domingo, 1 de diciembre de 2013

Capítulo XV: La vida inteligente en el universo.


Capítulo XV
La vida inteligente en el universo.


 Bienvenidos gentiles lectores. Debo de reconocer que voy a disfrutar escribiendo este nuevo capítulo, y espero que vosotros lo hagáis leyéndolo, pues ha llegado el momento de tratar un tema apasionante: la vida inteligente extraterrestre.

 En el capítulo anterior hablamos acerca de lo que se sabe o se sospecha sobre la posible existencia de vida en otros planetas. Nos quedamos oscilando entre dos posibilidades, una muy pesimista que se plantea  a nuestro universo como un yermo inhóspito y deshabitado, y otra en extremo optimista que imagina planetas-vergel por doquier. Para tratar de desequilibrar la balanza en uno u otro sentido, vamos ahora a dar una vuelta más de tuerca y a preguntarnos directamente por las hipotéticas civilizaciones alienígenas. ¿Las hay? ¿no? y de haberlas... ¿son comunes o raras? Desde luego que de detectar algún vestigio de ellas, quedaría resuelto todo nuestro enigma. Sería fantástico imaginar un universo repleto de vida, pero no nos precipitemos y vayamos paso a paso explorando todas las posibilidades y pruebas que se nos plantean en busca de alguna conclusión.

 El SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence, búsqueda de inteligencia extraterrestre) es una iniciativa que nació en los años 70 con el fin de buscar justamente señales de inteligencia extraterrestre. Para ello se usaron los más poderosos radio-telescopios de la época, pues por aquel entonces se daba por su puesto que si los extraterrestres querían enviarnos un mensaje lo harían por radio. El porqué de esta presuposición es sencillo: la radio es un método barato y eficaz de mandar información de un sitio a otro a la velocidad de la luz (la más rápida posible). 


Matriz de radiotelescopios en Nuevo México, la película Contact, basada en una novela de Carl Sagan, los hizo famosos.


 Solo había un problema... existen numerosísimas frecuencias posibles para hacerlo (piensen en el dial de su radio), ¿cual de todas ellas usaría ET? Tras muy sesudas discusiones se decidió que la frecuencia en la que resuena el gas de hidrógeno frío interestelar (1) era la más adecuada; no en vano es la más común en nuestra galaxia y tiene además la virtud de ser muy penetrante a la hora de atravesar nubes de gas y otros obstáculos. De este modo muchas antenas comenzaron a escudriñar el firmamento en busca de una transmisión de radio que reuniera todos los requisitos necesarios para tener un origen inteligente, pero que no fuera nuestra. Se crearon toda una serie de filtros para evitar que esto último ocurriera, como por ejemplo comprobar que el foco de dicha señal estuviera localizado en un punto fijo del espacio y no se moviera con la Tierra, así como otros. A pesar de todo hubo varias falsas alarmas, por ejemplo cuando se detectaron unos pulsos muy potentes y con una cadencia más regular que la mayoría de nuestros relojes que indudablemente procedían del espacio profundo. La señal resultó provenir de un púlsar, un tipo de estrella de neutrones (2) que gira a increíble velocidad enviándonos regularmente haces de radiación como si fuera un gigantesco y veloz faro.


También se han descubierto planetas, o quizá restos de planetas, orbitando alrededor de púlsares.  La presencia de vida en estos mundos es más que dudosa, sobre todo por las oleadas de radiación a las que estarán sometidos, como el artista ha ilustrado en forma de enormes auroras boreales en los polos del planeta que ha recreado. De todos modos los púlsares llaman tanto la atención que se ha pensado que civilizaciones extraterrestres podrían decidir emitir en la misma trayectoria de sus pulsos para asegurarse más la recepción de sus mensajes. Podría ser una buena estrategia de búsqueda.


 Pero al menos demostró que nuestros métodos de búsqueda funcionaban bien. En cualquier caso, nadie se engañaba sobre lo difícil del empeño, como dice el físico y divulgador Paul Davies, "es como buscar una aguja en un pajar, con el agravante de que ni siquiera sabemos si la aguja está ahí". Con todo el 15 de agosto de 1977 el radiotelescopio "Big Ear" (la gran oreja) recibió una fortísima señal, unas 30 veces más intensa que el ruido de fondo, que duró unos 72 segundos y resultó provenir de algún punto correspondiente a la zona oriental de la constelación de Sagitario, en dirección por cierto al centro galáctico. Se quedó con el apodo de "Señal Wow" porque Jerry R. Ehman, el profesor de la Universidad Estatal de Ohio que trabajaba de voluntario inspeccionando los registros del Big Ear, se quedó tan patidifuso al ver aquello que escribió "Wow!" en el margen del impreso con los registros. 




 La señal había pasado todos los filtros estipulados como para poder ser considerada genuinamente extraterrestre, bueno, en realidad todos excepto uno: no se la pudo confirmar. El Big Ear fue apuntado de nuevo en la misma dirección y no detectó nada. Eso mismo se hizo en varias ocasiones más, todas ellas con resultado negativo. ¿Como es posible que una civilización extraterrestre quisiera enviarnos un mensaje de solo 72 segundos y luego nunca más volver a hacerlo? (aunque tampoco sabemos si podía haber estado transmitiendo más tiempo antes de que captásemos la señal). Para responder a esta pregunta, pensemos en lo que creemos saber sobre esos hipotéticos extraterrestres y sus supuestas motivaciones.

 Como decía, en los años 70 y 80, las dos primeras décadas del SETI, imaginábamos a extraterrestres emitiendo por radio en una frecuencia específica. Posteriormente, con la invención de herramientas informáticas más poderosas, el requisito de la frecuencia fue perdiendo sentido: nuestros ordenadores podían analizar muchísimas frecuencias distintas recibidas a la vez; era absurdo centrarse solo en una concreta. No mucho después se empezó a pensar que tal vez la radio era un método más ineficaz de lo que se creía y que era mucho más rentable comunicarse mediante pulsos láser, con lo cual nació la rama del "SETI óptico" en busca de este nuevo tipo de señales. Bien, recopilemos. En menos de 50 años hemos pasado de buscar estrechas frecuencias de radio a pulsos láser, y ahora hay quien dice que la emisión de neutrinos (3), capaces de atravesar casi cualquier cosa y solo detectables si uno pone empeño en ello, sería en verdad el método perfecto. Bien. Ello nos habla de lo increíblemente estrechos de miras que somos imaginando a los extraterrestres; siempre lo hacemos según nuestra propia visión de nosotros mismos, y si esta cambia, también lo hace la imagen que podamos formarnos de ellos. Paul Davies pone un ejemplo muy gracioso. En 1898, cuando H. G. Wells escribió "La Guerra de losMundos" el Imperio Británico era el más poderoso de La Tierra y su fuerza se medía en acres de terreno y en toneladas de acero y carbón. Así pues, los marcianos que se inventó buscaban invadir La Tierra para apoderarse de nuestros recursos, que era lo que estaba de moda en la época (y sino que se lo pregunten a las naciones colonizadas por el Imperio Británico). 

Los belicosos marcianos atacan Londres, la metrópoli del mayor imperio del mundo en 1898. Puede verse como capturan a personas para inyectarse su sangre, pues estos alienígenas no tenían sistema digestivo (eran solo cabezas con tentáculos) y debían de inyectarse directamente los nutrientes. También cuentan con una caja generadora del llamado "rayo ardiente", un terrible haz de puro calor. Recomiendo al lector que se lea la novela de H. G. Wells, es soberbia, y no creo que nunca saquen una adaptación al cine que le haga justicia.


 Varias décadas más tarde, en "Encuentrosen la Tercera Fase", la famosa película de Steven Spilberg, se planteó a unos extraterrestres pacíficos, que lejos de querer ensuciarse las manos robándonos nuestros minerales (y nuestra sangre) estaban interesados en el intercambio de información. 

Fotograma de la película "Encuentros en la Tercera Fase".


 Nuestra sociedad estaba por entonces en los albores de la globalización: las noticias volaban rápidamente de un continente a otro y la información (económica, científica, política) era el bien más preciado. Incluso muchos testigos de casos OVNI aseguran ver artefactos voladores presuntamente pilotados por alienígenas (4), de un modo análogo a nuestros propios aviones y naves espaciales. ¿Cómo imaginaremos a los extraterrestres dentro de 100 años? Seguro que de otra manera muy distinta a como lo hacemos ahora. A la hora de tratar de vislumbrar los caminos que ha podido seguir una sociedad tecnológica no humana, debemos de librarnos de todos los prejuicios. De existir, no solo serán más extraños de lo que imaginamos, sino que lo que podemos imaginar. Nuestra civilización actual tiene aproximadamente unos 10.000 años de historia y hemos pasado del descubrimiento de la agricultura, la ganadería y las piezas de alfarería a cosas como Internet, los viajes espaciales y el teletransporte cuántico. ¿Y una civilización que tenga centenares de miles, incluso millones de años de historia? ¿qué habrá sido de ella? ¿qué habrá llegado a hacer? No se esfuercen, como les decía es imposible imaginárselo, estamos demasiado influenciados por nuestra propia humanidad. Pero sí que podemos plantearnos sus posibles estrategias de comunicación interestelar, sobre todo porque solo nos interesan las que nosotros podemos detectar ahora. Podrían estar enviándonos toda una enciclopedia galáctica elaboradamente codificada en ondas gravitacionales (5) y nosotros aquí tan panchos, como una tribu que espera oír el sonido lejano de un tam tam y no se percata de que les están llamando por radio. Además, los extraterrestres, por muy inimaginablemente poderosos que puedan llegar a ser, tampoco querrán despilfarrar recursos así a lo loco en un asunto tan azaroso como la búsqueda de otras inteligencias, y por otra parte deberán de asumir que puedan existir sociedades mucho menos desarrolladas que ellos, así que la radio puede seguir siendo una buena baza para escucharles a pesar de todo lo dicho hasta ahora. Tal vez coloquen radio-balizas por ahí y las dejen como un modo de llamar la atención; esa es una buena y barata manera de hacerse ver o de avisar de algo, barriendo toda la galaxia con señales puntuales por el mínimo precio. Se han hecho estudios que indican que dos pulsos muy fuertes de unos pocos minutos de duración al año sería el mejor compromiso entre gasto energético y eficacia. Están pensando en la Señal Wow ¿verdad? Podría ser, de momento me guardo para el final una controvertida y esperanzadora anécdota sobre el tema, y recalco que todo esto es una aproximación muy especulativa a la cuestión, puesto que, repito, nos es imposible conocer el modo de pensar de ET. 


 En cualquier caso...¿y si simplemente no hay nadie más allá en la oscuridad? Lo cierto es que de momento no hemos recibido ningún mensaje alienígena incontrovertible... cuando sabemos que sería técnicamente posible que alguien con empeño suficiente barriera toda la galaxia con señales que denotaran inteligencia... ¿llevamos demasiado poco tiempo buscando? ¿lo estamos haciendo mal? ¿o es que simplemente estamos terriblemente solos? Este es realmente el quid de la cuestión, y vamos a fondo con él, en definitiva ¿cómo es de posible el surgimiento de vida inteligente en el universo? 

 Tenemos un único ejemplo para empezar, que somos nosotros, pero eso ya nos dice muchas cosas. Concretamente la vida en este planeta ha tardado cosa así de unos 3.800 millones de años de evolución en tenernos pululando y armando desmanes por aquí. Es mucho tiempo, como decía en el capítulo anterior, y casi agota la ventana de habitabilidad de 5.000 millones de años de nuestro planeta. "¡Pero ha ocurrido!" pensarán algunos de ustedes, "la vida siempre avanza hacia una mayor complejidad y es inevitable que tarde o temprano surja la inteligencia", podrían añadir. No tan rápido amigos. La vida en realidad no avanza hacia ningún lado. Cito a Stephen Jay Gould, un prestigioso paleontólogo y biólogo estadounidense. Imaginen a un borracho que acaba tirado justo en una cuneta. Podría pensarse que ha ido dando tumbos por ahí y finalmente ha "decidido" echarse a descansar en esa cuneta. Pero el borracho simplemente podría haberse ido apoyando precariamente en un muro que justo se termina en la cuneta, donde habría caído redondo. Con la vida pasa un poco lo mismo, empieza de modo muy simple por necesidad y no tiene hacia donde dirigirse si no es hacia arriba en la escala de complejidad: explora aleatoriamente todas las posibilidades, dándose el caso de que la mayor parte de ellas son más complejas que el punto de partida, y así sigue. La vida “progresa” porque solo puede seguir esa dirección, y lo hace a tientas. ¿Qué posibilidades hay de que la vida dé por pura suerte con la inteligencia del mismo modo que el borracho termina durmiendo la mona en la cuneta? No lo sabemos. Muchas veces se da por supuesto que hay un nicho (un espacio ecológico natural) para la inteligencia. El argumento que se suele dar es que hay ciertas "invenciones" de la evolución que son recurrentes. Por ejemplo las alas han aparecido muchas veces, en insectos, en los extintos Pterosaurios, en las aves, en los murciélagos y en los peces voladores, siempre de modo independiente. Lo mismo ocurre con los ojos, o con "el método del tigre" (como se verá en el futuro de este blog, diferentes criaturas sin ningún tipo de parentesco entre sí han recurrido en diferentes momentos de la historia de la vida a la estrategia de tener grandes colmillos y cazar al acecho). ¿Y la inteligencia? De momento solo sabemos que haya aparecido en este planeta una vez (6), al igual que por ejemplo las grandes trompas de los elefantes. ¿Trompas e inteligencia son algo meramente accidental? ¿o solo hay que esperar el tiempo suficiente para que aparezcan al igual que alas, ojos y enormes colmillos asesinos? ¿Habrían llegado los dinosaurios ha desarrollar formas inteligentes de haber tenido el tiempo evolutivo suficiente? 


A la derecha el dinosaurio Troodon (que por cierto hoy sospechamos que tenía plumas), y a la izquierda su posible evolución inteligente de no haberse extinguido, ambos modelos pueden verse en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.


 Respecto a esa última pregunta, los dinosaurios tuvieron 180 millones de años de "reinado" infructuoso en el sentido del desarrollo de la inteligencia. Y lo mismo puede decirse de los millones de años de aislamiento de los mamíferos marsupiales en Oceanía. En efecto nuestro planeta no parece un buen ejemplo en lo que se refiere a la "predestinación evolutiva" de la inteligencia, de hecho nosotros somos la única especie de homínidos que queda con viva (hubo muchas en el pasado) y aún así hace 70.000 años estuvimos al borde mismo de la extinción (7). 

 Pero hay una evidencia todavía más pesimista (para los que desean imaginar la galaxia poblada de civilizaciones alienígenas), y es la denominada "Paradojade Fermi", en honor al famoso físico Enrico Fermi (8), que la formuló. La paradoja dice así: si asumimos que el desarrollo de vida inteligente en la galaxia es algo común y frecuente, entonces... ¿cómo es que no están ya aquí? Porque desde luego que tiempo han tenido. Pongan por ejemplo que hace 3 millones de años, cuando nuestros antepasados homínidos daban sus primeros pasos (un suspiro a nivel de tiempo geológico), hubiera surgido una civilización tecnológica en el otro extremo de la Vía Láctea. Incluso asumiendo que solo pudieran viajar a un porcentaje de la velocidad de la luz y que se tomaran su tiempo descubriendo y colonizando planetas, les habría sobrado tiempo para poblar toda la galaxia (que tiene 100.000 años luz de punta a punta). Y si, por ejemplo,  decidieran utilizar máquinas autoreplicantes para ayudarse, entonces hace ya mucho tiempo que debería de haber sondas suyas explorando o incluso instalándose aquí... y eso que el ejemplo de hace tres millones de años es muy conservador, pues perfectamente podrían haber aparecido hace 10, hace 100 o incluso hace 1.000 millones de años. ¿Qué es lo que ocurre? ¿acaso somos los primeros? No parece probable, puesto que nuestra galaxia lleva ya bastante tiempo siendo potencialmente habitable... ¿entonces qué? Alguien podría decir que en realidad es algo muy humano eso de querer explorarlo todo a cualquier precio e incluso ya puestos montar una especie de Imperio Galáctico. ¿Y si los extraterrestres tienen otras motivaciones y gustan por ejemplo de quedarse en su planeta natal para meditar sobre cosas que nos explotaría la cabeza solo de poder atisbar? Podría ser, pero por desgracia para nuestro intento de esquivar la Paradoja de Fermi existen muchas motivaciones objetivas para querer viajar entre las estrellas. Por ejemplo, los planetas son inestables, pueden sufrir desastres ecológicos, impactos de otros cuerpos o sus propias estrellas pueden freírlos. Cualquier extraterrestre con más de dos dedos de frente tendrá su nave espacial a mano... solo por si acaso. Por otro lado, la selección natural favorece la aparición de la inteligencia y de la tecnología, entre otras cosas, mediante la curiosidad. Seguro que fue la curiosidad y no ningún plan largamente meditado lo que llevo a nuestros antepasados a interesarse por el fuego, por percatarse de como un disco rodaba y decidir ponerle un eje, etc. La curiosidad es un mecanismo de supervivencia formidable que nos lleva a querer ir siempre más lejos, y nos cuesta imaginar como una inteligencia extraterrestre podría haber podido desarrollarse prescindiendo de ella. E incluso si efectivamente se puede ser inteligente y desarrollar una tecnología avanzada sin un insensato deseo de querer ir "más allá del siguiente valle", lo cierto es que tenemos el perturbador hecho de que ninguna civilización ha seguido hasta ahora el camino de la expansión y colonización sistemática de la galaxia. O tal vez su tecnología es tan inimaginablemente avanzada que podríamos tenerlos delante de las narices sin darnos cuenta y no somos más que una simple curiosidad que mirar por encima del hombro para ellos... quién sabe.

 No obstante, lejos de fantasiosas especulaciones, existe un método para tratar de resolver la Paradoja de Fermi desde un punto de vista rigurosamente científico. ¿Recuerdan el "Gran Filtro"? Es momento de volver a aquel razonamiento de cara a llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Repasemos: hablábamos sobre las posibilidades del surgimiento de vida en un planeta dada una cierta ventana de oportunidad durante la cual es habitable, en nuestro planeta de unos 5.000 millones de años grosso modo. Aquí la vida tardó relativamente poco en aparecer una vez abierta la ventana de oportunidad, pero la inteligencia ya casi la ha agotado a la hora de desarrollarse. El cosmólogo Brandon Carter y el economista Robin Hanson, manejando ciertas demostraciones matemáticas se dieron cuenta que desde su origen hasta el desarrollo de inteligencia la vida en un planeta debía de lograr superar una serie de filtros, siendo el primero de todos y quizá el más difícil el de su propio origen, para a continuación ir pasando por otros, como por ejemplo la fotosíntesis, la vida pluricelular, etc. Descubrieron así mismo que la duración entre cada hito a superar era de 1/N, siendo N el tiempo total de habitabilidad del planeta, e independientemente de que un hito fuera más fácil de pasar que otro. Puesto que antes de que nuestro Sol nos fría faltan cosa así de unos 800 millones de años y si hemos dicho que N es de unos 5.000 millones de años para este planeta, entonces:

5.000 / 800 = 6,25 ≈ 6

 Vamos, que en la Tierra la vida ha logrado pasar por 6 hitos fundamentales espaciados de media unos 800 millones de años hasta llegar a nosotros. ¿Se corresponde eso con el registro fósil? Los primeros restos fósiles de vida que se conocen datan de hace unos 3.460 millones de años, pero ya eran bastante avanzados, así que sin duda la vida tuvo que surgir antes. Seamos conservadores (de cara a nuestra argumentación) y digamos que la vida tardó unos 200 millones de años en aparecer (este planeta ya era habitable allá por hace 4.000 - 3.800 millones de años). Ese tiempo de aparición resulta ser cuatro veces menos que lo esperado, pero como ya dijimos en el capítulo anterior, podemos ser un caso afortunado en ese sentido. Sigamos pues con los demás hitos: la fotosíntesis oxigénica (9) se “descubrió” hace 2.800 millones de años, las células eucariotas (las más avanzadas de todas, que componen a animales, vegetales y hongos) hace 1.800 millones de años, la reproducción sexual y con ella la provechosa recombinación genética hace 1.200 millones de años, la vida pluricelular (hecha de más de una célula) hace 600 millones de años, y nosotros ahora. 




 Más o menos el lapso entre cada hito es similar y se aproxima al predicho. Según eso, nosotros solo estamos aquí por haber sido tan afortunados de haber podido “saltarnos” el primer hito, el del origen de la vida, que apareció muy rápido, sino no nos hubiera dado tiempo de evolucionar. Ello podría resolver negativamente la Paradoja de Fermi: contrariamente a lo postulado por ella la vida inteligente es simplemente demasiado improbable, requiere de mucho tiempo y de muchos azares para ser frecuente. Esa es la conclusión afortunada para nosotros: ¡lo hemos logrado! ¡hemos superado todos los hitos en el tiempo justo! Un futuro espléndido se abre ante nosotros, ya pasó lo difícil. Luego está la conclusión fatalista: nuestra teoría de los hitos no es correcta y la vida inteligente es común y se desarrolla rápidamente, en cuyo caso tiene que haber un filtro que la elimine después y la impida llegar hasta la colonización galáctica, como por ejemplo que toda civilización sea inherentemente inestable y tarde o temprano se auto destruya, o sea inevitablemente aniquilada por algún otro agente. En ese caso, aún no hemos superado el “Gran Filtro” y está ahí, justo delante de nosotros, pendiente de ser rebasado... si podemos. Los desastres ecológicos, sociales y económicos que estamos organizando recientemente no inspiran mucha confianza, y algunos opinan que si descubrimos vida por ahí fuera nuestra perspectiva no haría más que empeorar, pues revelaría aún más probable que el GranFiltro esté efectivamente en nuestro futuro y no en nuestro pasado. Por supuesto, he sido un poco simplista. También es posible que la inteligencia sea común pero que otras sociedades nunca lleguen a descubrir el método científico y a desarrollar la alta tecnología (10). En la nuestra propia, solo se lo descubrió una vez, en la Europa de los siglos XV y XVI, y solo por una afortunada conjunción de circunstancias, principalmente los conocimientos heredados de Grecia y de Roma sumados a los deseos de los físicos de la época de encontrar “el plan de Dios para el universo”, que además según ellos era lineal y definido, y no cíclico y caótico, como por ejemplo pensaban mayas o hindúes. Otras culturas como la China realizaron grandes descubrimientos, pero no creían en algo tan abstracto como un plan divino inalterable y nunca se molestaron en querer ir más allá, si total, los dioses eran caprichosos y los seres humanos no podíamos esperar a entenderlos... ¿para que perder el tiempo tratando de vislumbrar leyes inmutables subyacentes a todo? Y sin el método científico jamás habríamos podido construir radiotelescopios o el ordenador en que Vd. lee esto. Así que ya ven, el monoteísmo ha hecho más por nosotros de lo que muchos creíamos (que los que sean creyentes no se sientan ofendidos por favor, yo simplemente no lo soy).

 Pero terminemos ya con esto. Hace ya muchos años alguien decidió reunir todos estos argumentos en una misma ecuación y diseñar el método definitivo para el cálculo de las civilizaciones alienígenas que pueda haber en nuestra galaxia. Fue Frank Drake y su solución fue la archifamosa:

Ecuación de Drake.


Aquí os la dejo:


N = R* x Fp x Ne x Fl x Fi x Fc x L


 Normalmente se la encontrarán escrita con los símbolos de multiplicación omitidos o sustituidos con puntos como se hace a veces en matemáticas, y las letras en realidad son minúsculas con subíndices, pero por limitación de medios las he cambiado por mayúsculas. Veamos que significa cada una.

N = Número de civilizaciones en la galaxia con capacidad para la comunicación interestelar.

R* = Tasa de formación de estrellas como el Sol en la galaxia.

Fp = Fracción de esas estrellas que tiene planetas.

Ne = Número de planetas como la Tierra en cada sistema planetario.

Fl = Fracción de planetas en los que surge la vida.

Fi = Fracción de planetas en los que surge la vida inteligente.

Fc = Fracción de planetas en los que surge una civilización tecnológica con capacidad de comunicarse a nivel interestelar.

L = Tiempo medio de duración de una civilización tecnológica con capacidad de comunicarse a nivel interestelar.


 Nótese que nos quedamos dentro de nuestra galaxia porque detectar señales desde otras de momento se nos antoja imposible, simplemente están demasiado lejos. Aclarado esto, tratemos de estimar N:

R* = Los últimos conteos apuntan a cosa así de unos 10.000 millones de estrellas como el Sol ahora mismo en la galaxia, aunque es una cifra a la baja porque actualmente en la Vía Láctea mueren más estrellas de las que nacen. Pero aún así es un punto de partida fiable, aunque en el pasado fuera algo mayor y en el futuro disminuya.

Fp = Si recuerdan los últimos capítulos, hoy podemos ser bastante optimistas con este cálculo. Frank Drake estimó en su día que el 50% de las estrellas tipo Sol tendrían planetas, hoy sabemos que este porcentaje seguramente sea mayor, pero seamos conservadores y quedémonos con la mitad. 5.000 millones de sistemas planetarios entonces.

Ne = Aquí empezamos a entrar en un terreno más resbaladizo, pero los últimos descubrimientos de planetas extrasolares nos han llevado a creer que casi 1/3 de los sistemas planetarios tendrían planetas parecidos de algún modo a la Tierra. Por si pensamos que eso es demasiado optimista, así gratuitamente dejémoslo en 1/10 y además supongamos que nunca hay más de un planeta como el nuestro por sistema. Nos quedamos en 500 millones de planetas como la Tierra en la Vía Láctea.

Fl: Ni la menor idea. Unos dicen que en el 100% de los casos surgirá la vida, otros que casi nunca... Vamos a ser moderadamente pesimistas sobre esto y a pensar que solo en un 1% de los casos realmente aparece la vida. Así pues, 5 millones de planetas habitados.

Fi: Menos idea aún. Sigamos con nuestro criterio aleatorio y moderadamente pesimista, venga, 1% de nuevo. Estamos ya en 50.000 planetas donde ha aparecido la vida inteligente actualmente (con el desfase de años luz de las distancias galácticas, claro, recordemos que nuestra galaxia mide unos 100.000 años luz aproximadamente).

Fc: Aquí me voy a tirar el triple. Yo creo que el método científico no es tan difícil de descubrir después de todo. Al fin de al cabo solo hemos necesitado 10.000 años para dar con él. Quizá otros seres “menos avispados” necesiten el triple de tiempo, pero yo creo que no es imposible. Con todo seamos cautos y pensemos que solo una de cada tres especies inteligentes alcanzan niveles elevados de tecnología, así pues: 16.667 civilizaciones tecnológicas.

L: En realidad, esta es la clave de la ecuación. Hay 16.667 civilizaciones que nuestros "rigurosos" cálculos nos dicen que han podido aparecer... ¿pero por cuanto tiempo sobrevivirán? ¿y las que había antes? Si las civilizaciones se destruyen al mismo tiempo que surgen, entonces efectivamente 16.667 es aproximadamente el número de sociedades tecnológicas alienígenas que tenemos ahora mismo en la galaxia y se iría manteniendo más o menos en el tiempo (todo según los criterios que me he inventado ¡esto sí que es ciencia seria!). Pero si se destruyen más rápido de lo que surgen, entonces es posible que ahora mismo haya muy pocas o ninguna. Paul Davies pone el ejemplo de una ciudad de noche, en la cual diferentes ciudadanos encienden y apagan las luces de sus casas al azar... ¿Que posibilidad hay de que dos casas con la luz encendida se vean entre sí? Cuantas más casas haya, desde luego que más probable será, pero lo fundamental es el tiempo que esté la luz encendida. Pocos segundos, unas horas... toda la noche. Es imposible saber cuanto dura una civilización tecnológica. Unos dicen que 10.000 años, otros que un millón de años, etc. Yo, al igual que Paul Davies, creo que es absurdo ponerle fecha de caducidad a algo así. Es posible que durante las primeras fases las civilizaciones emergentes corran ciertos riesgos. Nosotros mismos casi nos destruimos mediante una guerra nuclear en el pasado siglo y aún hoy en día un enorme meteorito o un apocalipsis zombi o un derrumbe social y económico pueden barrer a nuestra sociedad tecnológica de la faz del planeta. Pero creo que pasado cierto tiempo, y acumulado cierto nivel de desarrollo, una civilización puede volverse inmune al tiempo. Basta por ejemplo que se expanda por varios planetas. ¿Van a ser destruidos todos a la vez? Difícil. Pero si hay civilizaciones “inmortales”... ¿como es que no se han ido acumulando ya hasta llenar la galaxia con su jolgorio? ¿Como es que la ciudad no resplandece con todas sus luces encendidas? La paradoja de Fermi regresa para mordernos el culo. Y el silencio de ahí fuera continúa imperturbable.

 Y es hora de concluir este capítulo, pero para no desanimarles, les contaré una anécdota esperanzadora de la mano de Carl Sagan, que fue quien la vivió. Carl Sagan, a parte de gran científico y divulgador, colaboró frecuentemente con la NASA, cofundó el JPL (Jet Propulsión Laboratory) y por supuesto aportó su granito de arena al SETI. A mediados de los ochenta, con la financiación de Steven Spilberg entre otros mecenas, ayudó a crear el proyecto META (Megachannel ExtraTerrestrial Assay, o ensayo extraterrestre por megacanales). Lo que se hacía era usar radiotelescopios para buscar simultáneamente en un montón de canales de radio tan estrechos que denotaran inteligencia (como nuestra radio de frecuencia modulada), pues no se conocen fenómenos naturales capaces de emitir ondas de radio con esas características tan definidas. El META a su vez contaba con numerosos filtros para descartar señales de radio terrestres, que llegaron a definirse bastante tras algunas falsas alarmas iniciales. Después de un exhaustivo escrutinio, las finalistas fueron 37 señales, de las cuales 11 en concreto eran tan claras que parecían mensajes directos por parte de los extraterrestres... excepto por ese pequeño detalle que antes comentábamos: nunca más se repitieron, y por lo tanto nunca pudieron ser confirmadas. Un fallo de los detectores o de los filtros, podrían pensar. Sin embargo resulta que la mayor parte de todas esas señales se descubrieron justo dentro o muy cerca del plano galáctico, donde todas las estrellas (y por lo tanto los planetas) se encuentran, y de todas ellas, las 5 más fuertes se localizaron en las constelaciones de Casiopea, Monoceros, Hidra y dos en la de Sagitario, es decir, todas ellas apuntando hacia el mismo centro galáctico, es decir en los lugares del cielo con más concentración de estrellas de todos (curiosamente como la Señal Wow). Si tuviéramos 5 dardos y quisiéramos tirarlos sobre una carta celeste para atinar con esa precisión, deberíamos de arrojarlos al menos 200 veces antes de tener ese tipo de suerte. Sí, pero... ¿que sentido tiene que los mensajes nunca más volvieran a repetirse? Tal vez eran pulsos de radio-balizas muy espaciados en el tiempo, o... o quizá eran señales que estaban justo bajo el umbral de nuestra detección pero fueron temporalmente ampliadas por un fenómeno de parpadeo de lente gravitacional (véase capítulo VIII), dándose la casualidad de que justo este tipo de fenómenos se estima que duran el mismo tiempo que marcaron nuestras señales candidatas a mensajes de ET.

 Hasta que nos contacten o detectemos algo en el universo cercano que nos haga pensar en una intervención inteligente, no tenemos ni la más remota idea de quién hay ahí fuera, si es que hay alguien. Frank Drake estimó que ahora mismo habría 10.000 civilizaciones en la Vía Láctea, cada una centrada en sus asuntos alienígenas. Nosotros, de mantenerse su número en el tiempo, hemos obtenido que habría unas 16.667, pero podría no haber ninguna, o podría estar todo saturado de ellas pero somos tan idiotas que aún no nos hemos dado cuenta de ello. Quién sabe. Pero si quieren un poco de esperanza, piensen en esas 5+1 señales del centro de la galaxia.


Bibliografía:

- Un silencio inquietante, de Paul Davies, editorial Crítica.

- Un Punto Azúl Pálido, de Carl Sagan, editorial Planeta. Concretamente su capítulo llamado "Oscuridad", en el cual habla del proyecto META y sus hallazgos.


Notas:


(1) Que es de 1.420 MHz por si a alguien le interesa.

(2) Una estrella de neutrones son los restos de una estrella mayor que el Sol que al final de su ciclo ha estallado como Supernova. Dichos restos han sido llevados por un colapso gravitatorio extremo a quedar apiñados en una densidad tan alta que resulta absurda para nuestros esquemas habituales, una sola cucharadita de estrella de neutrones podría llegar a pesar miles de toneladas y de caérsenos al suelo seguramente que lo atravesaría como si fuera papel. De hecho lo único que detiene el colapso gravitatorio es el llamado Principio de Exclusión de Pauli, que determina que dos neutrones (u otras partículas similares) no pueden ocupar el mismo espacio y estado cuántico a la vez. Una estrella de neutrones puede tener más masa que nuestro Sol y contar con un diámetro similar por ejemplo a una de nuestras ciudades, y si además gira rápidamente sobre si misma emite esos regulares pulsos de radiación propios de un púlsar. Con todo, hay casos en los que ni siquiera el Principio de Exclusión de Pauli basta para detener el colapso gravitatorio, en cuyo caso se genera un agujero negro.

(3) Esas esquivas y fantasmales partículas de las que hablamos en el Capítulo VI.

(4) Muchos se preguntan porque los científicos creen en los fantasmagóricos neutrinos o en el apenas vislumbrado bosón de higgs, y no en la procedencia alienígena de los OVNI o por ejemplo en la telepatía. La respuesta esta en la "Regla de Bayes". En función de las teorías que manejemos, asignamos un valor a priori al peso de una determinada prueba. Por ejemplo, Thomas Jefferson, en una época en la que se pensaba que los cielos eran inmutables, le dijo a un amigo que "antes creería que dos profesores yankis mienten a que del cielo caen piedras, en referencia al informe acerca de unos testigos que habían visto caer un meteorito. Hoy en día, con los modelos astronómicos que manejamos, la caía de piedras del cielo nos parece normal y estamos dispuestos a creer en ello sin demasiados reparos, y si no que se lo digan a los rusos. Del mismo modo, neutrinos y bosones de higgs son predicciones muy precisas de modelos teóricos mucho más amplios, y por lo tanto cualquier indicio que cuadre con dichas predicciones tiene mucho valor. Sin embargo por el momento no hay ninguna teoría sobre la telepatía que nos diga como podría funcionar y sobre la cual hacer predicciones y experimentar en su busca. Sobre ese tema se va a ciegas, y por lo tanto hay que ser muy cautos sobre cualquier posible indicio en su favor. Peor ocurre con los casos OVNI. Existir existen, desde luego, los vemos en filmaciones militares, de mano del testimonio de numerosos testigos, etc... y algunos pocos casos desafían toda explicación convencional ¿pero qué son? ¿fenómenos atmosféricos exóticos? ¿experimentos del gobierno estadounidense? ¿alucinaciones colectivas aún no muy bien entendidas por la psiquiatría? ¿extraterrestres? En el caso de esta última explicación, leyendo este capítulo vemos lo improbable que es. Que nos visiten justo ahora, con una tecnología solo un poco superior a la nuestra, quemando campos de cultivo y asustando a incautos conductores como si fueran adolescentes borrachos... imposible no es, pero sí muy improbable. Carl Sagan lo definió muy bien: afirmaciones extraordinarias requieren de pruebas extraordinarias, así que al igual que Thomas Jefferson con las piedras caídas del cielo, hasta que no me pongan delante de las narices una prueba incontrovertible no podré creer en ello.

(5) Parafraseando a Wikipedia,  una onda gravitacional es una ondulación del espacio-tiempo producida por un cuerpo masivo acelerado. Aún no se ha detectado ninguna directamente, pero se tienen evidencias indirectas de ellas. 

(6) Sí, delfines, simios, pulpos y algunas aves son muy inteligentes a su manera, pero aquí solo nos interesa la inteligencia si fabrica herramientas complejas que nos permitan detectarla a través del espacio interestelar. La frase no es mía, sino de Paul Davies, pero la suscribo. 

(7) La catastrófica explosión del volcán de la isla de Toba, en la actual Indonesia, provocó una hecatombe climática de diezmó a muchas poblaciones humanas, de nuestra especie y otras, y que en particular provocó en el Homo Sapiens un "cuello de botella genético" a partir de los escasos supervivientes que explica que ahora mismo todos tengamos más parentesco entre nosotros del que debería de ser normal.

(8) Enrico Fermi fue el físico italiano responsable de la primera reacción nuclear controlada generada por el hombre, en 1942.

(9) Mecanismo que utiliza la luz del Sol y respira dióxido de carbono para producir energía y alimentos, expeliendo a cambio oxígeno, a diferencia de la fotosíntesis anoxigénica, más primitiva y que no lo hace. 


(10) El método científico se caracteriza por la observación de un fenómeno, la elaboración de teorías racionales para intentar explicarlo, y la posterior experimentación para tratar de refutar o probar dichas teorías. Ahora nos parece obvio porque vivimos imbuidos en un mundo que ha sido construido gracias a él, pero por ejemplo los antiguos griegos a los que tanto debemos creían que la sola razón humana podía lograr discernir todas las verdades y que ensuciarse las manos experimentando era primitivo... así nunca pudieron descubrir la radio-astronomía, claro. 

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