Capítulo XXX: La Gran Mortandad.
Sea bienvenido el gentil lector. A bordo de estas líneas le propongo incorporarse / continuar con el viaje que este blog sigue a través de la historia de la vida en el planeta Tierra, y cuyo objetivo es relatar la cadena de acontecimientos a la que debemos nuestra actual existencia. Como nuestra imaginación es una herramienta muy poderosa le propongo subir a mi Máquina del Tiempo Imaginaria y acompañarme unos 252 millones de años atrás en el tiempo. Lo que nos espera allí es una historia tremenda, dura e inquietante, pero fundamental para entender nuestro más remoto pasado, y quien sabe, tal vez también para preocuparnos por nuestro futuro.
Si sigue leyendo es porque ha aceptado el viaje. ¡Viajemos pues! Hace 252 millones de años nos encontramos justo en la frontera que separa los periodos geológicos conocidos como el Pérmico y el Triásico. Para que el lector pueda visualizarlo y situarse, le dejo a continuación la siguiente tabla que he tomado prestada de la Wikipedia y a la que he añadido unas necesarias anotaciones:
Eón | Era | Período | Época | Millones años |
---|---|---|---|---|
Fanerozoico (hay dos anteriores) | Cenozoico | Cuaternario | Holoceno (AHORA) | 0,011784 |
Pleistoceno | 2,588 | |||
Neógeno | Plioceno | 5,332 | ||
Mioceno | 23,03 | |||
Paleógeno | Oligoceno | 33,9 ±0,1 | ||
Eoceno | 55,8 ±0,2 | |||
Paleoceno | 65,5 ±0,3 | |||
Mesozoico | Cretáceo | 145,5 ±4,0 | ||
Jurásico | 199,6 ±0,6 | |||
Triásico | 251,0 ±0,4 | |||
Paleozoico | Pérmico (auge de los reptiles mamiferoides, clima árido) | 299,0 ±0,8 | ||
Carbonífero (colonización activa del medio terrestre, frondosas selvas e insectos gigantes) | Pensilvaniense | 318,1 ±1,3 | ||
Misisipiense | 359,2 ±2,5 | |||
Devónico (era de los peces, escorpiones marinos gigantes, primeros anfibios) | 416.0 ±2,8 | |||
Silúrico (primeros insectos y plantas terrestres) | 443,7 ±1,5 | |||
Ordovícico (primeros peces, grandes moluscos) | 488,3 ±1,7 | |||
Cámbrico (explosión de la vida compleja) | 542,0 ±1,0 |
El mundo sobre el cual flotamos desde nuestra Máquina del Tiempo Imaginaria no nos resulta muy reconocible. Todas las masas terrestres se hayan concentradas en un supercontinente llamado Pangea que envuelve parcialmente al conocido como mar de Tetis y que a su vez se encuentra rodeado por Pantalasa, el inmenso océano global. Pero como más vale una imagen que mil palabras, mejor les dejo un mapa (también tomado de la Wikipedia y que he aclarado con algunas claves):
Por
hacer un breve repaso acerca de los acontecimientos ocurridos en la
Tierra hasta el momento, tenemos que la vida, tras aparecer
misteriosamente en el mar y alcanzar elevados niveles de complejidad
pluricelular (en lo cual se invertirán cosa así de unos tres mil
millones de años) ha adquirido en el Pérmico un aspecto ya
relativamente moderno. En el mar los peces óseos con espinas
(comunes hoy en las pescaderías) son ya mayoritarios, siendo
depredados por tiburones que no han cambiado mucho desde entonces. No
obstante estos animales aún se codean con otras criaturas
ancestrales hoy extintas y de las que ya hablaremos. Sobre la tierra
firme (que solo lleva colonizada poco más de cien millones de años)
las plantas con semilla han conseguido prosperar en un clima cada vez
más árido y además algunos anfibios han evolucionado para dar
lugar al grupo de los reptiles, los cuales se han diversificado con
gran éxito en numerosas ramas. Una de ellas, la de los reptiles
mamiferoides (parecidos a mamíferos) es la que más ha triunfado de
todas y la que además porta la antorcha del futuro desarrollo de los
verdaderos mamíferos, es decir, de nuestro linaje.
Tampoco debemos de olvidar a los primeros animales en poner sus muchas y articuladas patas sobre la tierra firme, los artrópodos; de entre sus filas los ancestros de las modernas cucarachas son los que más diversificación tendrán, aunque también encontramos libélulas, ciempiés, escorpiones y muchos más.
Vale la pena desgranar este último dato. Tenga en cuenta el lector que cada familia engloba a varios géneros. Por ejemplo, nosotros pertenecemos al género homo (humano), aunque en nuestra familia, la de los homínidos, también están incluidos los gorilas y los chimpancés entre otros. Si el lector se hace la evidente pregunta de “¿pero entonces cuantos géneros desaparecieron durante la Gran Mortandad?” la respuesta es: aproximadamente el 83% de todos ellos. Sin embargo tampoco debe de perder de vista el lector que en un mismo género pueden encontrarse varias especies, y si no piense por ejemplo en el género “Canis” que incluye a todas las especies de lobos y a todas las razas de perros conocidas (en el pasado también hubo varias especies dentro del género homo, aunque por distintas razones solo hemos sobrevivido nosotros). Y ahora la última pregunta es obligada: ¿Cuantas especies sucumbieron durante la Gran Mortandad para nunca más volver a corretear, nadar, volar, escavar o arrastrarse por nuestro planeta? Aproximadamente el 90 %.
Lycosuchus, un terápsido terocefálido, es decir, un reptil mamimeroide. |
Tampoco debemos de olvidar a los primeros animales en poner sus muchas y articuladas patas sobre la tierra firme, los artrópodos; de entre sus filas los ancestros de las modernas cucarachas son los que más diversificación tendrán, aunque también encontramos libélulas, ciempiés, escorpiones y muchos más.
En
definitiva a finales del Pérmico todo parecía marchar viento en
popa, y sin embargo en realidad la vida compleja se hallaba al borde
del desastre, de la aniquilación total.
Activamos
los mandos de nuestra Máquina del Tiempo Imaginaria y descendemos
sobre el planeta Tierra hace unos 251 millones de años, justo a
principios del periodo Triásico (véase tabla).
El
Triásico es el primer periodo de los tres que componen la Era
Mesozoica, también conocida como “la Era de los Dinosaurios”,
por eso no podemos ocultar la expectación al abandonar nuestra
máquina y correr hacia el exterior. Nos hallamos en una planicie
desértica, sin atisbo de vida ni vegetación. ¿Nos toparemos con
algún antepasado de los dinosaurios, puede que incluso con un
dinosaurio primitivo? Pues no, no encontramos nada. Ni plantas, ni
animales, ni insectos, ni nada. Pensamos que hemos tenido mala suerte
al escoger el lugar de aterrizaje y con el poder de nuestra
imaginación nos movemos a otro sitio, planeando sobre una superficie
que miremos donde miremos nos parece árida y desolada. Aquí y allá
vemos esqueletos de grandes reptiles mamiferoides que se nos antojan una especie
de híbridos entre bueyes y lagartos.
Cráneo de un reptil mamiferoide en medio del desolado paisaje que encontramos a principios del Triásico. |
En
algunos lugares las aglomeraciones de restos óseos alcanzan
proporciones inquietantes. “¿Que catástrofe ha matado a todas
esas criaturas?” nos preguntamos. También encontramos vestigios de
lo que en otro tiempo fueran bosques, pero que ahora solo son resecos
amontonamientos de restos de árboles que llevan ya bastante tiempo
muertos. El único rastro de vida que hallamos son algunas plantas
bajas aquí y allá, pero nada más. Sentimos el peso de un terrible
y ensordecedor silencio, solo roto por esporádicas ráfagas de aire
que remueven el polvoriento suelo y añaden un componente aún más
sórdido al paisaje pos-apocalíptico que se extiende a nuestro
alrededor. Es evidente que algo malo, algo muy malo ha ocurrido en
nuestro planeta, pero... ¿el qué?
Consultamos
la base de datos de la computadora de nuestra Máquina del Tiempo
Imaginaria y nos informa de que nos encontramos justo en los
momentos posteriores al evento conocido como “la éxtinción másiva
del Pérmico-Triásico”. “La Gran Mortandad” para los amigos.
Como su nombre indica es la peor extinción que se haya abatido nunca
sobre la vida en la Tierra y casi acaba con todos los organismos
complejos tales como plantas y animales. Los datos son
sobrecogedores:
- Sobre la tierra el 70 % de las especies de vertebrados desaparecen.
- En el mar la cosa va mucho peor y el 96 % de todas las especies son barridas de un plumazo.
- En cómputos generales, se extinguen el 57 % de todas las familias de seres vivos que hasta ese momento habitaban sobre la Tierra.
Escalofriante.
Es de hecho la única ocasión en la cual hasta los insectos han sido
golpeados por una extinción en masa; incluso sus versátiles y
resistentes filas fueron diezmadas.
Llegados
a este punto no podemos menos que intentar encontrar al culpable de
toda esta destrucción. Así que le propongo al lector que, aparte de
hacer de viajero del tiempo imaginario conmigo, por unos instantes
nos convirtamos también en detectives y tratemos de hallar al
criminal responsable de tan terrible apocalípsis.
La
primera pista nos la da el siguiente hecho: las cosas fueron mucho
peor en el mar que en la tierra, es decir, que sucediera lo que
sucediera tuvo un fuerte impacto sobre el agua. Sumerjámonos pues
bajo las olas y analicemos el escenario del crimen.
¿Quienes
han sido las principales victimas? ¿Que tienen en común entre
ellas?
Veamos,
han desaparecido la totalidad de:
† Los
escorpiones marinos.
† Los
trilobites.
† Los
blastozoos, un tipo de erizo primitivo cubierto de una gruesa
concha, al modo de una especie de nuez.
† Los
placodermos, grandes peces acorazados.
† Los
acantodios o tiburones espinosos, que en rigor no eran tiburones sino un tipo muy primitivo de peces provistos de espinas, a mitad de
camino entre los peces óseos y los cartilaginosos.
Luego,
sufren terribles bajas:
Š Los
amonites, esos conocidos cefalópodos provistos de conchas con formas
espirales, ven desaparecer al 97% de sus miembros, rozando la
extinción total.
Amonite. |
≈† También
se hallan al borde de la desaparición los braquiópodos, un tipo de
molusco antaño muy común que cuenta con dos conchas de diferente
forma (a diferencia de los modernos bibalvos, como los mejillones,
cuyas dos conchas son simétricas). Caen el 96% de los braquiópodos
y nunca se recuperaran del todo (véase nota 1).
Braquiópodos, hoy en día aún quedan unos pocos. |
Š Los
radiolarios son un tipo de plancton que se caracteriza por producir
bellos y microscópicos esqueletos minerales. Había muchos géneros,
y desaparecieron el 99% de todos ellos.
Radiolarios. Solo un 1% sobrevivió. |
Š Los
foramíniferos, un grupo de protistas, es decir, de eucariotas
unicelulares cuya característica más notable es la de protegerse
dentro de una especie de concha formada por varias estructuras
globulares que permiten al organismo flotar en el agua como el
plancton. Algunos viven sobre el lecho marino. El 97% de todos ellos
fueron suprimidos por la ola de extinción.
Surtido de foraminímeros. |
≈† Gasterópodos. La clase de los caracoles y las babosas, que en ese momento moraban
principalmente en el mar. El 98% de todos sus miembros son
eliminados.
¿Le
gustan al lector esos documentales en los que un grupo de afortunados
buceadores nada tranquilamente entre maravillosas agrupaciones de
coloridos corales, rechonchas esponjas y anémonas de mar que agitan
sus tentáculos en busca de alimento? Pertenecen a una clase de
animales llamados “Antozoos”.
Š Desaparecen
el 96% de todos los Antozoos.
Bien,
es suficiente. Hubo más “victimas”, pero con estos datos podemos
acotar ya el perfil preferido por nuestro “asesino”. Casi todos
los grupos que son total o casi totalmente fulminados tienen al menos
una de las siguientes dos características en común, y en el mayor
de los casos ambas:
- Fabrican sus esqueletos, exoesqueletos o caparazones con un mineral denominado carbonato cálcico.
- Poseen sistemas respiratorios y cardiovasculares relativamente poco sofisticados.
Las más llamativas excepciones son las de los grupos de peces desaparecidos: los “tiburones espinosos” y los “peces acorazados” o placodermos. Sin embargo los podemos dejar de lado al ser depredadores y depender para su supervivencia de la existencia de otros animales. Algo parecido ocurre con los escorpiones marinos, salvo que además al ser artrópodos su sistema respiratorio era mucho menos avanzado que el de los vertebrados y por lo tanto eran más vulnerables a entornos con poco oxígeno. De modo similar podemos tratar a los trilobites, quienes en cualquier caso ya estaban en decadencia.
Así
pues, fuera lo que fuera lo que sucedió debió de impedir la
formación por parte de los seres vivos de estructuras de carbonato
cálcico y además reducir las concentraciones de oxígeno en el
agua, fenómeno conocido como hypoxia. Dicho de otro modo: algo
envenenó los mares y océanos. ¿El culpable? El candidato que se ha
propuesto como el más probable es el dióxido de carbono, hoy tan
renombrado por ser profusamente emitido por nuestros coches y
fábricas y tratarse uno de los principales responsables del cambio
climático.
El
dióxido de carbono es 28 veces más soluble en el agua que el
oxígeno, transformándose en ácido carbónico al disolverse, así
que parece ser que una alta concentración de sus niveles en la
atmósfera pudo provocar una desastrosa acidificación de mares y
océanos, creando zonas de hypoxia y además boicoteando las
condiciones necesarias para poder producir carbonato cálcico. La
mayoría de los animales marinos a los cuales nos hemos referido
antes se aprovechan de un proceso denominado calcificación para
construir las partes duras de sus cuerpos (caparazones, conchas,
etc...) a base de carbonato cálcico, proceso que depende de unos
ciertos equilibrios químicos que pueden ser alterados por un exceso
de ácido carbónico en el agua (véase nota 2). Además, los
animales marinos son mucho menos tolerantes al dióxido de carbono
que los terrestres. Por si fuera poco, al igual que ocurre hoy en
día, el dióxido de carbono causó un excesivo efecto invernadero
que pudo elevar la temperatura del planeta en hasta 5º C. Puede
parecerle poco al lector, pero en realidad es suficiente para
desestabilizar ecosistemas enteros. Por ejemplo el agua caliente
contiene menos oxígeno, lo cual agravaría las situaciones de
hypoxia, alterando también el proceso de calcificación.
En la gráfica (a) observamos el estrés biológico provocado por una baja concentración de oxígeno, en la gráfica (b) se observa los distintos niveles de tolerancia a la temperatura de cada grupo. Fuente: http://nsr.oxfordjournals.org/content/1/3/326.full |
Pero...
¿Es suficiente únicamente un incremento del dióxido de carbono en
la atmósfera para causar tanta destrucción? ¿Y cómo se produjo?
(recordemos que aún no existían ni coches ni fábricas).
Para
seguir investigando la identidad de nuestro criminal, regresemos a la
árida y devastada superficie.
Allí
los más golpeados han sido los tetrápodos, es decir, los
vertebrados terrestres. Dos tercios de todas sus familias han sido
cercenadas del árbol de la vida. El tercio superviviente lo componen
los animales más versátiles:
■ Algunos
anfibios. Sin embargo nunca volverían a gozar del éxito y la
diversidad de antaño.
■ Algunos
Parareptiles. Su nombre significa “al lado de los reptiles” y hoy
en día sus únicos representantes son las tortugas, aunque
originalmente hubo más géneros supervivientes a la Gran Mortandad,
que no obstante barrió a muchos de sus miembros.
Hypsognathus, un tipo de parareptil triásico.
|
■ Los
Arcosauromorfos.
Su nombre significa "Forma de lagarto
dominante". Aunque
al lector le suene a chino, son los antepasados de los arcosaurios
(lagartos dominantes). Sospecho que este último término tampoco le
será de mucha ayuda, pero si añado que entre el grupo de los
arcosaurios evolucionarán criaturas como los cocodrilos, los
dinosaurios y las aves tal vez su perspectiva se aclare un poco (en
capítulos posteriores se hablará bastante de los arcosaurios, a
ellos me remito)
■
Tres
subórdenes de reptiles mamiferoides (de los muchos que hubo):
- Dicinodontos: Criaturas herbívoras de pequeña talla un poco rechonchas y provistas de "dos dientes de perro" (eso significa su nombre) eso es, dos colmillos, presumiblemente para desenterrar tubérculos o raíces. Muy adaptables y eficaces, lograron coexistir con los dinosaurios hasta prácticamente el final.
Placerias, un simpático dicinodonte. Recomiendo la página de la cual he tomado la imagen: http://critters.pixel-shack.com/GalleryP.htm |
- Therocephalia: "Con cabeza de bestia". Una suerte de carnívoros de mediana talla con una vaga apariencia algo así como de perro primitivo. Algunos contaban ya con pelo y bigotes a pesar de no ser aún mamíferos verdaderos. Sobrevivieron muy pocos de ellos y solo aguantaron hasta mediados del Triásico ante la competencia de los otros dos grupos.
Es muy improbable, pero si alguna vez un therocephalo viaja en el tiempo y aparece en el pasillo de su casa, corra. (fotograma de la serie "Primeval").
|
- Cinodontos: Los reptiles mamiferoides más avanzados y exitosos de todos, antepasados directos de los mamíferos verdaderos. También eran carnívoros y hoy en día también nos recordarían a una especie de perro algo extraño y tosco.
Cinodonto. |
Estos fueron los
elegidos para sobrevivir, pero incluso sus filas fueron severamente
mermadas. Todo el resto de tetrápodos desaparecieron. En general
todos aquellos vertebrados grandes y de hábitos un poco especializados
fueron barridos de la faz de la tierra: grandes herbívoros, poderosos depredadores de enormes colmillos, criaturas con llamativas velas dorsales, etc... Solo las especies
"oportunistas" capaces de apañar tanto un roto como un
descosido sobrevivieron (en inglés se los conoce como “disaster
taxa”).
Estudiando los
fósiles de los tetrápodos de la época se ha podido descubrir la
existencia de tres pulsos consecutivos de extinción, tres duros
golpes que sufrió la vida terrestre en el lapso aproximado de unos 20 millones de años. Muchos animales lograron sobrevivir
malamente a cada uno de los pulsos solo para sucumbir en el
siguiente.
CLAVE: Eje vertical: número de familias de tetrápodos, eje horizontal: millones de años antes de la actualidad junto a las siglas de las edades del periodo (Pérmico: [...] Artiense, Kunguriense, Roardiense, Wordiense, Capitaniense, Wuchiapingiense y Changhsingiense; Triásico: Induense, Olenekiense, Anisiense, Ladiniense y Carniense [...]). (1) Extinción de Olson, (2) Evento del Guadalupiense (era que abarca las edades R., W. y Ca) (3) Evento final del Pérmico. Duró unos 200.000 años. Fuente: http://rspb.royalsocietypublishing.org/content/275/1636/759.full |
La Extinción de Olson erradicó ya de salida a 2/3 de los tetrápodos, experimentando su número algunos altibajos para luego volver a recuperarse drásticamente. Esto se debió sin duda a los supervivientes oportunistas, quienes no perdieron el tiempo a la hora aprovecharse de los nichos ecológicos que habían quedado vacantes. El Evento del Guadalupiense supone un nuevo revés, sin embargo las diferentes familias de tetrápodos lo superan y siguen recuperándose, solo para ser inesperadamente devastadas por el Evento Final del Pérmico, que en apenas 200.000 años sembró la destrucción entre sus filas. De nuevo los supervivientes reiniciarán una "carrera por la repoblación", sin embargo el duro estrés sufrido por el ecosistema hará que vuelva a colapsar a principios del Triásico, aunque de modo mucho menos dramático.
Dejando de lado a los vertebrados con cuatro patas, también
fueron eliminados hasta ocho ordenes de insectos, el más notorio de
ellos el superorden "Paleodictyopterida".
Los paleodictiopteroideos (no, mejor no intente pronunciarlo) fueron
quizá los primeros animales herbívoros en poblar la tierra, siendo
su principal característica cinco estiletes bucales que imaginamos
que usarían para sorber la sabia de las plantas (supongo yo, no he
cotejado el dato). Paleodictyopterida incluía al 50% de todos los
grupos de insectos de la época y su larga historia terminó
abruptamente aquí, en la Gran Mortandad.
Paleodictyopterido típico. |
Y hablando de plantas...
¿Que ha ocurrido con el mundo vegetal?
Tampoco ha permanecido impune. Encontramos que la mayor parte de los
bosques de gimnospermas (los árboles más avanzados de la época,
sin flores y con semillas desnudas como los actuales pinos) han
perecido. El 50% de las especies vegetales se perdieron para siempre.
Glossopteris, uno de los primeros géneros de árboles con semilla en
aparecer sobre la tierra y que había protagonizado un gran éxito
hasta el momento, desapareció junto con algunos otros géneros similares.
En el ínterin, las plantas herbáceas, sobre todo musgos y licopodios, aguantaron y mantuvieron el tipo durante la denominada “fase de supervivencia”, soportando lo peor del evento de extinción y cumpliendo un importante papel al evitar la erosión del suelo antes de que los bosques pudieran volver a recuperarse y re-ocupar su antiguo papel.
Doblaron también las campanas para árboles como Glossopteris. |
En el ínterin, las plantas herbáceas, sobre todo musgos y licopodios, aguantaron y mantuvieron el tipo durante la denominada “fase de supervivencia”, soportando lo peor del evento de extinción y cumpliendo un importante papel al evitar la erosión del suelo antes de que los bosques pudieran volver a recuperarse y re-ocupar su antiguo papel.
Con ánimo de liar aún
más la madeja (por si no lo estaba ya lo suficiente), encontramos
que la caída en la biodiversidad vegetal no coincide exactamente con
las extinciones en el mar ni tampoco con las de la fauna terrestre,
sino que lo hace con retraso. De alguna manera que todavía no
entendemos muy bien el mundo vegetal logró soportar los primeros
embates de la catástrofe que asolo el planeta solo para quedar
desestabilizado (junto a todo el resto del ecosistema) y caer poco
después. En un artículo del PNAS (Proceedings
of the National Academy of Sciences) que cito en la nota 3 se habla
de una “deuda de extinción”, es decir, un primer pulso de
extinción habría desestabilizado el sistema, sobreviviendo y
prosperando todos aquellos géneros oportunistas (véase nota 4) que
pueden adaptarse a diferentes entornos y recursos y capear de alguna manera el temporal. Un tiempo después el ecosistema se habría
“cobrado su deuda” cuando todos esos géneros oportunistas
compitieran sin control unos con otros hasta que el estrés ecológico
resultante hiciera que todo volviera a desplomarse. Se sospecha que
algo así pudo pasar con las plantas, y también con los animales
cuando estos empezaron a recuperarse solo para después enfrentarse
con una “crisis de oportunistas” (cómo veíamos en la gráfica de extinción de los tetrápodos y se volverá a estudiar en el siguiente
capítulo).
Bien,
una vez que hemos recuperado todos estos datos podemos hacer ya una
breve ficha de los logros alcanzados por nuestro catastrófico
culpable:
- Causó la acidificación y disminución del oxígeno en los océanos, aniquilando a la mayor parte de la vida marina compleja.
- Acabó con dos tercios de los animales tetrápodos dominantes sobre la tierra, así como con al menos ocho géneros de insectos.
- Provocó, aunque con retraso, la extinción de diferentes géneros vegetales así como una reducción significativa de los bosques, que fueron sustituidos por varios géneros de primitivas plantas de suelo oportunistas.
- Fuera cual fuera la catástrofe sus efectos se alargaron durante al menos 20 millones de años con al menos tres pulsos principales de extinción, el peor de todos el último, que duró unos 200.000 años.
¿Y
bien? Tras un riguroso análisis, los especialistas que han estudiado
este asunto han hallado no uno, sino varios sospechosos.
Encarémoslos.
- Sospechoso #1: Las Traps Siberianas. Las Traps o escaleras siberianas constituye un enorme área de origen volcánico que ocupa hoy en día una gran parte de la moderna región rusa de Siberia. Se originó a causa de una cadena de devastadoras erupciones volcánicas que cubrieron de lava basáltica una superficie de aproximadamente 2 millones de km², equivalente a la superficie de toda Europa Occidental (España por ejemplo tiene una superficie de 504.645 km²). Se estima que la lava vertida sobre la tierra pudo rondar entre uno y cuatro millones de km³. El dióxido de carbono así como los diversos gases tóxicos inyectados en la atmósfera habrían generado un descontrolado efecto invernadero, envenenado además los mares y en definitiva provocado toda una serie de vaivenes climáticos que gradualmente habrían machacado la biosfera planetaria. Esta teoría se corresponde relativamente bien con los hechos que hemos descritos, pero... ¿bastó para casi destruir por completo la vida compleja en la Tierra? ¿Acaso la vida no tuvo tiempo de adaptarse a las erupciones, las cuales tuvieron lugar a lo largo de varios millones de años?
- Sospechoso #2: Un gran meteorito. El clásico e inoportuno meteorito, que habría golpeado nuestro planeta incinerando gran parte de su superficie y llenando su atmósfera de humo y escombros, provocando posteriormente una suerte de “invierno nuclear” (véase nota 5). Como pruebas tenemos el “Crater de la Tierra de Wilkes”, un cráter de impacto de unos 450 km de diámetro descubierto a unos 1.500 metros bajo el hielo de la Antártida, cuya datación parece coincidir con la de los acontecimientos que estamos estudiando. Además, en estratos de la misma época se han descubierto partículas de “cuarzo chocado”, mineral que se forma bajo condiciones de temperatura y presión realmente extremas y que suele asociarse con acontecimientos tales como explosiones nucleares o precisamente impactos de meteoritos. También en estratos de la época aparecen ciertos fullerenos (formas del carbono) en las cuales quedaron atrapados argón y helio, dos gases nobles que serían más o menos normales si su ratio isotópico no se correspondiera con la composición de ciertos meteoritos carbonosos llamados condritas. El problema de esta teoría reside en el hecho de que el evento de extinción que estamos estudiando no tuvo lugar de un día para otro, sino que como hemos visto se alargó en el tiempo, abarcando un lapso de hasta 20 millones de años con varias recuperaciones y recaídas.
- Sospechoso # 3: El fusil de clatratos. Según Wikipedia “el clatrato de metano, también conocido como hidrato de metano, es un sólido formado a partir de agua que contiene una gran cantidad de metano dentro de su estructura cristalina. Estos se habrían formado por el arrastre de material vegetal particulado, como aporte a ríos y luego a los océanos. Se han encontrado depósitos extremadamente grandes de clatrato de metano bajo los sedimentos de los fondos oceánicos de la Tierra”. Al parecer estos depósitos pueden llegar a ser muy grandes y cualquier cambio en la temperatura o presión en su entorno pueden provocar la sublimación y liberación repentina del contenido de uno de ellos (a modo de una gigantesca detonación, de ahí el nombre de la teoría), lo cual podría causar una señora catástrofe climática. Recordemos que el poder como gas de efecto invernadero del metano es veintitrés veces superior al del dióxido de carbono. También puede haber grandes depósitos durmientes de metano bajo el permafrost, el suelo helado de las regiones cercanas a los casquetes polares, que al deshelarse y liberarse vendrían a empeorar la situación. No obstante, de momento la única evidencia de esta teoría es una relativamente alta concentración de C¹² en los registros geológicos de la época, isótopo que estaría asociado al hidrato de metano. Además, algunos especialistas cuestionan que realmente sea tan fácil provocar un “disparo de clatratos”.
Metano brotando del fondo oceánico. Fuente: http://www.madrimasd.org/blogs/universo/2009/11/02/127958 |
- Sospechoso # 4: Bacterias anaerobias de los fondos oceánicos. En las más recónditas profundidades del océano y también de algunos lagos ocurre a veces que las aguas pierden todo su oxígeno, lo cual supone una oportunidad para prosperar que las bacterias anaerobias (aquellas que no necesitan oxígeno para vivir), no suelen desaprovechar. Muchas de estas bacterias, como las bacterias verdes del azufre, producen un compuesto gaseoso conocido como sulfuro de hidrógeno a modo de desecho. Entre las virtudes del sulfuro de hidrógeno esta la de ser bastante tóxico para el resto de los seres vivos y por si no bastase con ello también la de destruir el ozono una vez que alcanza las capas más altas de la atmósfera. En la actualidad ciertos puntos de nuestros lagos y océanos reciben el nombre de “zonas muertas”. Como su nombre indica son lugares en los que la concentración de oxígeno ha caído hasta el punto de provocar la muerte de todas las formas de vida que necesitan de este gas para respirar. En la mayor parte de los casos son las bacterias anaerobias quienes están detrás del proceso, y lo que es peor, nosotros somos quienes a su vez estamos detrás de las bacterias: muchos de los productos químicos residuales que vertemos en mares y lagos son algo así como una ”poción mágica” para las bacterias anaerobias, provocando su multiplicación descontrolada y la aniquilación de ecosistemas lacustres o marítimos enteros (véase nota 6). No obstante se tiene constancia de la existencia de zonas muertas anteriores a la aparición del ser humano. ¿Que otros factores no humanos pueden causarlas? Fenómenos volcánicos, cambios en las corrientes o temperaturas oceánicas, etc. Si hacia el final del Pérmico se hubiera provocado por cualquier motivo una especie de “zona muerta global” en los océanos terrestres debido a bacterias anaerobias productoras de sulfuro de hidrógeno, no solo hubieran sucumbido las criaturas marinas envenenadas y asfixiadas, pues el fatídico gas también habría saboteado la capa de ozono ocasionando niveles intolerables de rayos UV sobre la tierra. No obstante no queda del todo claro como se habría podido desencadenar algo tan terrible como una “zona muerta global” y como la biosfera habría podido escapar luego del apuro.
Llegados
a este punto metámonos en el papel de Hercule Poirot, el genial
detective belga ideado por Agatha Christie, y pasemos de nuevo
revista a nuestra lista de sospechosos para tratar de localizar al
fin al culpable. Volcanes, meteorito asesino, liberación masiva de
metano en la atmósfera, bacterias descontroladas... todos ellos
tuvieron la oportunidad y los medios para provocar la catástrofe que
asoló la vida sobre nuestro planeta, ¿Pero qué fenómeno fue
realmente el responsable? Por separado todos nos parecen o bien
insuficientes, o no terminan de encajar con los datos o nos plantean
preguntas de difícil respuesta. Pero...
¿Y
si actuaron todos ellos juntos?
Esta
atrevida hipótesis se conoce por motivos obvios como “La teoría
del asesinato en el Orient Express” y vendría a enunciarse más o
menos del siguiente modo:
Un
meteorito habría caído en lo que hoy es la Antártida, provocando
un auténtico apocalipsis global al incinerar buena parte del planeta
y sembrar la atmósfera de polvo y escombros, bloqueando la luz solar
y provocando un terrible invierno.
Pero ello habría sido solo el
principio. Las ondas sísmicas, transmitidas violentamente a través
de la superficie e interior del planeta habrían convergido justo en
las antípodas del planeta... ¿donde? ¡En Siberia! Allí habrían
provocado una erupción volcánica de proporciones monstruosas que se
habría prolongado durante millones de años, llenando la tierra de
materiales tóxicos y volviendo a calentar el clima al inyectar
grandes cantidades de dióxido de carbono en la atmósfera y
sobrealimentar el efecto invernadero. Claro que dicho efecto
invernadero se habría alimentado demasiado, caldeando más de lo debido la
superficie terrestre. La temperatura en los océanos se habría
elevado peligrosamente, a la vez que hubiera aumentado la
concentración de compuestos tóxicos derivados del vulcanismo (por
ejemplo el exceso de dióxido de carbono, que habría acidificado los mares).
Tales acontecimientos habrían accionado el gatillo del fusil de
clatratos llenando la atmósfera de metano, lo cual ya habría
terminado por descontrolar del todo el efecto invernadero y el
calentamiento global. Las temperaturas en el océano habrían llegado
a alcanzar los 40º C, intolerables para la mayor parte de las formas
de vida de la época. Sin embargo las bacterias anaerobias habrían
hecho su agosto, puestas a tono gracias al calorcillo y a los
deliciosos compuestos químicos que habrían caído en el mar, con lo
cual el número de “zonas muertas” habría crecido
exponencialmente. Por rematar la jugada, el sulfuro de hidrógeno
excretado por nuestras queridas bacterias (que se habrían cagado en
todas las demás formas de vida, literalmente además) habría
llegado hasta las capas altas de la atmósfera mermando la capa de
ozono y ocasionando niveles peligrosamente altos de rayos UV sobre la
superficie de la Tierra. En definitiva, estaríamos ante la
catástrofe definitiva, la madre de todos los cataclismos, la
tormenta perfecta de los desastres, algo tan terrible que incluso los
seres humanos lo tenemos difícil para superarlo (aunque estamos
poniendo empeño en ello, eso no se puede negar). Lentamente, al
cesar las erupciones, limpiarse la atmósfera, restituirse su balance
de gases, etc, de alguna asombrosa manera todo habría vuelto a la normalidad,
no sin antes haber desaparecido el 90% de todas las especies del
planeta.
En rojo el "Crater de la Tierra de Wilkes", lugar del impacto. |
Esta
reconstrucción de los hechos es mera especulación. Hoy por hoy las
Traps Siberianas son realmente el sospechoso favorito de la mayor
parte de los investigadores, aunque en general parece claro que el
estrés medioambiental que sufrieron los ecosistemas de la época y
que finalmente provocó su desplome no tuvo porque ser necesariamente
causado por un factor en concreto, sino probablemente por una sucesión de ellos a
lo largo de un más o menos dilatado periodo de tiempo.
Al
contrario que en la mayoría de las películas, el culpable y los
detalles concretos de este “crimen” puede que nunca queden al
descubierto. Mientras tanto el caso queda abierto. Eso sí, la
moraleja esta clara: todo lo que han leído en este capítulo puede
ocurrirnos a nosotros. Como muestra el número de zonas muertas en
los océanos no ha hecho sino aumentar en los últimos 50 años, por
no mencionar que el calentamiento global podría disparar un fusil de
clatratos, y ya ni pensemos en los asteroides que de vez en cuando
nos pasan rozando o en esos volcanes capaces de paralizar todo
nuestro espacio aéreo solo con un simple eructo. No solo deberíamos
de tener un mayor control sobre nuestras acciones, sino también
mucha más humildad. A fin de al cabo la vida sobre la Tierra, pese
a todas sus glorias, siempre anda de un modo u otro en la cuerda
floja, nosotros incluidos.
Volviendo
al Triásico, después de la Gran Mortandad la Tierra siguió girando
y además con cierto número de supervivientes a bordo. ¿Cómo se
repobló el planeta? ¿Y quienes fueron los protagonistas? La
respuesta a esta y otras preguntas la encontrarán en el próximo
capítulo, hasta entonces reciban los lectores un muy cordial saludo.
NOTAS:
Nota
1: Los braquiópodos son unos moluscos con concha que se
diferencian de los bibalvos debido a la carácteristica de que en los
primeros cada concha es distinta, mientras que en los últimos ambas
conchas son iguales. Los braquiópodos cuentan tambien con un extraño
pie que usan para sujetarse al fondo marino. Hoy en día los
bivalvos (navajas, mejillones, ostras...) son mayoría, pero en otra
época fue justo al revés.
Nota
2: El proceso de calcificación (no
confundir con la calcificación de los huesos) depende del correcto
balance de dos equilibrios químicos que cito a continuación:
HCO3
¯ ↔ CO3 ² ¯ + H⁺
Ca
² ⁺ + CO3 ² ¯ ↔ CaHCO3
Como
se cita en la gráfica adjunta, el distinto nivel de acidificación
del agua afecta a las concentraciones de los distintos componentes,
alterando las probabilidades de pueda producirse la calcificación.
Para
más información:
Nota
3: He aquí el enlace al
referido artículo:
Nota
4: Los géneros oportunistas
son animales o plantas de perfil generalista que ocupan los nichos
ecológicos vacíos después de cualquier catástrofe. Por ejemplo,
helechos y líquenes tras una devastación volcánica, o los pequeños
mamíferos que llenaron la Tierra tras la desaparición de los
dinosaurios. Se hablará más de ello en capítulos posteriores.
Nota
5: Tras una guerra nuclear,
junto a la radiación, se especulara con que el polvo y el humo de
los incendios ocultaría durante muchos años la luz del sol,
provocando un prolongado y terrible invierno. Lo mismo podría ser
provocado por un impacto meteórico o por una gran explosión
volcánica.
Nota
6: Dicho fenómeno recibe el
nombre de Eutrofización. Como el artículo de Wikipedia que trata
sobre ello describe muy bien el fenómeno, me remito al mismo:
WEBGRAFÍA:
- Sobre los pulsos de extinción y la recuperación de los tetrápodos:
- Sobre la duración de la peor parte de la extinción, que tuvo lugar a lo largo de unos 200.000 años.
- Sobre la acidificación:
- Sobre los "disaster taxa" o géneros oportunistas.
http://unews.utah.edu/news_releases/land-animals-and-ecosystems-walloped-in-wake-of-end-permian-mass-extinction/
- Acerca de la teoría del meteorito.
- Acerca de la teoría del fusil de clatratos.
- Muy Recomendable fotogalería:
http://critters.pixel-shack.com/GalleryP.htm