sábado, 22 de marzo de 2014

Capítulo XXII: El nacimiento de la vida pluricelular.

 Capítulo XXII: El nacimiento de la vida pluricelular. 
(El Supereón Precámbrico, 4ª parte)


 Sea bienvenido una vez más el lector a este extraño viaje en el tiempo, que pretende llevarnos desde el más remoto pasado hasta este presente que tan cotidiano y natural nos parece, pero que en realidad es el resultado de una asombrosa historia que poco a poco vamos desvelando en este blog.

 Gracias a nuestra Máquina del Tiempo Imaginaria justo "ahora" nos hallamos en la Tierra de hace unos 600 millones de años, en un planeta que recientemente ha terminado de descongelarse tras una devastadora y terrible oleada de glaciaciones, la última de las cuales llegó a cubrir de hielo casi toda su superficie. A pesar de tan adversas circunstancias de algún modo la vida se las ha apañado para sobrevivir, no solo recuperándose con rapidez de los reveses sufridos, sino además preparándose para dar un salto de gigante en su evolución.

 Recordemos como el árbol de la vida se había dividido en tres grandes dominios de criaturas unicelulares que pueblan los océanos de la época: las primitivas bacterias y arqueas por un lado, y las mucho más avanzadas eucariotas por otro (las células modernas, hijas de una quimérica simbiosis entre los dos anteriores dominios).

 Hasta ahora hemos visto a dichas células pelear y sobrevivir en solitario, siendo cada una de ellas las únicas responsables de su propia supervivencia y reproducción. Sin embargo pronto iban a resultar obvias las ventajas de trabajar en grupo. Como todos sabemos, cualquier tarea se vuelve mucho más llevadera si una o varias personas te ayudan (al menos en la mayoría de los casos y dependiendo de las personas, claro).

 En el caso de las células primitivas, unirse les garantizaba un triple beneficio:


  •  La ventaja de ser más grande. Así es, cuanto más grande seas más fácil te resultará poder comer y a su vez no ser comido.
  •  División del trabajo. Una de las ventajas más evidentes de dividir el trabajo es que se pueden hacer varias tareas a la vez. Un organismo unicelular por ejemplo debe de elegir entre  moverse y dividirse, pues para ello emplea ciertos mecanismos compartidos. Ello no ocurre en los organismos pluricelulares: unas células pueden ocuparse del movimiento, otras de la reproducción, otras de procesar alimentos, etc. Pasar de secuenciar tareas a realizar varias en paralelo fue toda una revolución.
  •  Dispersión. Un organismo pluricelular puede generar muchas copias de sí mismo a la vez, por ejemplo mediante esporas. En cambio un organismo unicelular solo puede hacer una copia cada vez o un número muy reducido de ellas en el mejor de los casos.  

 Las primeras en darse cuenta de lo ventajoso de asociarse fueron las bacterias. Ciertos grupos de cianobacterias (un tipo de bacterias fotosintetizadoras) no dudaron en juntarse y repartir tareas. Algunas de ellas perdieron la clorofila y por lo tanto la capacidad de hacer la fotosíntesis, pero en su lugar se especializaron en filtrar oxígeno para las demás, a cambio por supuesto de una parte del pastel. Esto desde luego que aumentó el rendimiento del grupo, pero las colonias de bacterias nunca fueron más allá a la hora de especializar a sus distintos miembros en la realización de cometidos concretos. 

Estas cianobacterias forman largas cadenas de células que colaboran entre sí para hacer la fotosíntesis. 

 Otras especies de bacterias optaron por convertirse en seres sociales, constituyendo auténticas entidades colectivas donde los intereses del grupo priman sobre los de los miembros individuales. Quizá el caso más espectacular sea el de Paenibacillus Dendritiformis, una especie de bacterias sociales con la capacidad de multiplicarse y extenderse coordinadamente, formando bellas arquitecturas y adoptando diferentes estrategias de expansión en función de las condiciones del medio en el cual se encuentran.

 Cada colina de estas asombrosas bacterias reacciona de una manera propia y forma distintos patrones según las diferentes condiciones de su entorno.

 Hasta que esto se descubrió nadie se había atrevido a conjeturar un comportamiento tan complejo por parte de organismos tan aparentemente simples como lo son las bacterias. No obstante lo que dejó patidifusos a los investigadores fue lo que sucede cuando se hace crecer a dos cepas hermanas de estas bacterias en la misma placa de petri.  Por favor, observen con atención la siguiente imagen:



 En efecto, ambas colonias inhiben sus respectivos crecimientos en la "zona fronteriza" evitando así sufrir cualquier tipo de competencia. Es más, en dicha tierra de nadie se encontró una sustancia que provocaba la muerte de precisamente aquellas bacterias que se encontraban cerca del borde y que era producida por ambas colonias con el fin de "mantener su frontera a salvo" (1). Todo un ejemplo de estrategia y planificación en las más primitivas criaturas del planeta, algo que hace que nos replanteemos muchas cosas que creíamos dar por sentadas (2).  

 Pero fueron las eucariotas, las células modernas con núcleo y orgánulos complejos, las que perfeccionaron la política de colaboración hasta el punto de llegar a generar directamente un nuevo tipo de ser vivo. Hasta hace muy poco se creía que esto solo fue posible después de un gran cambio genético, que permitió pasar desde la más libertaria individualidad a la colectividad más controlada. El problema era que un cambio tan completo y repentino era algo que chirriaba en la mente de los científicos. 

 Sin embargo ahora sabemos que en realidad no hubo ningún cambio radical, tan solo un sorprendente reciclaje de ciertos genes y mecanismos que los protistas (nombre genérico de los eucariotas unicelulares) ya venían usando desde hacía tiempo. Pongamos tres ejemplos:

 1) Las membranas de muchos protistas tienen la capacidad de adherirse o engancharse a otras células para poder cazarlas y comérselas. Ello fue aprovechado posteriormente a la hora de mantener unidos a grupos de células en colaboración, como por ejemplo las que forman nuestros tejidos. 

 2) Así mismo toda célula de vida libre tiene la imperiosa necesidad de saber que ocurre a su alrededor. Para ello sus membranas también cuentan con un avanzado sistema de recepción de señales que les avisa de la presencia de depredadores, alimento, cambios en las condiciones del medio, etc. En los seres pluricelulares los mismos sistemas facilitan la coordinación entre las distintas células. 

 3) A modo de tercer y último ejemplo, se sabe que algunas amebas sufren importantes cambios en su forma y estructura a lo largo de su ciclo vital. La sorpresa vino cuando se descubrió que en ello están implicados los mismos genes responsables del desarrollo embrionario en los animales, durante el cual se diferencian y especializan distintas clases de células con el fin de construir tejidos y acometer diferentes tareas. Así pues lo único que hicimos los animales fue reutilizar ciertos genes de ciertas amebas de cara a potenciar nuestro desarrollo.

   En realidad nada de esto debería de sorprendernos, pues la evolución, al igual que una corriente de agua, siempre tiende a seguir el camino más eficaz y que requiera lidiar con menos obstáculos. Y desde luego que el copiar-pegar no lo inventaron los estudiantes perezosos frente a un ordenador. Por supuesto que tuvieron que producirse cambios en la célula eucariota a la hora de ensamblarse y constituirse en un organismo pluricelular, pero como hemos visto el reciclaje de genes y mecanismos ya existentes simplificó y agilizó enormemente el proceso (3). 


 Ahora bien... ¿Quién fue el primero? ¿Cual fue la primera criatura pluricelular en deambular por los océanos de la Tierra primitiva? 

 Esta pregunta tiene muy difícil respuesta, sobre todo teniendo en cuenta que las células eucariotas no descubrieron la pluricelularidad una sola vez, sino como mínimo en cinco ocasiones distintas (4), dando lugar a muy distintos tipos de criaturas. Algunas incluso optaron por alternar modos de vida uni o pluricelulares según su conveniencia. Es el caso de ciertos miembros de la familia de los hongos mucilaginosos. Cuando los recursos abundan, cada hongo unicelular va por ahí por su cuenta y riesgo. Sin embargo ante una situación de escasez de alimento todos optan por juntarse y hacer causa común, formando una repugnante masa  de aspecto tumoroso  con la inquietante capacidad de arrastrarse de un lado a otro absorbiendo y compartiendo entre sus integrantes la comida que encuentra (5). Recientes investigaciones han descubierto que esta "masa" exhibe un comportamiento más complejo del que a primera vista cabría esperar, mostrándonos otro asombroso ejemplo de inteligencia colectiva allá donde menos esperábamos encontrarla.

Moho u hongo mucilaginoso reptando lentamente por el suelo en busca de material orgánico en descomposición que poderse zampar. 

 Otro caso de organismo "pluricelular a tiempo parcial" lo encontramos en la especie de hongo Dictyostelium discoideum, en la cual diferentes individuos de vida libre con forma de ameba se juntan formando bellas estructuras con el objetivo de reproducirse mediante la emisión de esporas (6). 


Diversos hongos unicelulares con forma de ameba de la especie Dictyostelium discoideum se juntan formando estos peculiares tallos con el fin de reproducirse lanzando esporas por doquier.


  No obstante fueron sin duda alguna los reinos de las plantas y de los animales aquellos dos que más éxito tuvieron y quienes más altos niveles de organización alcanzaron... aunque... ¿Fueron realmente los primeros en desarrollar una verdadera complejidad? Durante mucho tiempo así se pensó, hasta que a mediados del Siglo XX empezaron a descubrirse los extraños fósiles de unas misteriosas criaturas que nadie sabía como clasificar y que habían precedido en casi 100 millones de años a los restos de animales y plantas más antiguos conocidos¿Podría tratarse de un Reino hasta ahora desconocido y que exploró diferentes caminos evolutivos que finalmente terminaron en un callejón sin salida? ¿Estamos ante un experimento fallido de la vida pluricelular compleja? Hablamos de la conocida como "Fauna de Ediacara", toda una batería de extraños seres que serán los indiscutibles protagonistas del siguiente capítulo. 



  Notas y referencias: 



1) Más información sobre esta increíble bacteria en Wikipedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Paenibacillus_dendritiformis


2) Para tener una visión más completa acerca de lo que podemos entender como "comportamientos inteligentes" más allá de nuestra experiencia meramente humana recomiendo encarecidamente la lectura de este blog cuyo enlace dejo a continuación: http://blogs.cccb.org/lab/es/article_de-la-multiplicitat-dintel%C2%B7ligencies/


3) Referencia: Investigación y Ciencia, nº 437 de febrero de 2013. "El origen de la multicelularidad", artículo escrito por Alex de Mendoza, Arnau Sebé Pedrós e Iñaki Ruiz Trillo.

 Así mismo, recomiendo el siguiente enlace para ampliar información:

http://www.cienciakanija.com/2012/10/29/las-bacterias-iniciaron-la-evolucion-de-la-vida-multicelular/



4) O puede que más, en el artículo anteriormente citado se menciona a los protistas ciliados, los hongos mucilaginosos, las algas verdes, marrones y rojas, así como por supuesto a las plantas y los animales. En el caso de estos dos últimos ejemplos, se tienen evidencias de su existencia a partir del Cámbrico, hace unos 540 millones de años, aunque dado el nivel de desarrollo con el que aparecen en el registro fósil todo indica que debieron de haber surgido en algún momento anterior. Los demás grupos probablemente hubieran empezado a ensayar distintas formas de pluricelularidad desde mucho tiempo antes.


5) En los casos más extremos los hongos se juntan en los llamados plasmodios, una fusión en la que todas las células comparten material hasta el punto de que en la práctica un plasmodio puede ser considerado como una célula gigante con muchos núcleos, tantos como miembros unicelulares que se hubieran unido. De hecho el término técnico es "masa citoplásmica multinucleada", siendo el "citoplasma" como se denomina al interior y contenido de las células.  

 Encontrarán información más detallada sobre ello en la Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Moho_mucilaginoso

6) Para saber un poco más sobre ello:    


 Y quien realmente desee leer ampliamente sobre el tema, no deje de visitar el respectivo artículo de la Wikipedia:


  http://en.wikipedia.org/wiki/Dictyostelium_discoideum




lunes, 10 de marzo de 2014

Capítulo XXI: Snowball Earth

Capítulo XXI: Snowball Earth
(El Supereón Precámbrico, 3ª parte)


  Bienvenido, querido lector. Tanto si ya está al tanto como si es la primera vez que entra aquí, por el mero hecho de estar leyendo estas líneas tiene ganada una plaza a bordo de mi Máquina del Tiempo Imaginaria. Este blog ha estado viajando desde los orígenes del universo rumbo al presente y actualmente se halla en la Tierra de hace 1.800 millones de años. Hasta justo este momento en nuestro planeta se han ido sucediendo toda una serie de acontecimientos extraordinarios: no se sabe muy bien cómo nació la vida y en seguida se dividió en arqueas y bacterias, dos amplios linajes de seres unicelulares, las segundas de las cuales aprendieron a hacer la fotosíntesis y llenaron la atmósfera de oxígeno (antes carente de este gas) ayudando también a formar la capa de ozono pero alterando peligrosamente el clima y el equilibrio biológico en el proceso. Finalmente, en el capítulo anterior vimos como en la fecha antes mencionada aparecía la célula moderna (eucariota), hija de una extraña y quimérica hibridación entre bacterias y arqueas. En el ínterin, los continentes eran arrastrados por las fuerzas de la tectónica de placas, ensamblándose en Columbia, el primer súpercontinente.

 Todo esto es lo que ha venido ocurriendo hasta ahora en nuestro planeta. Pero es momento de seguir. Por ello pulsamos los oportunos botones y accionamos las palancas precisas de nuestra Máquina del Tiempo Imaginaria para volver a saltar hacia el futuro. En nuestra pantalla principal tenemos una línea temporal (cortesía de la Wikipedia) para orientarnos. En ella aparecen los tres primeros eones de la historia de la Tierra, que juntos componen el Supereón Precámbrico, estando cada uno de ellos dividido sucesivamente en eras y periodos. Nuestro objetivo ahora es el periodo Criogénico, que aparece señalado en azul y que nos dejará a "solo" unos 650 millones de años aproximadamente antes del presente... ¡Vayamos pues!


SupereónEón
Eonotema
Era
Eratema
Periodo
Sistema
Inicio, en
millones
de años
Precám-
brico
8
Protero-
zoico
Neo-
proterozoico
EdiacáricoClavo dorado.svg~635
Criogénico8509
Tónico10009
Meso-
proterozoico
Esténico.12009
Ectásico14009
Calímico16009
Paleo-
proterozoico
Estatérico18009
Orosírico20509
Riácico23009
Sidérico25009
ArcaicoNeoarcaico28009
Mesoarcaico32009
Paleoarcaico36009
Eoarcaico4000
Hádico
10 11
~4600

 Nada nos ha preparado para lo que nos encontramos al llegar. Ya no divisamos océanos, ni tampoco continentes sobre nuestro planeta. Casi la totalidad de su superficie se halla cubierta por una blanca y luminosa capa de hielo, solo  rota aquí y allá en las regiones ecuatoriales por algún claro en el cual un pedazo de azul oceánico lucha por dejarse ver. Lo cierto es que el periodo Criogénico hace muy bien honor a su nombre y la Tierra luce como una gigantesca y resplandeciente bola de nieve (1). 



Recreación de la Tierra vista desde el espacio durante el periodo Criogénico.


  ¿Pero cómo se ha llegado a esto? ¿Y que ha sido de la vida? Mejor vayamos por orden para responder a estas preguntas.


 Todo este lío empezó a fraguarse hace unos 1.000 millones de años, cuando se formó el segundo gran súpercontinente del que se tienen evidencias: Rodinia.

 Esta yerma y deshabitada acumulación de todas las tierras emergidas empezó a fragmentarse unos 200 millones de años después de su nacimiento, del modo que vemos en la imagen. 

                 
 Fragmentación del Supercontinente Rodinia, las franjas amarilla y roja son los denominados rift, aquellos lugares por los cuales un continente se parte y separa debido a la tectónica de placas, y vienen datados en millones de años (Ma, o mega annum).


 Esto provocó que grandes masas de agua empezasen a penetrar por las fracturas que pronto cruzaron Rodinia  de parte a parte (2), lo cual dio lugar a extensos pero poco profundos mares junto con un aumento continuo de la humedad y por lo tanto de las lluvias, en regiones que hasta entonces habían sufrido de una sequedad extrema por estar muy alejadas de las costas (3). Resulta que la lluvia tiene la capacidad de  combinarse con una parte del dióxido de carbono de la atmósfera, el cual a su vez reacciona posteriormente con las rocas sobre las cuales fluyen los torrentes de agua, generándose depósitos rocosos de carbonatos de calcio y magnesio. Estos depósitos actúan como auténticos sumideros de dióxido de carbono, retirándolo de circulación durante mucho tiempo. De hecho este gas solo volverá a ser liberado a la atmósfera tras el paso de muchos millones de años, cuando la corteza en la que se encuentra atrapado se funda en las profundidades de la Tierra y vuelva a emerger por medio de los volcanes. 

  Así pues tenemos que al comienzo del Criogénico las repentinas lluvias retiran de golpe una cantidad sustancial de dióxido de carbono de la atmósfera (4), disminuyendo el efecto invernadero y por lo tanto haciendo bajar las temperaturas. Pero no solo eso, sino que también dio la casualidad de que Rodinia había ido a juntar a todas las masas terrestres justo en las regiones ecuatoriales, precisamente donde más radiación solar incide sobre nuestro planeta y más nubes y lluvias se generan debido al calor resultante.  ¿Y en que afectó esto al clima? Pues no solo aceleró el mecanismo de retirada del dióxido de carbono atmosférico, sino que también contribuyó al enfriamiento de otra manera; las nubes tienen una propiedad denominada "albedo" que consiste en la capacidad de reflejar la radiación solar al espacio sin que esta llegue nunca a alcanzar la superficie, ni por lo tanto a calentarla. 

 Resumiendo: de repente la Tierra ve disminuida tanto la llega de calor a su superficie como el mecanismo de efecto invernadero encargado de retenerlo. 


 Dos efectos provocados por las nubes: el reflejo de la radiación solar causado por el albedo de las nubes y el efecto invernadero provocado también por ellas y que retiene el calor en la superficie (de todos es sabido que cuando está nublado el frío es menos intenso). En el periodo Criogénico la bajada en las concentraciones de gases de efecto invernadero hizo que el primer fenómeno primase sobre el segundo. 

 Amparados por el frío, el hielo y los glaciares avanzaron desde los polos. Tal vez el lector piense que la bajada de las temperaturas haría descender la tasa de nubes y lluvias torrenciales, estabilizando de nuevo el clima. Sin embargo ocurre que el hielo tiene un albedo todavía más potente que las nubes. Es más, estudios climáticos recientes muestran que si las extensiones heladas llegasen a rebasar la barrera de los 30º de latitud norte / sur (más o menos a la altura de Marruecos o Uruguay respectivamente) entonces ya no habría vuelta atrás: el albedo y el subsiguiente enfriamiento se retroalimentarían sin que ya nada pudiera detenerlos. Y esto fue lo que se piensa que ocurrió en el periodo Criogénico. Los glaciares invadieron los continentes, el océano y los mares se helaron y el planeta se convirtió en un enorme congelador. Se ha calculado que la temperatura media cayó hasta los -50º de media, con máximas de -20º en el ecuador y mínimos de -80º en los polos. Un ambiente no muy acogedor, todo sea dicho.

 Entonces... ¿cómo sobrevivió la vida? Pues malamente. Por un lado las bacterias y arqueas que no dependían de la energía del Sol continuaron procesando sus minerales como si tal cosa. Sin embargo las algas y otros organismos cuya vida se basa en la fotosíntesis se vieron en un grave apuro, ya que el hielo no solo ocultó los rayos solares, si no que además impidió el intercambio de oxígeno con la atmósfera, con lo cual los mares poco a poco se fueron enrareciendo de este elemento vital. A consecuencia de estas catastróficas condiciones la vida vegetal y los otros organismos dependientes del Sol y del oxígeno se vieron seriamente diezmados. Estudios recientes han observado una drástica bajada de las concentraciones de carbono 12 en los estratos de aquella época. Este isótopo del carbono es usado por las plantas al hacer la fotosíntesis, lo cual indica que en efecto la vida vegetal estuvo apunto de desaparecer (en cambio el carbono 13, producido por los volcanes, se mantuvo constante e incluso en un momento dado aumentó). 

 Así las cosas, el planeta que contemplamos hace algo menos de hace 650 millones de años está al borde de la catástrofe. Si la temperatura en los polos desciendiera de -80ºC el dióxido de carbono se precipitaría a la superficie en forma de hielo seco, desbaratando por completo el efecto invernadero en la atmósfera y provocando un congelamiento total e irreversible. Pero eso no ocurrió, como demuestra el hecho de que estemos aquí. ¿Qué sacó entonces al planeta de aquella terrible situación? Todo parece apuntar a los volcanes. Los mismos mecanismos tectónicos que habían empezado ha desgajar el súpercontinente de Rodinia provocaron ahora (justo a tiempo) una fuerte oleada de vulcanismo a nivel planetario, que inyectó dioxido de carbono y metano en masa a la atmósfera.



La intensa actividad volcánica pudo poner fin a la terrible glaciación (en la imagen volcán en la península rusa de Kamchatka).


 Con el efecto invernadero robustamente fortalecido, las temperaturas subieron de nuevo, fundiendo los hielos y poniendo fin a la era glacial en uno de los cambios climáticos más espectaculares que ha sufrido este planeta. El estruendo de las placas de hielo al quebrarse en fisuras kilométricas y al desplomarse enormes bloques helados al mar, tuvo que ser ensordecedor. Sabemos que este proceso fue rápido y global gracias a la gruesa capa de carbonatos (rica en carbono 13 de origen volcánico) que se ha hallado en los estratos datados en el final del periodo Criogénico a lo largo y ancho del planeta. 


 Las siglas IRD indican residuos de rocas típicamente apiladas por fenómenos glaciales. CD muestra una capa formada por un tipo de roca carbonatada llamada dolomita, la cual ha sido hallada en muchos otros estratos de este periodo a lo largo y ancho del planeta. La foto fue tomaba en el norte de Namibia.

 La mayoría de los geólogos piensan que esta capa se formó durante la fusión masiva de los hielos, que debió de arrastrar y sepultar en rocas carbonatadas a parte del dióxido de carbono generado por los volcanes, el mismo proceso que espoleó la glaciación, pero que ahora evitó que la actividad volcánica saturara en exceso la atmósfera de este gas. Así mismo numerosas formaciones de hierro bandeado aparecen súbitamente en las rocas de este periodo (5). Ya comentamos como los océanos se habían visto empobrecidos en oxígeno al verse aislados de la atmósfera por culpa del hielo y al prácticamente desaparecer en ellos la actividad fotosintética de los seres vivos. En el ínterin, cierta cantidad de hierro se habría disuelto en el agua al no tener nada que la oxidase, situación que habría cambiado con el deshielo, generándose la acumulación de formaciones de hierro bandeado cuando este hubiera vuelto a oxidarse con el re-oxigenamiento del medio.  

 Fuese como fuese, la vida sobrevivió al periodo Criogénico y lo hizo preparada regresar con fuerza al escenario y dar un paso de gigante en su evolución. Hablamos de la aparición de los primeros organismos pluricelulares durante el Ediacarico, el siguiente periodo al que viajaremos. Por vez primera diferentes células comenzaron a juntarse y a colaborar como si fueran un solo ser, hasta que realmente llegaron a serlo. Pero para contar como se merece esta historia y que el lector pueda leerla sin que se le tuesten las neuronas, mejor nos esperamos hasta la semana que viene. 



Bibliografía / Webgrafía:




 - Muy Especial nº 69, Primavera 2005, monográfico sobre la historia de la Tierra. Reportaje titulado "Y la Tierra se heló", por Miguel Ángel Sabadell.

Para saber más sobre Rodinia:


 http://www.peripatus.gen.nz/Paleontology/Rodinia.html

Para conocer más sobre las evidencias esgrimidas en defensa de la teoría Snowball Earth:

 http://www.snowballearth.org/week4.html



Notas:

1.- Esta teoría, conocida como "Snowball Earth" empezó a hacerse oír entre los círculos de la comunidad científica a raíz del descubrimiento de rastros de glaciares en regiones que hace 850 millones de años habían ocupado latitudes ecuatoriales. Esto era impensable, pues incluso en la última y peor glaciación de la que tenemos noticias (hace 20.000 años) los hielos no bajaron más allá del norte de Francia. Sin embargo pronto empezaron a acumularse las pruebas a favor de la hipótesis Snow Ball Earth. Por ejemplo, el científico soviético Mikhail I. Budyko ya había desarrollado modelos climáticos que preveían un albedo descontrolado y una bajada irreversible de las temperaturas en el caso de que en algún momento los glaciares hubiesen llegado a bajar hasta una latitud de 30º. Pronto se sumaron algunas otras pruebas, lo cual ha llevado hoy en día a los científicos a aceptar que la Tierra del Criógenico sufrió una virulenta glaciación, oficialmente denominada Marinoana, aunque como es comprensible sigue habiendo escépticos a la hora de imaginar un congelamiento casi total del planeta.   

2.- Los llamados valles de Rift, enormes fallas en las cuales emerge y se crea nueva corteza terrestre y se separan los continentes, como ocurre actualmente en África.  


3.- Debe de tenerse en cuenta que las regiones centrales de un súpercontinente están tan alejadas del mar que en ellas no llega ni una pizca de humedad, generándose terribles desiertos así como la formación de un enorme anticiclón que aleja todavía más las lluvias. Algo parecido ocurre hoy en día en pequeña escala en Australia.


4.- Paradógicamente el dióxido de carbono disminuyó hasta concentraciones similares a las actuales, pero no se debe de olvidar que el Sol de la época alumbraba un 6 % menos.

5.- Recuérdese la Gran Oxidación, que ya vimos en el capítulo XIX.