del meteorito.



- Acerca de la teoría del fusil de clatratos.






- Muy Recomendable fotogalería:

http://critters.pixel-shack.com/GalleryP.htm