miércoles, 24 de septiembre de 2014

Capítulo XXIX: El reinado de los reptiles mamiferoides.



Capítulo XXIX: El reinado de los reptiles mamiferoides.



  Saludos querido lector. Con un nuevo capítulo este blog prosigue su peculiar viaje imaginario a través del tiempo, explorando la historia de la vida en la Tierra desde sus más ancestrales y misteriosos orígenes en el mar (hace unos 3.800-3.500 millones años) hasta el momento en el que aterrizamos ahora: el periodo Pérmico, uno de los más extraños de los que se han sucedido sobre la superficie de nuestro planeta y que empezó hará cosa así de unos 298 millones de años, año arriba año abajo.  Para que el desorientado lector empiece a situarse, le dejo una tabla cronológica que he cogido "prestada" de la Wikipedia:


EónEraPeríodoÉpocaMillones años
Fanerozoico
(dos más
anteriores)
CenozoicoCuaternarioHoloceno (AHORA)0,011784
Pleistoceno2,588
NeógenoPlioceno5,332
Mioceno23,03
PaleógenoOligoceno33,9 ±0,1
Eoceno55,8 ±0,2
Paleoceno65,5 ±0,3
MesozoicoCretáceo145,5 ±4,0
Jurásico199,6 ±0,6
Triásico251,0 ±0,4
Paleozoico<< Pérmico >>299,0 ±0,8
CarboníferoPensilvaniense318,1 ±1,3
Misisipiense359,2 ±2,5
Devónico416.0 ±2,8
Silúrico443,7 ±1,5
Ordovícico488,3 ±1,7
Cámbrico542,0 ±1,0

 Anteriormente en el periodo Carbonífero (véase tabla), podíamos contemplar un mundo cubierto por frondosas y lujuriosas selvas primitivas en las cuales campaban a sus anchas insectos y anfibios gigantes. Mientras tanto en los océanos, voraces tiburones y terribles escorpiones de mar pugnaban por depredar al rico ecosistema marino de la época, con variopintos peces, amonites de concha espiral, y otras muchas criaturas. En definitiva por aquel entonces la Tierra era un planeta envuelto en un húmedo y cálido clima tropical donde la vida se desarrollaba cómodamente. 

 Más semejante edén tenía los días contados. Un duro cambio climático conocido como el "colapso del bosque húmedo carbonífero" acabó para siempre con la época de vacas gordas. En el sur los glaciares avanzaron arrasándolo todo a su paso y provocando que bajase el nivel del mar y el clima se tornase más frío y seco. Muchos ecosistemas costeros se echaron a perder y en el interior las selvas retrocedieron dejando paso a inclementes desiertos.

  En semejantes circunstancias la vida tenía que adaptarse o morir. Muchas especies no lo lograron y se quedaron por el camino, pero otras encontraron en el desafío una nueva oportunidad para prosperar. Los reptiles y las plantas con semilla fueron un claro ejemplo de ello.

 Pero antes de ponernos a pasear por las tierras pérmicas, mejor echemos un vistazo desde el espacio al mundo que nos encontramos.






  
  Como vemos, el supercontinente Pangea casi ha completado su ensamblaje. Solo algunas islas como las regiones de Asia y Cimeria continúan separadas, y el subcontinente norteño de Siberia se encuentra a punto de ser absorbido. La cadena de islas de Cimeria separa dos pequeños océanos, Paleo-Tetis al norte y Tetis al sur, aunque indiscutiblemente es Panthalassa, el gigantesco océano global, quien se lleva el premio a la enormidad, abarcando casi todo el globo terráqueo. Las tormentas que debieron de desarrollarse en él, en proporción a su tamaño, simplemente escapan a nuestra imaginación. A nivel de clima, los glaciales invaden el sur de Pangea y gran parte de las regiones centrales del supercontinente se encuentran invadidas por tórridos desiertos, ya que la masa de tierra es demasiado grande y provoca la presencia de potentes anti-ciclones en su interior que alejan las nubes de lluvia. Además, el severo clima continental genera terribles variaciones de temperatura que oscilan entre abrasadores veranos y gélidos inviernos (como ocurre hoy en día en las estepas asiáticas por ejemplo). Únicamente unas pocas regiones se salvan de estas rigurosas condiciones y en ellas un clima más templado y húmedo favorece la extensión de  los bosques y humedales que han sobrevivido al cambio climático.


  Llegados a este punto es momento de calzarnos el traje de explorador y descender al fin a patear un poco el terreno. Precisamente decidimos empezar por lo fácil  y visitamos una de las regiones climáticamente menos castigadas, donde la vida vegetal y animal aún prosperan más o menos desahogadamente.



 El mundo vegetal ha sufrido una gran revolución con la aparición de las "gimnospermas", las primeras plantas con semilla (si quieren imaginar una gimnosperma piensen por ejemplo en un pino piñonero). En unas condiciones de mayor aridez en comparación con todo lo que habían tenido que experimentar hasta el momento, las semillas marcaron un antes y un después para las plantas, que hasta entonces habían dependido de las esporas para su reproducción. Un semilla podía caer y prosperar prácticamente en cualquier sitio al ser capaz de permanecer largo tiempo latente en espera de las condiciones adecuadas para germinar y además contar con unas estratégicas reservas de nutrientes gracias a las cuales poder arrancar con fuerza. Durante el Pérmico el mundo vegetal antiguo, dominado por helechos, equisetos y similares, es reemplazado por el nuevo reinado de las gimnospermas. 

 Tras esta breve introducción a la botánica pérmica, aterrizamos en medio de un bosque repleto de primitivos pinos y coníferas que se extienden atrevidamente hasta los mismos límites de las regiones más áridas, que nunca andan muy lejos. El árbol más común de la época es el Glossopteris.



 Ficha técnica de la familia de las Glossopteridales, uno de las primeras familias de árboles con semilla aparecidos durante el Pérmico y que desplazaron a la anterior flora que dependía de esporas para su reproducción. La leyenda más o menos se entiende, incluso para los que no sabemos francés. Fuente: http://evolution.biologique.free.fr/temps/album/Paleozoique/Permien/slides/glossopteris_2.html


  Como hemos sabido elegir, a poco que caminamos por el bosque escuchamos el rumor de un río cercano, así que nos encaminamos a investigar que tipo de fauna podemos encontrar allí. Descubrimos que, aunque no tanto como en el periodo anterior, los anfibios siguen prosperando y siendo grandes. Algunos incluso se han adaptado relativamente bien a la vida terrestre, como es el caso de Cacops, anfibio de gracioso nombre que casi parece un reptil al poseer escamas.

 
Cacops, al parecer capturado por un turista japones. Puede que represente mejor que ninguna otra especie la transición entre los anfibios y los reptiles. Medía menos de medio metro. Fuente: https://www.flickr.com/photos/cinaflox/9587660906/
 

 Algunos otros anfibios han ido un paso más allá en lo bizarro e incluso han desarrollado una curiosa vela dorsal, tal vez para controlar la temperatura corporal, tanto absorbiendo los rayos del Sol para calentarse como disipando, llegado el caso, un exceso de calor. Ya veremos que este extraño invento ha aparecido recurrentemente muchas veces (más de las que imaginan) en la historia de la vida de la Tierra, pero de momento nos sorprendemos al contemplar correteando por la rivera del río a un grupo de "Platyhystrix" de singular aspecto e impronunciable nombre.


Platyhystrix, uno de los más extraños anfibios que nunca hayan existido. Alcanzaba hasta un metro de longitud.
Fuente: http://ntamura.deviantart.com/art/Platyhystrix-402136261


 No obstante, adaptaciones terrestres a parte, la mayoría de los anfibios se siguen sintiendo (como hoy en día) más cómodos en el medio acuático que en ningún otro, aunque no por ello algunos dejen de ser menos extraños. En nuestro improvisado concurso de "busque y encuentre al anfibio pérmico más insólito" tenemos como siguiente concursante al Diplocaulus, todo un clásico entre los aficionados al género:

 
Diplocaulus. Podía medir hasta un metro de longitud. Fuente: http://fineartamerica.com/featured/diplocaulus-salamandroides-sergey-krasovskiy.html



 La teoría más aceptada es que usaba su extraña cabeza en forma de bumerán como timón para orientarse en la corriente de los ríos. Para que no se piensen que esta reconstrucción peca de fantasiosa, observen también los restos fósiles de esta criatura que han llegado hasta nosotros:



Restos fósiles incompletos de Diplocaulus. En la reconstrucción de la esquina superior derecha se aprecia una versión alternativa, todo cubierto por una especie de vela o capa al estilo Batman. Fuente: http://en.wikipedia.org/wiki/Diplocaulus

  En cualquier caso la competición la gana en mi opinión el Ophiderpeton, un anfibio-serpiente que por algún oscuro motivo evolutivo perdió las patas como posteriormente harían también algunos reptiles:


Ophiderpeton. Logró sobrevivir al Carbonífero, pero no al Pérmico. Medía unos 70 cm. Fuente: http://dustdevil.deviantart.com/art/Ophiderpeton-95910489



 Sin embargo lo más característico e interesante del periodo Pérmico lo encontramos en realidad cuando nos alejamos de las regiones húmedas y nos adentramos en las tierras áridas, donde incluso las aguerridas gimnospermas encuentran dificultades para prosperar. Estas son regiones dominadas por el más reciente grupo animal evolucionado por el momento sobre la Tierra: los reptiles. De igual modo que las plantas desarrollaron las semillas para poder colonizar ambientes más inhóspitos, los reptiles partieron de la evolución del huevo de cascara dura con idénticos fines. Además, sus escamas (de modo análogo a la corteza de las plantas terrestres) les protegen de la pérdida de humedad, independizándoles plenamente de las regiones húmedas. 

 ¿Y que tipo de reptiles nos encontramos vagando por estas desoladas tierras pérmicas? No tardará en sorprenderse el lector respondiendo por si mismo a esta pregunta. 

 Pero antes de nada hay que aclarar que desde el principio nos encontramos con tres grupos diferentes de reptiles que siguieron cada uno caminos muy distintos y azarosos, uno de los cuales terminaría dando en nosotros con el paso de los millones de años. Pero mejor no adelantemos acontecimientos. 

 Cada uno de los tres grupos se caracteriza por el número de aberturas que tiene su cráneo detrás de las cuencas oculares (y en donde se insertarían en su caso los músculos de la mandíbula). Los anápsidos en primer lugar no tienen ningún hueco, los sinápsidos tienen uno y los diápsidos dos. ¿Quien de los tres tiene la baraja ganadora en la batalla por la supervivencia? ¿De cual provenimos nosotros? Veremos.

Anápsido
Sinápsido
Diápsido





(Fuente: http://www.edufam.es/ira_recurso.php?id=612)



 Empecemos por acercarnos a los anápsidos. Son el grupo más primitivo de todos y de él hoy en día solo sobreviven las tortugas, sin embargo en el Pérmico contó con un gran y diverso número de miembros. Aunque empezaron siendo animales de poco tamaño semejantes a lagartos un poco rechonchos, algunos géneros pronto alcanzaron robustas formas semi-acorazadas de gran tamaño y grotesco aspecto, como el Scutosaurus. 
 Scutosaurus, un enorme anápsido herbívoro de la familia de los Pareiasaurios. Medía 2,5 metros de la cola a la cabeza. Su forma rechoncha se debe al potente aparato digestivo que debía de poseer para digerir la dura vegetación de la época.

  
Scutosaurios a la carrera. Fuente: Walking with Monsters. 


 Paseando por los límites de las tierras áridas pérmicas nos cruzamos con manadas de estos monstruos que avanzan pesadamente, levantando nubes de polvo al pisotear la reseca tierra. Mantenemos una prudencial distancia con ellos, aunque en realidad no hay nada que temer pues son herbívoros. 

 Viendo a los Scutosaurios no podemos dejar de preguntarnos... ¿quien se atreve a cazar a estas criaturas? Para responder a esta pregunta debemos de saltar al siguiente grupo, el de los sinápsidos. Este fue sin duda el grupo más evolucionado y exitoso del momento, alcanzando una enorme variedad de géneros, muchos de ellos terroríficos cazadores. Los sinápsidos a veces también son conocidos como reptiles mamiferoides, pues en su evolución poco a poco fueron adquiriendo  las distintas características que darían lugar muchos millones de años después al surgimiento de los primeros mamíferos. Efectivamente, son los sinápsidos quienes portan la llave de nuestro futuro. Sin embargo, pese a ser nuestros lejanos ancestros, sus primeras formas no nos resultan aún demasiado "mamíferas" que digamos.

 El primer grupo de sinápsidos en triunfar fue el de los pelicosaurios. El género más famoso de todos, aunque ni de lejos el único, es el conocido Dimetrodon. Se trata de un peligroso depredador que es mejor saber mantener a una buena distancia. Su imagen tal vez le resulte familiar al paciente lector:


Representación arquetípica del Dimetrodon. Fuente: http://paleoillustration.tumblr.com/post/10169392160/el-gran-depredaror-big-predator-by-marco


Un insensato viajero del tiempo lucha a muerte contra un Dimetrodon.


 Esqueleto fósil de Dimetrodón, su única apertura tras los ojos le delata como sinápsido. Su mandíbula empieza a no ser la de un reptil al contar con varios dientes diferenciados unos de otros. Longitud del animal: 3 metros.

 La vela en la espalda seguro que le recuerda al
Tetraceratops según Wikipedia.
lector a algo, y seguramente sirvió del mismo modo (como termo-regulador). Hubo otros pelicosaurios cazadores, como el Tetraceratops, mucho más pequeño, sin vela dorsal y con cuatro extraños cuernos a la par que llamativos colmillos. 

 Igualmente hubo pacíficos pelicosaurios herbívoros. El más famoso de todos es el Edaphosaurus:

Edaphosaurus, de unos tres metros de longitud. Probablemente fuera presa habitual del Dimetrodón, del cual fue contemporáneo.
Edaphosaurus (izquierda) frente a Dimetrodon (derecha) en el Museo de Historia Natural de Chicago. [Agradezco a Lucas el haber tomado esta foto]. 

 Como vemos, parece ser que la vela dorsal fue sin duda alguna un muy útil invento evolutivo (aún posteriormente otros animales totalmente distintos volverían a usarla).

 Hacia la segunda mitad del Pérmico los pelicosaurios fueron superados y reemplazados por otro grupo de sinápsidos de aún más exito: los terápsidos. Hubo terásidos de muchas formas y tamaños, y sin duda alguna fueron quienes partieron el bacalao durante todo el periodo. Sin embargo, pese a llevar el testigo de nuestra futura evolución, al principio aún no empiezan a recordarnos a los mamíferos que sus descendientes lejanos llegarían a ser, excepto en los dientes. La aparición de colmillos y en general de una dentadura variada y especializada es uno de los sellos distintivos de los mamíferos. Más tarde, empezarán a evolucionar terápsidos con otros rasgos mamíferos como bigotes, pelo, cierta configuración en huesos de la mandíbula y las patas, etc. 

 El más grande de todos los terápsidos fue Moschops, un enorme y pesado herbívoro que con sus cinco metros de longitud tendría escasos depredadores una vez llegado a la edad adulta. Tranquilo y pachón, este colosal animal pasa a nuestro lado sin inmutarse, en busca de vegetación con la que alimentar su enorme cuerpo.


Como nos muestra esta comparativa de tamaños, Moschops impondría respeto incluso a un soldado moderno pesadamente armado.

 Otro terápsido herbívoro de desconcertantes rasgos es el Estemmenosuchus, que con sus tres metros de longitud y su aspecto de criatura mutante propia de una pesadilla consigue ganarse que le cedamos una prudente distancia de seguridad. 


Estemmenosuchus. Lo crea o no el lector, es una reconstrucción fidedigna. Fuente: http://www.arcadiastreet.com/cgvistas/earth/02_paleozoic/earth_02_paleozoic_8800b.htm



Cráneo fósil de Estemmenosuchus, especialmente dedicado a los lectores más escépticos. Nótese como la dentición ya es muy de mamífero.
 Fuente: 
http://leonids.us/museums/arizona-museum-natural-history/

 Respecto a los terápsidos carnívoros, podríamos empezar con los antesauridos, quizá los depredadores más enormes del periodo, pudiendo alzanzar hasta 6 metros de largo con un peso de unos 600 kg:


Anteosaurus atacando al gigantesco Moschops, todo un duelo de primitivos pero salvajes titanes. 


 Sin embargo la mención especial se la llevan los terribles gorgonópsidos, algunos de los cuales se adelantan millones de años al concepto de "dientes de sable". Es un concepto en concreto que no queremos descubrir clavado en nuestra carne, así que sugiero al lector que los observemos con unos prismáticos imaginarios. Los gorgonópsidos son cazadores implacables que a pesar de su tosco modo de correr (con las patas un poco separadas del cuerpo hacia los lados) depredan sin piedad a sus también toscas corredoras presas.


Gorgonópsido a la caza de un Pareiasaurio. Fuente: http://www.deviantart.com/morelikethis/345495449/digitalart?view_mode=2
Galería de fieros Gorgonópsidos. Fuente: http://www.deviantart.com/morelikethis/345495449/digitalart?view_mode=2




 Por terminar con los terápsidos, no podemos olvidar a los dos últimos de sus grupos en evolucionar y a la vez los más exitosos de todos ellos (a la par que los más próximos evolutivamente a nosotros). 

 Primero los dicinodontos, cuyo nombre literalmente significa "dos dientes de perro" lo cual es fácil de comprender si se observa a uno de ellos:


Madre dicinodonte protegiendo a sus pequeñuelos. Fuente: http://zh.clicrbs.com.br/rs/noticias/noticia/2013/08/dicinodonte-e-levado-a-museu-em-candelaria-onde-grupo-iniciara-a-limpeza-4220100.html
 Los dicinodontes, que podían medir entre 0,5 y 1,5 metros según la especie, eran probablemente los animales más comunes de finales del periodo, tanto que los paleontólogos los han bautizado como "los conejos del Pérmico" hartos de encontrar fósiles suyos a patadas en yacimientos de casi todos los continentes. Precisamente este hecho fue una de las pruebas a favor de la teoría de la deriva continental, demostrando que una vez todas las masas de tierra habían tenido que estar concentradas en una sola (de otro modo no había modo de explicar la presencia de estos seres en todo el mundo a la vez). Pero volvamos a los dicinodontes. ¿Cómo y de qué vivían? La teoría más extendida es que eran herbívoros y usaban sus característicos colmillos para excavar madrigueras bajo tierra (el apodo de conejos esta bien pensado después de todo). Todo apunta a que los pobres dicinodontos debían de estar bien pendientes de todo lo que pasaba a su alrededor, pues su abundancia y tamaño los tuvo que convertir en la presa #1 del momento. 


Pequeño dicinodonte se asoma temeroso fuera de su madriguera. Fuente: Walking with Monsters.

 Como último representante en la pasarela de los terápsidos, están los cinodontos. 

 Los cinodontos son quienes se llevan finalmente el premio: fueron los sinápsidos o reptiles mamiferoides con más éxito de todos, a la vez que los más evolucionados. Con pelo, bigotes y una dentición moderna, aún presentan no obstante muchos rasgos propios de los reptiles, como por ejemplo la posición reptiliana de sus patas. Sin embargo evolutivamente van definitivamente en nuestra dirección, y encima triunfando en la competencia frente a los demás animales de la época.     


Cinodontos devoran a un infortunado dicinodonto (casi parece un trabalenguas ahora que lo leo...).

 El aguerrido lector y viajero imaginario del tiempo que aún siga leyendo tal vez haya echado algo en falta. Hemos comentado al principio que existían TRES grandes grupos de reptiles, pero solo hemos hablado de dos. 

 La explicación es que el tercer grupo, el de los diápsidos, tuvo aún muy poco protagonismo. Los diápsidos, pequeñas criaturas con aspecto de lagartija, permanecieron entre bambalinas durante todo el periodo Pérmico. Relegados a un papel secundario por el arrollador éxito de los reptiles mamiferoides, los diapsidos aguardaban pacientemente en la sombra. Sin embargo, aunque nadie por aquella época hubiera podido imaginarlo, su estirpe encerraba un grandísimo potencial. Tan solo debían de esperar a que llegara su oportunidad. Y llegaría…
Thadeosaurus, un diápsido primitivo. Nada podía a augurar por entonces el increíble éxito que tendría este grupo de animales. Fuente: http://paleoexhibit.blogspot.com.es/2013_07_01_archive.html


  Mientras tanto en los océanos la fauna marina va mostrando una imagen cada vez más moderna. Los arcaicos peces de cabeza acorazada como los Ostracodermos y Placodermos desparecen, dejando paso a los peces óseos que tan habituales nos resultan hoy en día en las pescaderías, así como a los tiburones, que no han cambiado mucho desde entonces. Tampoco superan la prueba del tiempo los trilobites, que se extinguen poniendo fin a uno de los grandes iconos de los mares paleozoicos.
Adiós a los Trilobites.
Los amonites por su lado experimentan un gran éxito, luciendo sus llamativas conchas en forma de espiral mientras flotan a media agua en busca de alguna presa a la que echarle los
Amonite.
tentáculos. También abundan grandes arrecifes de coral rebosantes de equinodermos y moluscos entre otras muchas criaturas que carecemos de tiempo para observar.  


 Algo que nos sorprende es encontrar reptiles marinos. Apenas tras conseguir adaptarse a la vida en tierra firme, hubo varias especies de anápsidos que regresaron al agua. El más famoso es el Mesosaurus:


Mesosaurus. Parece mentira que esta criatura sea un pariente lejano de las modernas tortugas. Sus restos fueron también muy usados para defender la teoría de la deriva continental, al hallarse en varios continentes distintos. Fuente: http://www.glogster.com/2014danielrodriguezw/daniel-rodriguez-last-one-final-one-for-sure/g-6lnuc64a90r8os5cr3r6ua0

 Sin embargo también hubo algunos diápsidos marinos, hecho que no podemos dejar de mencionar pues fue la vanguardia de la invasión diápsida de los océanos que estaría por llegar. Como ejemplo tenemos al Tangasaurus:


Tangasaurus. Antes de que el lector piense nada sucio, el nombre proviene de la región de Tanzania donde fue descubierto, una zona llamada "Tanga". Fuente: http://spinops.blogspot.com.es/2013/07/tangasaurus-mennelli.html


 Y así estaban las cosas cuando sobrevino el apocalípsis.  No sabemos cómo ni porqué ocurrió, pero justo al finalizar el periodo Pérmico la madre de todas las hecatombes se cernió sobre el planeta Tierra. Todo quedó arrasado. Es de lejos la peor catástrofe que nunca jamás se halla abatido sobre la vida. De un plumazo el 95% de las especies marinas fueron limpia y llanamente exterminadas. En tierra se tuvo algo más de suerte, pues "solo" el 70% de las especies fueron barridas del mapa. Para que el lector pueda alcanzar a hacerse una idea lo feas que se pusieron las cosas, estamos ante la única extinción masiva de insectos de la que se tiene constancia. Ni siquiera ellos quedaron impunes. En términos globales, perecieron aproximadamente el 90 % de los seres vivientes que en ese momento habitaban la Tierra. 

 Oficialmente se la conoce como la extinción masiva del Pérmico-Triásico, aunque coloquialmente ha sido bautizada como "la Gran Mortandad" (the Great Dying). 

  Y ahora la inevitable pregunta es: ¿Que demonios ocurrió para casi acabar con la vida en la Tierra? 

 La respuesta la intentaremos buscar en el siguiente capítulo. Hasta entonces reciba el lector un fuerte saludo.



Nota Única:


- El grupo de los anápsidos, denominado Anápsida, ha sido últimamente sometido a revisión a raíz del hallazgo de cráneos problemáticos que no se ajustan a la definición más ortodoxa del mismo. Esto ha llevado a redefinir a Anápsida como perteneciente a un grupo más amplio llamado Parareptilia que significa "al lado de los reptiles" y vendría a definir a todos los reptiles "arcaicos" en oposición a Eureptilia, que englobaría a los "auténticos reptiles". 



Bibliografía: 

- La Enciclopedia Ilustrada de los Dinosaurios y otros Animales Prehistóricos. Dougal Dixon, Ediciones Omega. No es una enciclopedia ilustrada más, el contenido de información que contiene sobre los vertebrados que vivieron desde el Carbonífero hasta la actualidad es sobervia, junto con la explicación del contexto en el que habitaron en cada periodo, los problemas que se tienen con la taxonomía en cada caso, sus claves evolutivas, los principales yacimientos fósiles en los que se basan los especialistas, etc. Imprescindible para todos los apasionados de la paleontología. Y no, no voy a comisión. 


Webgrafía:

- A parte de los enlaces citados en las imagenes, el artículo de la Wikipedia en castellano es sorprendentemente bueno:

http://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%A9rmico




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