Capítulo XV
La vida inteligente en el universo.
Bienvenidos
gentiles lectores. Debo de reconocer que voy a
disfrutar escribiendo este nuevo capítulo, y espero que
vosotros lo hagáis leyéndolo, pues ha llegado el momento de tratar
un tema apasionante: la vida inteligente extraterrestre.
En el
capítulo anterior hablamos acerca de lo que se sabe o se sospecha
sobre la posible existencia de vida en otros planetas. Nos quedamos
oscilando entre dos posibilidades, una muy pesimista que se plantea a nuestro universo como un yermo inhóspito y deshabitado, y otra en extremo
optimista que imagina planetas-vergel por doquier. Para tratar de
desequilibrar la balanza en uno u otro sentido, vamos ahora a dar una
vuelta más de tuerca y a preguntarnos directamente por las
hipotéticas civilizaciones alienígenas. ¿Las hay? ¿no? y de
haberlas... ¿son comunes o raras? Desde luego que de detectar algún
vestigio de ellas, quedaría resuelto todo nuestro enigma. Sería
fantástico imaginar un universo repleto de vida, pero no nos
precipitemos y vayamos paso a paso explorando todas las posibilidades
y pruebas que se nos plantean en busca de alguna conclusión.
El
SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence, búsqueda de inteligencia extraterrestre) es una iniciativa que nació en los años 70 con el fin de buscar justamente señales de inteligencia extraterrestre. Para ello se usaron los
más poderosos radio-telescopios de la época, pues por
aquel entonces se daba por su puesto que si los extraterrestres
querían enviarnos un mensaje lo harían por radio. El porqué de
esta presuposición es sencillo: la radio es un método barato y
eficaz de mandar información de un sitio a otro a la velocidad de la
luz (la más rápida posible).
Matriz de radiotelescopios en Nuevo México, la película Contact, basada en una novela de Carl Sagan, los hizo famosos. |
Solo había un problema... existen
numerosísimas frecuencias posibles para hacerlo (piensen en el dial
de su radio), ¿cual de todas ellas usaría ET? Tras muy sesudas
discusiones se decidió que la frecuencia en la que resuena el gas de hidrógeno frío interestelar (1) era la más adecuada; no en vano
es la más común en nuestra galaxia y tiene además la virtud de ser
muy penetrante a la hora de atravesar nubes de gas y otros
obstáculos. De este modo muchas antenas comenzaron a escudriñar el
firmamento en busca de una transmisión de radio que reuniera todos
los requisitos necesarios para tener un origen inteligente, pero que no fuera
nuestra. Se crearon toda una serie de filtros para evitar que esto
último ocurriera, como por ejemplo comprobar que el foco de dicha
señal estuviera localizado en un punto fijo del espacio y no se
moviera con la Tierra, así como otros. A pesar de todo hubo varias falsas alarmas,
por ejemplo cuando se detectaron unos pulsos muy potentes y con una
cadencia más regular que la mayoría de nuestros relojes que
indudablemente procedían del
espacio profundo. La señal resultó provenir de un púlsar, un tipo
de estrella de neutrones (2) que gira a increíble velocidad
enviándonos regularmente haces de radiación como si fuera un
gigantesco y veloz faro.
Pero al menos demostró que nuestros métodos
de búsqueda funcionaban bien. En cualquier caso, nadie se engañaba
sobre lo difícil del empeño, como dice el físico y divulgador Paul Davies, "es como
buscar una aguja en un pajar, con el agravante de que ni siquiera
sabemos si la aguja está ahí". Con todo el 15 de agosto de
1977 el radiotelescopio "Big Ear" (la gran oreja) recibió
una fortísima señal, unas 30 veces más intensa que el ruido de
fondo, que duró unos 72 segundos y resultó provenir de algún punto
correspondiente a la zona oriental de la constelación de Sagitario,
en dirección por cierto al centro galáctico. Se quedó con el apodo
de "Señal Wow" porque Jerry R. Ehman, el profesor de
la Universidad Estatal de Ohio que trabajaba de voluntario
inspeccionando los registros del Big Ear, se quedó tan patidifuso al
ver aquello que escribió "Wow!" en el margen del impreso
con los registros.
La señal había pasado todos los filtros estipulados como para poder ser considerada genuinamente extraterrestre, bueno, en
realidad todos excepto uno: no se la pudo confirmar. El Big Ear fue
apuntado de nuevo en la misma dirección y no detectó nada. Eso
mismo se hizo en varias ocasiones más, todas ellas con resultado
negativo. ¿Como es posible que una civilización extraterrestre
quisiera enviarnos un mensaje de solo 72 segundos y luego nunca más volver a hacerlo? (aunque tampoco sabemos si podía haber estado transmitiendo más tiempo antes de que captásemos la señal). Para responder a esta
pregunta, pensemos en lo que creemos saber sobre esos hipotéticos
extraterrestres y sus supuestas motivaciones.
Como
decía, en los años 70 y 80, las dos primeras décadas del SETI,
imaginábamos a extraterrestres emitiendo por radio en una frecuencia
específica. Posteriormente, con la invención de herramientas
informáticas más poderosas, el requisito de la frecuencia fue
perdiendo sentido: nuestros ordenadores podían analizar muchísimas
frecuencias distintas recibidas a la vez; era absurdo centrarse solo
en una concreta. No mucho después se empezó a pensar que tal vez la
radio era un método más ineficaz de lo que se creía y que era
mucho más rentable comunicarse mediante pulsos láser, con lo cual
nació la rama del "SETI óptico" en busca de este nuevo
tipo de señales. Bien, recopilemos. En menos de 50 años hemos
pasado de buscar estrechas frecuencias de radio a pulsos láser, y
ahora hay quien dice que la emisión de neutrinos (3), capaces de
atravesar casi cualquier cosa y solo detectables si uno pone empeño
en ello, sería en verdad el método perfecto. Bien. Ello nos habla
de lo increíblemente estrechos de miras que somos imaginando a los
extraterrestres; siempre lo hacemos según nuestra propia visión de
nosotros mismos, y si esta cambia, también lo hace la imagen que
podamos formarnos de ellos. Paul Davies pone un ejemplo muy gracioso. En 1898, cuando H. G. Wells escribió "La Guerra de losMundos" el Imperio Británico era el más poderoso de La Tierra
y su fuerza se medía en acres de terreno y en toneladas de acero y
carbón. Así
pues, los marcianos que se inventó buscaban invadir La Tierra para
apoderarse de nuestros recursos, que era lo que estaba de moda en la
época (y sino que se lo pregunten a las naciones colonizadas por el
Imperio Británico).
Varias décadas más tarde, en "Encuentrosen la Tercera Fase", la famosa película de Steven Spilberg, se
planteó a unos extraterrestres pacíficos, que lejos de querer
ensuciarse las manos robándonos nuestros minerales (y nuestra sangre) estaban
interesados en el intercambio de información.
Fotograma de la película "Encuentros en la Tercera Fase". |
Nuestra sociedad
estaba por entonces en los albores de la globalización: las noticias
volaban rápidamente de un continente a otro y la información (económica,
científica, política) era el bien más preciado. Incluso muchos
testigos de casos OVNI aseguran ver artefactos voladores
presuntamente pilotados por alienígenas (4), de un modo análogo a
nuestros propios aviones y naves espaciales. ¿Cómo imaginaremos a
los extraterrestres dentro de 100 años? Seguro que de otra manera
muy distinta a como lo hacemos ahora. A la hora de tratar de
vislumbrar los caminos que ha podido seguir una sociedad tecnológica
no humana, debemos de librarnos de todos los prejuicios. De existir, no solo serán más extraños de lo que imaginamos, sino que lo
que podemos imaginar.
Nuestra civilización actual tiene aproximadamente unos 10.000 años
de historia y hemos pasado del descubrimiento de la agricultura, la
ganadería y las piezas de alfarería a cosas como Internet, los
viajes espaciales y el teletransporte cuántico. ¿Y una
civilización que tenga centenares de miles, incluso millones de años
de historia? ¿qué habrá sido de ella? ¿qué habrá llegado a hacer?
No se esfuercen, como les decía es imposible imaginárselo, estamos
demasiado influenciados por nuestra propia humanidad. Pero sí que
podemos plantearnos sus posibles estrategias de comunicación
interestelar, sobre todo porque solo nos interesan las que nosotros
podemos detectar ahora. Podrían estar enviándonos toda una
enciclopedia galáctica elaboradamente codificada en ondas
gravitacionales (5) y nosotros aquí tan panchos, como una tribu que
espera oír el sonido lejano de un tam tam y no se percata de que les
están llamando por radio. Además, los extraterrestres, por muy
inimaginablemente poderosos que puedan llegar a ser, tampoco querrán
despilfarrar recursos así a lo loco en un asunto tan azaroso como la
búsqueda de otras inteligencias, y por otra parte deberán de asumir
que puedan existir sociedades mucho menos desarrolladas que ellos,
así que la radio puede seguir siendo una buena baza para
escucharles a pesar de todo lo dicho hasta ahora. Tal vez coloquen radio-balizas por ahí y las dejen como
un modo de llamar la atención; esa es una buena y barata manera de
hacerse ver o de avisar de algo, barriendo toda la galaxia con
señales puntuales por el mínimo precio. Se han hecho estudios que indican que dos pulsos
muy fuertes de unos pocos minutos de duración al año sería el
mejor compromiso entre gasto energético y eficacia. Están pensando
en la Señal Wow ¿verdad? Podría ser, de momento me guardo para el
final una controvertida y esperanzadora anécdota sobre el tema, y
recalco que todo esto es una aproximación muy especulativa a la
cuestión, puesto que, repito, nos es imposible conocer el modo de
pensar de ET.
En cualquier caso...¿y si simplemente no hay nadie más allá en
la oscuridad? Lo cierto es que de momento no hemos recibido ningún mensaje alienígena incontrovertible... cuando sabemos que
sería técnicamente posible que alguien con empeño suficiente
barriera toda la galaxia con señales que denotaran inteligencia...
¿llevamos demasiado poco tiempo buscando? ¿lo estamos haciendo mal?
¿o es que simplemente estamos terriblemente solos? Este es
realmente el quid de la cuestión, y vamos a fondo con él, en
definitiva ¿cómo es de posible el surgimiento de vida inteligente
en el universo?
Tenemos
un único ejemplo para empezar, que somos nosotros, pero eso ya nos
dice muchas cosas. Concretamente la vida en este planeta ha tardado
cosa así de unos 3.800 millones de años de evolución en tenernos pululando y armando desmanes por aquí. Es mucho
tiempo, como decía en el capítulo anterior, y casi agota la ventana
de habitabilidad de 5.000 millones de años de nuestro planeta.
"¡Pero ha ocurrido!" pensarán algunos de ustedes, "la
vida siempre avanza hacia una mayor complejidad y es inevitable que
tarde o temprano surja la inteligencia", podrían añadir. No tan rápido amigos. La vida en realidad no avanza hacia ningún lado. Cito a
Stephen Jay Gould, un prestigioso paleontólogo y biólogo
estadounidense. Imaginen a un borracho que acaba tirado justo en una
cuneta. Podría pensarse que ha ido dando tumbos por ahí y
finalmente ha "decidido" echarse a descansar en esa cuneta.
Pero el borracho simplemente podría haberse ido apoyando
precariamente en un muro que justo se termina en la cuneta, donde
habría caído redondo. Con la vida pasa un poco lo mismo,
empieza de modo muy simple por necesidad y no tiene hacia donde
dirigirse si no es hacia arriba en la escala de complejidad: explora
aleatoriamente todas las posibilidades, dándose el caso de
que la mayor parte de ellas son más complejas que el punto de
partida, y así sigue. La vida “progresa” porque solo puede
seguir esa dirección, y lo hace a tientas. ¿Qué posibilidades hay
de que la vida dé por pura suerte con la inteligencia del mismo modo
que el borracho termina durmiendo la mona en la cuneta? No lo
sabemos. Muchas veces se da por supuesto que hay un nicho (un espacio
ecológico natural) para la inteligencia. El argumento que se suele
dar es que hay ciertas "invenciones" de la evolución que
son recurrentes. Por ejemplo las alas han aparecido muchas
veces, en insectos, en los extintos Pterosaurios, en las aves, en
los murciélagos y en los peces voladores, siempre de modo independiente. Lo mismo ocurre con
los ojos, o con "el método del tigre" (como se verá en el
futuro de este blog, diferentes criaturas sin ningún tipo de
parentesco entre sí han recurrido en diferentes momentos de la
historia de la vida a la estrategia de tener grandes colmillos y
cazar al acecho). ¿Y la inteligencia? De momento solo sabemos que
haya aparecido en este planeta una vez (6), al igual que por ejemplo
las grandes trompas de los elefantes. ¿Trompas e inteligencia son
algo meramente accidental? ¿o solo hay que esperar el tiempo
suficiente para que aparezcan al igual que alas, ojos y enormes
colmillos asesinos? ¿Habrían llegado los dinosaurios ha desarrollar
formas inteligentes de haber tenido el tiempo evolutivo suficiente?
A la derecha el dinosaurio Troodon (que por cierto hoy sospechamos que tenía plumas), y a la izquierda su posible evolución inteligente de no haberse extinguido, ambos modelos pueden verse en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
|
Respecto a esa última pregunta, los dinosaurios tuvieron 180 millones de años de
"reinado" infructuoso en el sentido del desarrollo de la
inteligencia. Y lo mismo puede decirse de los millones de años de
aislamiento de los mamíferos marsupiales en Oceanía. En efecto nuestro planeta
no parece un buen ejemplo en lo que se refiere a la "predestinación
evolutiva" de la inteligencia, de hecho nosotros somos la única
especie de homínidos que queda con viva (hubo muchas en el pasado) y
aún así hace 70.000 años estuvimos al borde mismo de la extinción
(7).
Pero hay una evidencia todavía más pesimista (para los que
desean imaginar la galaxia poblada de civilizaciones alienígenas), y
es la denominada "Paradojade Fermi",
en honor al famoso físico Enrico Fermi (8), que la formuló. La
paradoja dice así: si asumimos que el desarrollo de vida inteligente
en la galaxia es algo común y frecuente, entonces... ¿cómo es que
no están ya aquí? Porque desde luego que tiempo han tenido.
Pongan por ejemplo que hace 3 millones de años, cuando nuestros
antepasados homínidos daban sus primeros pasos (un suspiro a nivel
de tiempo geológico), hubiera surgido una civilización tecnológica
en el otro extremo de la Vía Láctea. Incluso asumiendo que solo
pudieran viajar a un porcentaje de la velocidad de la luz y que se
tomaran su tiempo descubriendo y colonizando planetas, les habría
sobrado tiempo para poblar toda la galaxia (que tiene 100.000 años luz de punta a punta). Y si, por ejemplo, decidieran utilizar máquinas autoreplicantes para ayudarse,
entonces hace ya mucho tiempo que debería de haber sondas suyas
explorando o incluso instalándose aquí... y eso que el ejemplo de
hace tres millones de años es muy conservador, pues perfectamente
podrían haber aparecido hace 10, hace 100 o incluso hace 1.000 millones de años. ¿Qué es lo que ocurre? ¿acaso somos los primeros? No parece probable, puesto
que nuestra galaxia lleva ya bastante tiempo siendo potencialmente
habitable... ¿entonces qué? Alguien podría decir que en realidad es
algo muy humano eso de querer explorarlo todo a cualquier precio e incluso ya puestos montar
una especie de Imperio Galáctico. ¿Y si los extraterrestres tienen
otras motivaciones y gustan por ejemplo de quedarse en su planeta
natal para meditar sobre cosas que nos explotaría la cabeza solo de
poder atisbar? Podría ser, pero por desgracia para nuestro intento de esquivar la Paradoja de Fermi existen muchas
motivaciones objetivas para querer viajar entre las estrellas. Por
ejemplo, los planetas son inestables, pueden sufrir desastres
ecológicos, impactos de otros cuerpos o sus propias estrellas pueden freírlos. Cualquier extraterrestre con más de
dos dedos de frente tendrá su nave espacial a mano... solo por si
acaso. Por otro lado, la selección natural favorece la aparición de
la inteligencia y de la tecnología, entre otras
cosas, mediante la curiosidad. Seguro que fue la curiosidad y no
ningún plan largamente meditado lo que llevo a nuestros antepasados
a interesarse por el fuego, por percatarse de como un disco rodaba y decidir
ponerle un eje, etc. La curiosidad es un mecanismo de supervivencia
formidable que nos lleva a querer ir siempre más lejos, y nos
cuesta imaginar como una inteligencia extraterrestre podría haber
podido desarrollarse prescindiendo de ella. E incluso si
efectivamente se puede ser inteligente y desarrollar una tecnología
avanzada sin un insensato deseo de querer ir "más allá del
siguiente valle", lo cierto es que tenemos el perturbador hecho de que ninguna
civilización ha
seguido hasta ahora el camino de la expansión y colonización
sistemática de la galaxia. O tal vez su tecnología es tan
inimaginablemente avanzada que podríamos tenerlos delante de las
narices sin darnos cuenta y no somos más que una simple curiosidad
que mirar por encima del hombro para ellos... quién sabe.
No
obstante, lejos de fantasiosas especulaciones, existe un método para
tratar de resolver la Paradoja de Fermi desde un punto de vista
rigurosamente científico. ¿Recuerdan el "Gran Filtro"? Es momento de
volver a aquel razonamiento de cara a llevarlo hasta sus últimas
consecuencias. Repasemos: hablábamos sobre las posibilidades del
surgimiento de vida en un planeta dada una cierta ventana de
oportunidad durante la cual es habitable, en nuestro planeta de unos
5.000 millones de años grosso modo. Aquí la vida tardó relativamente poco en aparecer una vez abierta la ventana de
oportunidad, pero la inteligencia ya casi la ha agotado a la hora de
desarrollarse. El cosmólogo Brandon Carter y el economista
Robin Hanson, manejando ciertas demostraciones matemáticas se dieron cuenta que desde su origen hasta el desarrollo de inteligencia la vida en un planeta debía de lograr superar una serie de filtros,
siendo el primero de todos y quizá el más difícil el de su propio
origen, para a continuación ir pasando por otros, como por ejemplo la fotosíntesis,
la vida pluricelular, etc. Descubrieron así mismo que la duración
entre cada hito a superar era de 1/N, siendo N el tiempo total de
habitabilidad del planeta, e independientemente de que un hito fuera
más fácil de pasar que otro. Puesto que antes de que nuestro Sol
nos fría faltan cosa así de unos 800 millones de años y si hemos
dicho que N es de unos 5.000 millones de años para este planeta,
entonces:
5.000
/ 800 = 6,25 ≈
6
Vamos,
que en la Tierra la vida ha logrado pasar por 6 hitos fundamentales
espaciados de media unos 800
millones de años hasta llegar a nosotros. ¿Se corresponde eso con
el registro fósil? Los primeros restos fósiles de vida que se
conocen datan de hace unos 3.460 millones de años, pero ya
eran bastante avanzados, así que sin duda la vida tuvo que surgir antes.
Seamos conservadores (de cara a nuestra argumentación) y digamos que
la vida tardó unos 200 millones de años en aparecer (este planeta
ya era habitable allá por hace 4.000 - 3.800 millones de años). Ese tiempo de aparición resulta ser cuatro veces menos que lo esperado, pero como ya dijimos en el
capítulo anterior, podemos ser un caso afortunado en ese sentido.
Sigamos pues con los demás hitos: la fotosíntesis oxigénica (9) se
“descubrió” hace 2.800 millones de años, las células
eucariotas (las más avanzadas de todas, que componen a animales,
vegetales y hongos) hace 1.800 millones de años, la reproducción
sexual y con ella la provechosa recombinación genética hace 1.200
millones de años, la vida pluricelular (hecha de más de una
célula) hace 600 millones de años, y nosotros ahora.
Más o menos el lapso entre cada hito es similar y se aproxima al predicho. Según eso, nosotros solo estamos aquí por haber sido tan afortunados de haber podido “saltarnos” el primer hito, el del origen de la vida, que apareció muy rápido, sino no nos hubiera dado tiempo de evolucionar. Ello podría resolver negativamente la Paradoja de Fermi: contrariamente a lo postulado por ella la vida inteligente es simplemente demasiado improbable, requiere de mucho tiempo y de muchos azares para ser frecuente. Esa es la conclusión afortunada para nosotros: ¡lo hemos logrado! ¡hemos superado todos los hitos en el tiempo justo! Un futuro espléndido se abre ante nosotros, ya pasó lo difícil. Luego está la conclusión fatalista: nuestra teoría de los hitos no es correcta y la vida inteligente es común y se desarrolla rápidamente, en cuyo caso tiene que haber un filtro que la elimine después y la impida llegar hasta la colonización galáctica, como por ejemplo que toda civilización sea inherentemente inestable y tarde o temprano se auto destruya, o sea inevitablemente aniquilada por algún otro agente. En ese caso, aún no hemos superado el “Gran Filtro” y está ahí, justo delante de nosotros, pendiente de ser rebasado... si podemos. Los desastres ecológicos, sociales y económicos que estamos organizando recientemente no inspiran mucha confianza, y algunos opinan que si descubrimos vida por ahí fuera nuestra perspectiva no haría más que empeorar, pues revelaría aún más probable que el GranFiltro esté efectivamente en nuestro futuro y no en nuestro pasado. Por supuesto, he sido un poco simplista. También es posible que la inteligencia sea común pero que otras sociedades nunca lleguen a descubrir el método científico y a desarrollar la alta tecnología (10). En la nuestra propia, solo se lo descubrió una vez, en la Europa de los siglos XV y XVI, y solo por una afortunada conjunción de circunstancias, principalmente los conocimientos heredados de Grecia y de Roma sumados a los deseos de los físicos de la época de encontrar “el plan de Dios para el universo”, que además según ellos era lineal y definido, y no cíclico y caótico, como por ejemplo pensaban mayas o hindúes. Otras culturas como la China realizaron grandes descubrimientos, pero no creían en algo tan abstracto como un plan divino inalterable y nunca se molestaron en querer ir más allá, si total, los dioses eran caprichosos y los seres humanos no podíamos esperar a entenderlos... ¿para que perder el tiempo tratando de vislumbrar leyes inmutables subyacentes a todo? Y sin el método científico jamás habríamos podido construir radiotelescopios o el ordenador en que Vd. lee esto. Así que ya ven, el monoteísmo ha hecho más por nosotros de lo que muchos creíamos (que los que sean creyentes no se sientan ofendidos por favor, yo simplemente no lo soy).
Más o menos el lapso entre cada hito es similar y se aproxima al predicho. Según eso, nosotros solo estamos aquí por haber sido tan afortunados de haber podido “saltarnos” el primer hito, el del origen de la vida, que apareció muy rápido, sino no nos hubiera dado tiempo de evolucionar. Ello podría resolver negativamente la Paradoja de Fermi: contrariamente a lo postulado por ella la vida inteligente es simplemente demasiado improbable, requiere de mucho tiempo y de muchos azares para ser frecuente. Esa es la conclusión afortunada para nosotros: ¡lo hemos logrado! ¡hemos superado todos los hitos en el tiempo justo! Un futuro espléndido se abre ante nosotros, ya pasó lo difícil. Luego está la conclusión fatalista: nuestra teoría de los hitos no es correcta y la vida inteligente es común y se desarrolla rápidamente, en cuyo caso tiene que haber un filtro que la elimine después y la impida llegar hasta la colonización galáctica, como por ejemplo que toda civilización sea inherentemente inestable y tarde o temprano se auto destruya, o sea inevitablemente aniquilada por algún otro agente. En ese caso, aún no hemos superado el “Gran Filtro” y está ahí, justo delante de nosotros, pendiente de ser rebasado... si podemos. Los desastres ecológicos, sociales y económicos que estamos organizando recientemente no inspiran mucha confianza, y algunos opinan que si descubrimos vida por ahí fuera nuestra perspectiva no haría más que empeorar, pues revelaría aún más probable que el GranFiltro esté efectivamente en nuestro futuro y no en nuestro pasado. Por supuesto, he sido un poco simplista. También es posible que la inteligencia sea común pero que otras sociedades nunca lleguen a descubrir el método científico y a desarrollar la alta tecnología (10). En la nuestra propia, solo se lo descubrió una vez, en la Europa de los siglos XV y XVI, y solo por una afortunada conjunción de circunstancias, principalmente los conocimientos heredados de Grecia y de Roma sumados a los deseos de los físicos de la época de encontrar “el plan de Dios para el universo”, que además según ellos era lineal y definido, y no cíclico y caótico, como por ejemplo pensaban mayas o hindúes. Otras culturas como la China realizaron grandes descubrimientos, pero no creían en algo tan abstracto como un plan divino inalterable y nunca se molestaron en querer ir más allá, si total, los dioses eran caprichosos y los seres humanos no podíamos esperar a entenderlos... ¿para que perder el tiempo tratando de vislumbrar leyes inmutables subyacentes a todo? Y sin el método científico jamás habríamos podido construir radiotelescopios o el ordenador en que Vd. lee esto. Así que ya ven, el monoteísmo ha hecho más por nosotros de lo que muchos creíamos (que los que sean creyentes no se sientan ofendidos por favor, yo simplemente no lo soy).
Pero
terminemos ya con esto. Hace ya muchos años alguien decidió reunir
todos estos argumentos en una misma ecuación y diseñar el método
definitivo para el cálculo de las civilizaciones alienígenas que
pueda haber en nuestra galaxia. Fue Frank Drake y su solución fue
la archifamosa:
Ecuación
de Drake.
Aquí
os la dejo:
N
= R* x Fp x Ne x Fl x Fi x Fc x L
Normalmente
se la encontrarán escrita con los símbolos de multiplicación
omitidos o sustituidos con puntos como se hace a veces en
matemáticas, y las letras en realidad son minúsculas con
subíndices, pero por limitación de medios las he cambiado por
mayúsculas. Veamos que significa cada una.
N
= Número de civilizaciones en la galaxia con capacidad para la
comunicación interestelar.
R*
= Tasa de formación de estrellas como el Sol en la galaxia.
Fp
= Fracción de esas estrellas que tiene planetas.
Ne
= Número de planetas como la Tierra en cada sistema planetario.
Fl
= Fracción de planetas en los que surge la vida.
Fi
= Fracción de planetas en los que surge la vida inteligente.
Fc
= Fracción de planetas en los que surge una civilización
tecnológica con capacidad de comunicarse a nivel interestelar.
L
= Tiempo medio de duración de una civilización tecnológica con
capacidad de comunicarse a nivel interestelar.
Nótese
que nos quedamos dentro de nuestra galaxia porque detectar señales
desde otras de momento se nos antoja imposible, simplemente están
demasiado lejos. Aclarado esto, tratemos de estimar N:
R*
= Los últimos conteos apuntan a cosa así de unos 10.000
millones de estrellas como el Sol ahora mismo en la galaxia, aunque es una cifra a la baja porque actualmente en la
Vía Láctea mueren más estrellas de las que nacen. Pero aún así
es un punto de partida fiable, aunque en el pasado fuera algo mayor y
en el futuro disminuya.
Fp
= Si recuerdan los últimos capítulos, hoy podemos ser bastante
optimistas con este cálculo. Frank Drake estimó en su día que el 50%
de las estrellas tipo Sol tendrían planetas, hoy sabemos que este
porcentaje seguramente sea mayor, pero seamos conservadores y
quedémonos con la mitad. 5.000 millones de sistemas
planetarios entonces.
Ne
= Aquí empezamos a entrar en un terreno más resbaladizo, pero los
últimos descubrimientos de planetas extrasolares nos han llevado a
creer que casi 1/3 de los sistemas planetarios tendrían planetas parecidos de algún modo a la Tierra. Por si pensamos que eso es demasiado optimista, así
gratuitamente dejémoslo en 1/10 y además supongamos que nunca hay
más de un planeta como el nuestro por sistema. Nos quedamos en 500
millones de planetas como la Tierra en la Vía Láctea.
Fl:
Ni la menor idea. Unos dicen que en el 100% de los casos surgirá la
vida, otros que casi nunca... Vamos a ser moderadamente pesimistas
sobre esto y a pensar que solo en un 1% de los casos realmente aparece la vida. Así pues, 5 millones de planetas habitados.
Fi:
Menos idea aún. Sigamos con nuestro criterio aleatorio y moderadamente pesimista, venga, 1% de
nuevo. Estamos ya en 50.000 planetas donde ha aparecido la vida
inteligente actualmente (con el desfase de años luz de las distancias galácticas, claro, recordemos que nuestra galaxia mide unos 100.000 años luz aproximadamente).
Fc:
Aquí me voy a tirar el triple. Yo creo que el método científico no
es tan difícil de descubrir después de todo. Al fin de al cabo solo
hemos necesitado 10.000 años para dar con él. Quizá otros seres
“menos avispados” necesiten el triple de tiempo, pero yo creo que
no es imposible. Con todo seamos cautos y pensemos que solo una de
cada tres especies inteligentes alcanzan niveles elevados de
tecnología, así pues: 16.667 civilizaciones tecnológicas.
L:
En realidad, esta es la clave de la ecuación. Hay 16.667 civilizaciones que nuestros "rigurosos" cálculos nos dicen que han podido aparecer... ¿pero por cuanto tiempo sobrevivirán? ¿y las que había antes? Si las civilizaciones
se destruyen al mismo tiempo que surgen, entonces efectivamente 16.667 es aproximadamente el número
de sociedades tecnológicas alienígenas que tenemos ahora mismo en
la galaxia y se iría manteniendo más o menos en el tiempo (todo según los criterios que me he inventado ¡esto sí que es ciencia seria!). Pero si se destruyen más rápido de lo que surgen,
entonces es posible que ahora mismo haya muy pocas o ninguna. Paul
Davies pone el ejemplo de una ciudad de noche, en la cual diferentes
ciudadanos encienden y apagan las luces de sus casas al azar... ¿Que
posibilidad hay de que dos casas con la luz encendida se vean entre
sí? Cuantas más casas haya, desde luego que más probable será,
pero lo fundamental es el tiempo que esté la luz encendida. Pocos
segundos, unas horas... toda la noche. Es imposible saber cuanto dura
una civilización tecnológica. Unos dicen que 10.000 años, otros
que un millón de años, etc. Yo, al igual que Paul Davies, creo que es absurdo ponerle fecha de
caducidad a algo así. Es posible que durante
las primeras fases las civilizaciones emergentes corran ciertos riesgos. Nosotros mismos casi nos
destruimos mediante una guerra nuclear en el pasado siglo y aún hoy
en día un enorme meteorito o un apocalipsis zombi o un derrumbe
social y económico pueden barrer a nuestra sociedad tecnológica de
la faz del planeta. Pero creo que pasado cierto tiempo, y acumulado
cierto nivel de desarrollo, una civilización puede volverse inmune
al tiempo. Basta por ejemplo que se expanda por varios planetas. ¿Van
a ser destruidos todos a la vez? Difícil. Pero si hay civilizaciones
“inmortales”... ¿como es que no se han ido acumulando ya hasta
llenar la galaxia con su jolgorio? ¿Como es que la ciudad no
resplandece con todas sus luces encendidas? La paradoja de Fermi
regresa para mordernos el culo. Y el silencio de ahí fuera continúa imperturbable.
Y
es hora de concluir este capítulo, pero para no desanimarles, les
contaré una anécdota esperanzadora de la mano de Carl Sagan, que
fue quien la vivió. Carl Sagan, a parte de gran científico y
divulgador, colaboró frecuentemente con la NASA, cofundó el
JPL (Jet Propulsión Laboratory) y por supuesto aportó su granito de
arena al SETI. A mediados de los ochenta, con la financiación de
Steven Spilberg entre otros mecenas, ayudó a crear el proyecto META
(Megachannel ExtraTerrestrial Assay, o ensayo extraterrestre por
megacanales). Lo que se hacía era usar radiotelescopios para buscar simultáneamente en un montón
de canales de radio tan estrechos que denotaran inteligencia (como nuestra radio de frecuencia modulada), pues no se
conocen fenómenos naturales capaces de emitir ondas de radio con
esas características tan definidas. El META a su vez contaba con
numerosos filtros para descartar señales de radio terrestres, que
llegaron a definirse bastante tras algunas falsas alarmas iniciales.
Después de un exhaustivo escrutinio, las finalistas
fueron 37 señales, de las cuales 11 en concreto eran tan claras que
parecían mensajes directos por parte de los extraterrestres...
excepto por ese pequeño detalle que antes comentábamos: nunca más
se repitieron, y por lo tanto nunca pudieron ser confirmadas. Un
fallo de los detectores o de los filtros, podrían pensar. Sin
embargo resulta que la mayor parte de todas esas señales se
descubrieron justo dentro o muy cerca del plano galáctico, donde
todas las estrellas (y por lo tanto los planetas) se encuentran, y de todas
ellas, las 5 más fuertes se localizaron en las constelaciones de
Casiopea, Monoceros, Hidra y dos en la de Sagitario, es decir, todas
ellas apuntando hacia el mismo centro galáctico, es decir en los lugares
del cielo con más concentración de estrellas de todos (curiosamente como la Señal Wow). Si tuviéramos 5
dardos y quisiéramos tirarlos sobre una carta celeste para atinar
con esa precisión, deberíamos de arrojarlos al menos 200 veces
antes de tener ese tipo de suerte. Sí, pero... ¿que sentido tiene
que los mensajes nunca más volvieran a repetirse? Tal vez eran
pulsos de radio-balizas muy espaciados en el tiempo, o... o quizá
eran señales que estaban justo bajo el umbral de nuestra detección
pero fueron temporalmente ampliadas por un fenómeno de parpadeo de
lente gravitacional (véase capítulo VIII), dándose la casualidad
de que justo este tipo de fenómenos se estima que duran el mismo
tiempo que marcaron nuestras señales candidatas a mensajes de ET.
Hasta
que nos contacten o detectemos algo en el universo cercano que nos
haga pensar en una intervención inteligente, no tenemos ni la más
remota idea de quién hay ahí fuera, si es que hay alguien. Frank Drake
estimó que ahora mismo habría 10.000 civilizaciones en la Vía Láctea, cada una
centrada en sus asuntos alienígenas. Nosotros, de
mantenerse su número en el tiempo, hemos obtenido que habría unas
16.667, pero podría no haber ninguna, o podría estar todo saturado de
ellas pero somos tan idiotas que aún no nos hemos dado cuenta de
ello. Quién sabe. Pero si quieren un poco de esperanza, piensen en
esas 5+1 señales del centro de la galaxia.
Bibliografía:
- Un silencio inquietante, de Paul Davies, editorial Crítica.
- Un Punto Azúl Pálido, de Carl Sagan, editorial Planeta. Concretamente su capítulo llamado "Oscuridad", en el cual habla del proyecto META y sus hallazgos.
Notas:
(1) Que es de 1.420 MHz por si a alguien le interesa.
(2) Una estrella de neutrones son los restos de una estrella mayor que el Sol que al final de su ciclo ha estallado como Supernova. Dichos restos han sido llevados por un colapso gravitatorio extremo a quedar apiñados en una densidad tan alta que resulta absurda para nuestros esquemas habituales, una sola cucharadita de estrella de neutrones podría llegar a pesar miles de toneladas y de caérsenos al suelo seguramente que lo atravesaría como si fuera papel. De hecho lo único que detiene el colapso gravitatorio es el llamado Principio de Exclusión de Pauli, que determina que dos neutrones (u otras partículas similares) no pueden ocupar el mismo espacio y estado cuántico a la vez. Una estrella de neutrones puede tener más masa que nuestro Sol y contar con un diámetro similar por ejemplo a una de nuestras ciudades, y si además gira rápidamente sobre si misma emite esos regulares pulsos de radiación propios de un púlsar. Con todo, hay casos en los que ni siquiera el Principio de Exclusión de Pauli basta para detener el colapso gravitatorio, en cuyo caso se genera un agujero negro.
(3) Esas esquivas y fantasmales partículas de las que hablamos en el Capítulo VI.
(4) Muchos se preguntan porque los científicos creen en los fantasmagóricos neutrinos o en el apenas vislumbrado bosón de higgs, y no en la procedencia alienígena de los OVNI o por ejemplo en la telepatía. La respuesta esta en la "Regla de Bayes". En función de las teorías que manejemos, asignamos un valor a priori al peso de una determinada prueba. Por ejemplo, Thomas Jefferson, en una época en la que se pensaba que los cielos eran inmutables, le dijo a un amigo que "antes creería que dos profesores yankis mienten a que del cielo caen piedras, en referencia al informe acerca de unos testigos que habían visto caer un meteorito. Hoy en día, con los modelos astronómicos que manejamos, la caía de piedras del cielo nos parece normal y estamos dispuestos a creer en ello sin demasiados reparos, y si no que se lo digan a los rusos. Del mismo modo, neutrinos y bosones de higgs son predicciones muy precisas de modelos teóricos mucho más amplios, y por lo tanto cualquier indicio que cuadre con dichas predicciones tiene mucho valor. Sin embargo por el momento no hay ninguna teoría sobre la telepatía que nos diga como podría funcionar y sobre la cual hacer predicciones y experimentar en su busca. Sobre ese tema se va a ciegas, y por lo tanto hay que ser muy cautos sobre cualquier posible indicio en su favor. Peor ocurre con los casos OVNI. Existir existen, desde luego, los vemos en filmaciones militares, de mano del testimonio de numerosos testigos, etc... y algunos pocos casos desafían toda explicación convencional ¿pero qué son? ¿fenómenos atmosféricos exóticos? ¿experimentos del gobierno estadounidense? ¿alucinaciones colectivas aún no muy bien entendidas por la psiquiatría? ¿extraterrestres? En el caso de esta última explicación, leyendo este capítulo vemos lo improbable que es. Que nos visiten justo ahora, con una tecnología solo un poco superior a la nuestra, quemando campos de cultivo y asustando a incautos conductores como si fueran adolescentes borrachos... imposible no es, pero sí muy improbable. Carl Sagan lo definió muy bien: afirmaciones extraordinarias requieren de pruebas extraordinarias, así que al igual que Thomas Jefferson con las piedras caídas del cielo, hasta que no me pongan delante de las narices una prueba incontrovertible no podré creer en ello.
(5) Parafraseando a Wikipedia, una onda gravitacional es una ondulación del espacio-tiempo producida por un cuerpo masivo acelerado. Aún no se ha detectado ninguna directamente, pero se tienen evidencias indirectas de ellas.
(6) Sí, delfines, simios, pulpos y algunas aves son muy inteligentes a su manera, pero aquí solo nos interesa la inteligencia si fabrica herramientas complejas que nos permitan detectarla a través del espacio interestelar. La frase no es mía, sino de Paul Davies, pero la suscribo.
(7) La catastrófica explosión del volcán de la isla de Toba, en la actual Indonesia, provocó una hecatombe climática de diezmó a muchas poblaciones humanas, de nuestra especie y otras, y que en particular provocó en el Homo Sapiens un "cuello de botella genético" a partir de los escasos supervivientes que explica que ahora mismo todos tengamos más parentesco entre nosotros del que debería de ser normal.
(8) Enrico Fermi fue el físico italiano responsable de la primera reacción nuclear controlada generada por el hombre, en 1942.
(9) Mecanismo que utiliza la luz del Sol y respira dióxido de carbono para producir energía y alimentos, expeliendo a cambio oxígeno, a diferencia de la fotosíntesis anoxigénica, más primitiva y que no lo hace.
(10) El método científico se caracteriza por la observación de un fenómeno, la elaboración de teorías racionales para intentar explicarlo, y la posterior experimentación para tratar de refutar o probar dichas teorías. Ahora nos parece obvio porque vivimos imbuidos en un mundo que ha sido construido gracias a él, pero por ejemplo los antiguos griegos a los que tanto debemos creían que la sola razón humana podía lograr discernir todas las verdades y que ensuciarse las manos experimentando era primitivo... así nunca pudieron descubrir la radio-astronomía, claro.
(9) Mecanismo que utiliza la luz del Sol y respira dióxido de carbono para producir energía y alimentos, expeliendo a cambio oxígeno, a diferencia de la fotosíntesis anoxigénica, más primitiva y que no lo hace.
(10) El método científico se caracteriza por la observación de un fenómeno, la elaboración de teorías racionales para intentar explicarlo, y la posterior experimentación para tratar de refutar o probar dichas teorías. Ahora nos parece obvio porque vivimos imbuidos en un mundo que ha sido construido gracias a él, pero por ejemplo los antiguos griegos a los que tanto debemos creían que la sola razón humana podía lograr discernir todas las verdades y que ensuciarse las manos experimentando era primitivo... así nunca pudieron descubrir la radio-astronomía, claro.
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