martes, 15 de octubre de 2013

Capítulo XI: Un tour por el Sistema Solar.

Capítulo XI: Un tour por el Sistema Solar.



 Saludos gentiles lectores. Aquí estamos una vez más, de nuevo a los mandos de nuestra Máquina del Tiempo Imaginaria, para no perder la costumbre. En el capítulo anterior asistimos a la formación de nuestro Sistema Solar hace cosa así de 4.500 millones de años en medio de una algaravía de colisiones, trastocamientos orbitales, devastaciones planetarias, etc. ¿Pero representa ello un caso típico? ¿O lo que ha ocurrido por aquí ha sido algo extremadamente poco convencional? En el presente capítulo emprenderemos un alucinante viaje para explorar nuestro Sistema Solar y hacernos una idea clara, aunque sea a vuelapluma, de cómo es. De este modo en el siguiente capítulo podremos compararlo con los demás sistemas estelares de los que tenemos noticias hasta la fecha y a su vez todo ello no será de gran utilidad para posteriormente discutir sobre el origen de la vida aquí y quien sabe si también en otros lugares.

 Prepárese pues el lector para un viaje de muchos miles de millones de km desde las abrasadoras cercanías del Sol hasta los gélidos y tenebrosos confines de nuestro sistema. Le recomiendo (si puede) que se ponga cómodo, escoja buena música, baje un poco el nivel de luz y disfrute del tour.

 Antes de que partamos, apunte el lector los siguientes datos a efectos comparativos:
- La Tierra está a 1 Unidad Astronómica (UA) del Sol o a 150 millones de km aproximadamente.
- Su diámetro es de 12.742 km y su densidad media de 5,52 g/cm³, siendo la del agua de 1 g/cm³.

 Ahora sí, con esa velocidad de la que solo la imaginación puede ser capaz, nos aproximamos al cegador Sol para visitar a...



Mercurio


 Es el planeta más pequeño y próximo a nuestra estrella, a solo 0,3 UA de ella y con solo 4.879 km de diámetro. Bajo el castigo de un Sol apabullante encontramos un mundo acribillado de impactos meteóricos, sin apenas atmósfera, calcinado por el lado diurno y congelado por el nocturno hasta haber visto cuarteada su superficie como una piel vieja. Es casi tan denso como la Tierra (5,43 g/cm³), y a juzgar por su campo magnético se piensa que un núcleo de hierro podría copar casi todo su interior. En el pasado estuvo apunto de ser destruido al chocar con otro cuerpo. Testimonio de aquello es la Cuenca Caloris (nombre sin duda adecuado) uno de los cráteres de impacto más grandes que se conocen, con 1.300 km de diámetro, hasta el punto de que las ondas de choque que se generaron en la colisión levantaron una cordillera en las antípodas del planeta. 

Mercurio, un lugar poco apto para vivir, fotografiado por la misión Messenger. La Cuenca Caloris destaca arriba a la derecha.

 Una curiosidad más: en algunas zonas de Mercurio sucede en ciertos momentos del año el denominado "amanecer doble"; cuando su velocidad angular orbital excede su velocidad angular rotatoria, tras el primer amanecer el Sol parece retroceder en el cielo para ocultarse y después volver a salir. Además, su día es casi tan largo como su año, durando el primero 58,7 días terrestres y el segundo 87 días terrestres con 23 horas. Anécdotas a parte, un mundo infame. Mejor salir de él cuanto antes.

 Tachamos Mercurio de nuestra peculiar lista y pasamos al siguiente:



Venus



 Venus fue descrito inicialmente como "el planeta hermano de la Tierra" al estar totalmente cubierto de nubes, no demasiado cerca del Sol (0,7 UA) y sí de nosotros, y además ser casi de nuestra misma densidad y tamaño (es solo ligeramente más pequeño que la Tierra, con 12.103 km de diámetro, y una densidad de 5,25 g/cm³). Pero nada más lejos de la realidad. Al penetrar en su atmósfera descubrimos que gran parte de esas nubes y de las lluvias que provocan son de ácido sulfúrico y otras sustancias nada agradables. Llegados a su superficie las cosas no mejoran precisamente: allí la temperatura es de 463,85º C, suficiente para fundir el plomo, y la presión atmosférica de 92 atmósferas, es decir, 92 veces la que soportamos usted y yo ahora mismo, o dicho de otro modo, la equivalente a estar en el océano a 920 metros de profundidad "a pelo". En fin, no es una situación muy alegre que digamos. La primera sonda que mandaron los soviéticos a lo que por aquel entonces se consideraba "un vergel" fue corroída por ácido, se calcinó y se chafó como una lata de refresco bajo el pisotón de un elefante, en ese orden. Con muchos esfuerzos y un gran blindaje, los rusos finalmente consiguieron hacer "avenusar" a una de sus sondas, la Venera 13. Las imágenes que tomó hablan por si mismas: una bonita panorámica del mismísimo infierno. 
Una de las imágenes que nos transmitió el vehículo espacial soviético "Venera 13" desde la superficie de Venus antes de quedar destruido por las terribles condiciones allí reinantes. Al parecer logró resistir nada menos que dos horas antes de sucumbir.

 Imágenes de radar conseguidas posteriormente por las misiones americanas nos hablan de una superficie que fue inundada por coladas de lava basáltica a consecuencia de un fenómeno volcánico global hace 800 millones de años, de origen aún discutido, y que seguro que colaboró en arrasar y saturar la atmósfera. Venus nos enseñó la destrucción que puede llegar a provocar un efecto invernadero descontrolado (el 96% de su atmósfera es dióxido de carbono, véase la nota nº 1).
Venus, también conocido como el planeta infernal, tal y como fue fotografiado por la sonda espacial americana Mariner 10, como bien indica la verdadera leyenda.

 Como anécdota mencionar que el sentido de rotación de Venus va al revés que el todos los demás planetas y sus días duran más que sus años: orbita en 224,7 días terrestres y rota sobre sí mismo en 243 días terrestres. A pesar de ello los vientos allí son muy rápidos, haciendo que las nubes circunvalen el planeta en menos de 4 días terrestres, fenómeno conocido como súper-rotación y que reparte el abrasador calor por igual de modo que sea imposible escapar de él. Podríamos decir más cosas, pero mejor abandonemos cuanto antes este mundo de pesadilla.

 Pasamos frente a la Tierra (pille o no de camino, a nuestra MTI le da igual). Hablaremos largo y tendido de ella, créanme, pero no ahora.

 Siguiendo trayecto, nos aproximamos ahora a...



Marte



 El planeta rojo, última parada de nuestro periplo por el Sistema Solar interior. Como estarán hartos de oír, es el planeta más parecido al nuestro, y eso que está demasiado lejos del Sol (1,4 UA), su densidad es más baja (3,95 g/cm³) y es demasiado pequeño (6.794,4 km de diámetro) como para haber conservado una estructura interior activa y un campo magnético protector. Sin embargo en los albores del Sistema Solar casi con total seguridad tuvo océanos, en las tierras bajas de su hemisferio norte principalmente. Por aquel entonces el planeta, aún muy joven, se las había apañado para generar un precario campo magnético que lo protegía de lo peor del viento solar y que le ayudó a mantener una atmósfera más o menos densa pese a su baja gravedad. Así, ayudado por un potente efecto invernadero (esta vez benigno, véase nota 2), parece que las temperaturas fueron lo suficientemente elevadas como para que corriera el agua líquida como en la Tierra, de lo cual los astrónomos han encontrado numerosos vestigios hoy en día (3).
Marte.
¿Pudo haber vida? ¿Puede quedar algún rastro de ella? ¿La vida de la Tierra vino de allí agarrada a algún meteorito de origen marciano? Quizá algún día lo sepamos. Hoy por hoy Marte es un planeta con un cierto parecido a la Tierra pero particularidades propias: tiene un día de 24,6 horas pero un año casi el doble que el nuestro (686,971 días), cuenta también con estaciones y casquetes polares, sin embargo periódicamente lo azotan terribles tormentas de polvo globales (4). Los medios de prensa se han hecho eco una y otra vez de que se han descubierto vestigios de agua helada bajo algunos (quizá muchos) puntos de la superficie y parece que incluso esta podría llegar a fluir en los días de más calor (5), pero por desgracia su atmósfera es en general muy fría, tenue y sin oxígeno (casi por entero contiene dióxido de carbono), todo ello con una superficie frita por el viento solar, pues ya anunciabamos que el planeta no logró conservar su escudo magnético. Si hubo y sobrevive la vida, solo podría hacerlo enterrada en el subsuelo y en condiciones muy hostiles. 

El Sol se pone en Marte, cortesía de la Mars Exploration Rover "Spirit" allá por el 19 de mayo del 2005. Seguro que en ese momento todos estábamos en un lugar mejor.

 Antes de irnos de este planeta muerto, o quizá semi-muerto, visitemos sus puntos más turísticos. El Valles Marineris es el cañón más grande del Sistema Solar, con 4.500 km de longitud, 200 km de anchura y 11 km de profundidad se asemeja a una cruenta cicatriz que cruza el planeta; su interior suele estar oculto por una especie de niebla. El monte Olimpo por su lado es el volcán más grande del Sistema Solar, con 27 km de altura y 600 km de diámetro, tanto que uno podría escalarlo sin apenas percibir la pendiente. 

  Además Marte tiene dos lunas que en realidad son asteroides capturados, los cuales de hecho algún día impactarán en el planeta tras un larguísimo descenso en espiral. Apenas se ven como dos puntos brillantes en el cielo marciano, que dicho sea es rojo como su superficie (la cual lo es debido a la abundancia de compuestos de hierro). Exploraríamos más este enigmático mundo, pero es hora de seguir.


 De camino al Sistema Solar exterior, cuya primera parada es Júpiter, entre 2 y 4 UA sorteamos el Cinturón de Asteroides, aunque "sortear" es un término demasiado benévolo: su densidad es tan baja que podrías cruzarlo sin ver un solo asteroide, con lo cual no nos serviría de nada para despistar a una nave espacial enemiga. 
Fotomosaico del asteroide Vesta.

Todos sus componentes juntos no suman más del 4% de la masa de nuestra Luna, pero a pesar de ello de alguna manera se las apañan para chocar entre sí y son responsables de muchos de los meteoritos que caen en la Tierra, que no son otra cosa que fragmentos suyos. Hubieran formado parte de algún planeta, pero los tirones de gravedad de Júpiter lo impidieron, de hecho son un vestigio de los viejos tiempos de nuestro Sistema Solar e interesantes por ello y por los recursos mineros que podrían contener, pero debemos de continuar el viaje y adentrarnos ya sí en el enorme, frío y sobrecogedor Sistema Solar exterior.

Aproximadamente a 5 UA del Sol llegamos a...



Júpiter



 El titán del sistema, con sus 142.984 km de diámetro. Cara a cara con él nos aterroriza el tamaño de este monstruo sin superficie sobre la cual poder posarnos, compuesto de gases (hidrógeno y helio principalmente) y en cuyo interior las presiones son tan inimaginables que estos se han transformado en un líquido con propiedades metálicas que genera un poderoso y violento campo magnético con el que han tenido que lidiar todas las misiones espaciales (6) que allí han llegado, aunque a nosotros obviamente eso nos da igual. Se pueden tener pesadillas con lo que le ocurriría a uno de caer en Júpiter, por ejemplo a bordo de una nave espacial de segunda mano: caerías y caerías durante miles de kilómetros envuelto en sus nubes hasta ser aplastado por la presión (eso mismo le ocurrió en  1994 al cometa Shoemaker-Levy 9 y en 2003 a la sonda espacial Galileo, véanse notas 6 y 7). 
Júpiter eclipsado por una de sus lunas, la Gran Mancha Roja es inconfundible.

 Algunos piensan que en sus más recónditas profundidades podría haber un núcleo rocoso con hasta 18 veces la masa de la Tierra, pero hasta la fecha esto solo es mera especulación. La parte visible de su atmósfera es digna de ver en acción: diferentes corrientes nubosas girando unas en una dirección y otras en la contraria a velocidades de hasta 500 km/h. Las nubes de tormenta pueden medir allí hasta 150 km de alto y un solo rayo podría barrer del mapa toda una ciudad de nuestro planeta. Las auroras boreales y australes pueden observarse directamente desde el espacio y dejan en ridículo a las que podemos ver en la Tierra.
Imagen ultravioleta tomada por el Hubble.
Por si todo esto fuera poco, Júpiter es el centro de una especie de "Sistema Solar en miniatura", con 63 lunas.



 Una de ellas, Ganímedes, mide 5.262 km de diámetro y es más grande que Mercurio, de hecho es la mayor luna de todas cuantas conocemos. 

Ganímedes, este enorme mundo nos muestra un extraño aspecto.

 Ganímedes "ametrallada" por meteoritos.
 Esta luna parece haber sufrido algún fenómeno volcánico global, a la luz de su heterogénea superficie. A juzgar por sus fallas y cordilleras montañosas hay indicios de que pudiera haber tenido o tener una tectónica de placas como nuestro planeta.



Otra de ellas, Europa (algo más pequeña que la Luna, 3.121,6 frente a los 3.476 km de diámetro de nuestro satélite), es lisa como una bola de billar y su superficie de hielo está cruzada de diversas grietas que le dan un aspecto único, como de una de esas canicas que teníamos de pequeños cuando estaban muy gastadas. Apenas existen cráteres en ella pues todo meteorito que cae allí abre un boquete en el hielo que no tarda en cerrarse. 
 
No, no es una broma, esta auténtica "rayada" de foto es real y fue tomada por la sonda espacial Galileo en 1996. En un futuro cercano se plantea mandar una misión, quizá con Bruce Willis, que trate de perforar la agrietada cubierta de hielo de esta luna y descubrir los misterios que nos aguardan debajo.

 Bajo dicho hielo podría haber agua líquida y quien sabe si vida, por ejemplo alimentada por energía química de origen volcánico como en los fondos de algunos de los océanos terrestres. Si se preguntan qué demonios podría generar calor y vulcanismo en un cuerpo formado fundamentalmente por hielo y roca, la respuesta es de nuevo la gravedad de Júpiter: en Europa y en las demás lunas las fuerzas de marea del planeta madre deforman su estructura como quien estruja una pelota de goma, generándose presión y por tanto calor en su interior. Las fracturas en el hielo se provocan también de este modo. Así mismo, los fenómenos tectónicos o volcánicos que hemos observado u observaremos en otras lunas, se deben con toda probabilidad a este tipo de proceso.



 Otro caso peculiar es Ío, de 3.643,2 km de diámetro (más grande que la Luna). Se trata de un astro cuyo aspecto es absolutamente aberrante e indescriptible. 
 
De nuevo la sonda Galileo nos regala una espectacular foto, en este caso de Ío y su inverosímil aspecto.

 La superficie de Ío se encuentra saturada de volcanes de azufre y de dióxido de azufre que arrojan estos materiales a 500 km de altura y generan grandes "planicies" formadas por viscosos y multicolores compuestos de azufre y silicatos. Desde una de dichas planicies, Júpiter "amanecería" llenando la mitad del cielo y dando la impresión de irse a caer encima de uno, o uno de ir a caer hacia él. Debe de ser un espectáculo espeluznante (8). Creo que Ío es sin duda uno de los lugares más raros del Sistema Solar.

Calisto, un mundo claroscuro.
 Finalmente podríamos echarle otro vistazo a Calisto. Con 4.820 km de diámetro es casi del mismo tamaño que Mercurio y al igual que la caprichosa diosa de Piratas del Caribe posee un albedo muy bajo, lo que significa que refleja solo el 22 % de la luz que recibe y en las fotos luce peculiarmente oscura, con sus cráteres reluciendo extrañamente.



 Como ven solo hemos visitado cuatro lunas, las que he creído más interesantes (9) y es que no podemos entretenernos más, nos faltan aún tres planetas que visitar. Como broche final, sobrevolamos sobrecogidos La Gran Mancha Roja, una violenta y rojiza tormenta jupiteriana que ha venido observándose en este planeta desde su descubrimiento. Esta perturbación atmosférica parece tener vida propia (practicamente podríamos decir que tiene su propio "metabolismo meteorológico") y en su interior cabrían tranquilamente 2 Tierras y media. Otro dato curioso antes de perder de vista Júpiter: si fuera 80 veces más masivo prendería como una estrella. De hecho la estrella más pequeña que se conoce es solo tres veces más grande que él, pero a cambio mucho más densa (Júpiter solo marca 1,33 g/cm³). Y con esto y un bizcocho, sigamos que aún nos queda mucho trecho.

 A bordo de nuestra MTI aceleramos vertiginosamente a velocidades absurdas, alejándonos hasta 9,5 UA, una distancia respetable del Sol, que luce mortecinamente en medio del negro vacío del espacio. Llegados a este punto nos vemos al fin frente al sobervio...





Saturno


 El maravilloso planeta anillado. Es más pequeño que Júpiter pero no mucho más, con la friolera de 120.536 km de diámetro ecuatorial y 108.728 km de diámetro polar, pues gira tan rápido sobre sí mismo (sus días son de 10 horas con 40 minutos) que está considerablemente achatado por los polos. Tal velocidad de rotación prácticamente ha vuelto loca a su atmósfera exterior, en donde se han registrado atroces vientos de hasta 1.800 km/h. Su composición es similar a Júpiter y tampoco tendría ningún sentido tratar de realizar un "asaturnizaje".



Imagen arquetípica de Saturno.



  Pero vayamos directamente a aquello que a todos nos viene a la cabeza al pensar en Saturno: su increíble y brillante sistema de anillos, una característica tan especial de este cuerpo que nos resulta imposible imaginarlo sin ellos. Gracias a ello podría parecer un planeta único, pero siento robarle la ilusión al lector, no lo es, al menos no del todo. Todos los planetas gigantes gaseosos del Sistema Solar tienen anillos, incluido Júpiter, tan solo ocurre que los de Saturno son los más espectaculares (seguidos por los de Urano, como veremos). Tal circunstancia ha llevado a pensar que la formación de todo planeta gigante gaseoso lleva aparejada la aparición de anillos en torno a él. Para explicar cómo, se han propuesto una serie de teorías (10). La primera viene a decir algo así como que las fuerzas de marea del planeta madre (esos tirones de gravedad que ya hemos comentado varias veces) pudieron destrozar las lunas más poco cohesionadas, esparciendo su material hasta conformar un anillo. Como esta teoría cojea un poco, algunos la han rebatido aduciendo que más probablemente los anillos se deban a colisiones entre lunas o de lunas con otros cuerpos de gran tamaño. Cálculos matemáticos simulando órbitas e impactos han concluido que en efecto los anillos tienden a encontrarse en las zonas en las que este tipo de eventos catastróficos son más probables. Una tercera teoría habla de un fenómeno de aglomeración de minúsculas partículas que no se habrían integrado en ninguna luna y habrían conformado los anillos. Finalmente hay una cuarta hipótesis, sin duda la más espectacular de todas, que sugiere que los anillos al menos en parte se verían alimentados por la actividad volcánica de las lunas (pronto veremos un buen ejemplo de ello). Las cuatro hipótesis pueden tener algo o todo de verdad, o solo una o alguna otra, sea como sea está claro que fuese el fenómeno que fuese tuvo más espectacularidad en Saturno que en los demás gigantes gaseosos. 

 Pero averiguemos más sobre cómo son los anillos. Sobrevolándolos y atravesándolos descubrimos que apenas cuentan con un grosor de unas pocas decenas de metros, algo ridículo si pensamos en que su extensión alcanza los 274.000 km. Respecto a su composición, los forman partículas de hielo y algunas pequeñas rocas con tamaños desde escasos centímetros hasta algunos metros de grosor (no más que un coche las más grandes). Por supuesto, las leyes físicas que rigen las órbitas de satélites, planetas y anillos con el rigor de un mecanismo de relojería, tienden a juntarlos todos en un mismo plano, con lo cual los anillos de Saturno comparten su espacio con algunas lunas. Estas se denominan "lunas pastoras" pues realmente custodian o "pastorean" algunos anillos, llegando incluso a trenzarlos o abrir surcos entre ellos. Las lunas Prometeo y Pandora por ejemplo orbitan flanqueando dos finísimos anillos a los que trenzan, y Dafne, otra luna, literalmente se abre un pasillo y ondula el material que tiene alrededor. Las imágenes que dejo son realmente bellas y hablan por sí mismas. 
 
Prometeo y Pandota "pastorean" el delgado anillo F, el primero desde dentro y el segundo desde fuera, ambos con 86 y 81 km de diámetro respectivamente. Epimeteo, más exterior, aparece en la parte inferior de la imagen, contando con 113 km de diámetro. Fotografía tomada por la misión Cassini-Huygens. Fuente: http://www.astrofisicayfisica.com/2010/09/3-pequenos-pastores-en-saturno.html

 
Dafne en acción, abriendo un surco en los anillos y ondulándolos.


 Hablando ya solo de lunas, hasta ahora hay contadas unas 61, pero la mayoría son objetos pequeños y oscuros de escasa importancia, siendo aproximadamente siete aquellas más grandes y espectaculares y solo tres las que nos podemos permitir visitar ahora.



 La primera y más grande es Titán, la luna nubosa, de 5.150 km de diámetro.

Atmósfera superior de Titán.


 Recientemente la NASA y la ESA mandaron una misión conjunta allí, la Cassini-Huygens, con lo cual la información que tenemos sobre este lugar es bastante completa, pues se llegó incluso a mandar un módulo (europeo) de descenso a su superficie que recogió datos y tomó algunas fotos.

Imagen del descenso sobre la superficie de Titán.




Superficie de Titán
 Dejaré bibliografía sobre ello y resumiré todo lo que pueda: Titán es grande, con 5.160 km de diámetro y lo que es más importante, es la única luna descubierta hasta ahora con una atmósfera digna de recibir tal nombre. Tanto es así, que hasta que la misión espacial antes mencionada no lanzó su módulo de descenso sobre esta luna, apenas teníamos datos sobre su superficie, oculta por densas y opacas nubes de color marrón anarajado. Lo que nos aguardaba allí abajo es un suelo con textura como "de pan bimbo" conformado por un manto de diferentes tipos de compuestos orgánicos, hielo y rocas, todo ello salteado con lagos e incluso pequeños mares de hidrocarburos, el paraíso de una compañía petroquímica. Mucho, muchísimo más se podría decir de Titán, sobre todo respecto a los complejos compuestos orgánicos que se forman en su atmósfera gracias a la incidencia de la luz del Sol y precipitan luego a la superficie, o del estudio de Nature (11) que sugiere que allí existe un ciclo del metano parecido al del agua en la Tierra (pero muchísimo más frío, el metano es un gas a nuestra temperatura ambiente). Pero dejamos ya la neblinosa Titán y continuamos explorando el sistema de Saturno.



 Encelado (500 km de diámetro) nos llama la atención ahora, no en vano es una de las lunas más bonitas del Sistema Solar.

Encelado, tal y como fue fotografiada por la misión Cassini-Huygens. Gracias a su trabajo sabemos que este cuerpo helado no es tan pacífico como aparenta.


 Compuesta de hielo y rocas como muchas otras, las zonas lisas y las diversas fallas tectónicas así como la muy tenue atmósfera que la cubren nos hablan de algún tipo de criovulcanismo, es decir, de fenómenos volcánicos a muy bajas temperaturas. Eso es lo que se sospechaba antes de la misión Cassini-Huygens, ahora sabemos que allí los mencionados fenómenos criovolcánicos realmente se salen de madre. De esta luna brotan geiseres tan potentes que expulsan agua helada y otros materiales volátiles directamente al espacio. Debido a esto, se piensa que al menos los anillos más exteriores de Saturno podrían alimentarse de estas frías erupciones.

Eyección de materiales al espacio. Foto de la Cassini-Huygens.

Encelado deambula por medio del anillo al que ella misma alimenta. No es una imagen artística, sino una foto real, de nuevo de la misión Cassini-Huygens.


 Para concluir el tour nos dejamos caer por Japeto (1.500 km de diámetro), la luna "dos caras". Una de sus caras es reluciente y brillante, mientras que en la otra parece como si alguien le hubiera arrojado un tintero gigantesco. 

 
Honremos de nuevo a la misión Cassini-Huygens y a todo el personal que hay detrás de ella por regalarnos estas imágenes.

 

 Se desconoce el motivo de ello, pero la hipótesis más aceptada es que la causa sea externa en vez de interna, no tinta, pero quizá sí algún cuerpo o cuerpos oscuros que se estrellasen en esa parte. Arthur C. Clarke escondió uno de sus famosos "monolitos" en esta luna en su famosa novela "2001, una Odisea en el espacio", arguyendo que unos colores tan carecterísticos podrían haber sido deliberados para llamar nuestra atención. No encontrando ningún monolito que nos abduzca, seguimos.



 Un par de curiosidades sobre Saturno antes de abandonarlo: una tormenta gigante hexagonal bulle en su polo norte, y la densidad del planeta es solo de 0,69 g/cm³, menor que la del agua, con lo cual a los astrónomos les gusta bromear con que podría flotar en un océano gigantesco.

No, lo de la tormenta hexagonal no era broma. Ya lo fotografió la Voyager 1 y luego lo confirmó la misión Cassini-Huygens. Parece ser que según los expertos una oportuna combinación de vientos puede explicarlo, pero aún así es una imagen perturbadora.



 Estamos apunto de finalizar nuestro periplo, y para ello volamos ahora muy lejos, a los confines del Sistema Solar. Nos alejamos 20 UA del Sol, el cual ahora luce muy debilmente en el espacio. En esta penumbra hallamos un mundo muy extraño, hablamos de...





Urano



 Motivo de incontables risas para la población adolescente angloparlante (12), este no es, no obstante, un objeto para tomar a risa. Con 51.118 km de diámetro, es bastante más pequeño que Júpiter y Saturno pero aún así 4 veces más grande que nuestro planeta. 

Imagen de Urano tomada por la sonda Voyager 2, la única que ha pasado por allí hasta ahora.


 Urano gira de lado, con sus polos en lo que consideraríamos el ecuador según nuestra perspectiva. Dicho de otro modo, si el ángulo de inclinación de la Tierra según el plano del Sistema Solar es de 23º, el de este mundo es de 97,9º. Como tarda 84 años terrestres en completar una vuelta alrededor del Sol, cada uno de sus hemisferios recibe la luz del Sol durante 42 años y vive una noche de otros 42. Hasta los años 30 de este siglo desde la Tierra solo veremos el polo y el hemisferio norte de este mundo.

Imagen en falso color tomada por el Voyager 2, donde podemos ver los anillos así como algunas de sus lunas y violentos fenómenos atmosféricos, propios de los gigantes gaseosos.


 Si el eje de rotación va por su lado, el campo magnético paradójicamente va por el suyo propio (al contrario de la Tierra, en la cual polos físicos y magnéticos más o menos coinciden). Uno y otro, eje magnético y de rotación, están separados unos 60º, lo cual equivale a como si nuestro polo norte magnético se situase sobre Marruecos. No se sabe a que se debe todo esto, quizá un violentísimo choque o una grave perturbación orbital lo provocaron, sea como sea, para añadir aún más rareza al planeta, Urano tiene unos complejos y oscuros anillos a modo de círculos concéntricos, con lo cual visto desde el plano del Sistema Solar se asemeja a una gigantesca diana móvil. Su composición también es distinta a la de sus ya visitados hermanos gigantes, apesar de que el hidrógeno y el helio siguen siendo predominantes, contiene a su vez una espesa mezcla de agua, metano y amoniaco que envuelven a modo de una gigantesca manta a un núcleo rocoso de proporciones parecidas  a la Tierra y al que tendríamos muy difícil la tarea de llegar. Dada la abundante presencia de agua (líquida por las grandes presiones) se ha especulado con la existencia de un océano de hasta 8.000 km de grosor "flotando" en su espesa atmósfera. Su densidad media es de 1,29 g/cm. Otra anomalía la encontramos en el hecho de que, al contrario del ajetreado y convulso interior de los demás gigantes gaseosos, que producen casi tanto calor como reciben del Sol, el de Urano es frío, sin que nadie sepa por qué. Si sumamos este hecho a que la luz solar que podemos encontrar allí es similar a la que tenemos aquí tras la puesta del Sol, podemos ponernos a tiritar pensando en las consecuencias. Sí se asemeja a los demás gigantes gaseosos en poseer diversas lunas, 27 en total. Titania y Oberón son las más grandes, con 1.580 y 1520 km de diámetro respectivamente, pero la más espectacular es Miranda, con sus modestos 470 km de diámetro pero una constitución muy... especial.



 Miranda ha sido definida como la luna "Frankenstein", pues parece en verdad estar hecha de trozos de otras lunas. Solo hay que mirarla para horrorizarse con su apariencia grotesca, a base de parches. 

 
No hay trucos, en efecto "esto" es Miranda.


 Antes se pensaba que un violento impacto pudo disgregarla para luego volverse a recomponer malamente, pero hoy en día se piensa que "tan solo" fue medio deshecha por medio de una colisión y quedó así (de mal). La orografía de este lugar en cualquier caso es digna de ver (y quizá en un futuro remoto de escalar), con cañones 10 veces más profundos que el del Colorado y fallas con acantilados de hasta 10 km de altura (recordemos que el Everest mide 8,8 km)



 Pero dejemos el anómalo Urano y la semidespedazada Miranda y acudamos a nuestra última cita con...





Neptuno





 Bellamente azul, como los dominios del dios que le da nombre, este gigante tiene una composición y densidad parecidas a las de Urano, y es también muy semejante en tamaño, con unos 49.000 km de diámetro aproximadamente. Eso sí, tiene la fortuna de girar "normalmente", con una inclinación similar a la de la Tierra y de poseer un interior dinámico que produce calor. Su lejanía hace que tarde 164 años con 288 días terrestres en dar una vuelta al Sol, con lo cual desde su descubrimiento en 1846 solo ha dado una vuelta y un poquito (cojan la calculadora si quieren). Como todos los demás gigantes gaseosos, cuenta con anillos, anchos pero no tan extensos como los de Urano y sobre todo Saturno y dicho sea de paso bastante men os brillantes que los de estos últimos. Neptuno se encuentra muy lejos, a nada más y nada menos que 30 UA. Si el Sol ya lucía débil en Urano, allí no es más que una estrella llamativamente brillante. Neptuno y sus 14 satélites conocidos habitan en la más gélida y desamparada penumbra, pero ya que hemos llegado hasta aquí, les debemos un poco de exploración. 

Neptuno fotografiado por la intrépida Voyager 2.


 Sobre la gaseosa superficie de este planeta destaca la "Gran Mancha Oscura", una especie de imitación cutre de la Gran Mancha Roja de Júpiter con "solo" el tamaño de todo nuestro planeta. Eso sí, los vientos de la superficie de Neptuno pulverizan todos los records superando los 2.000 km/h. Diferentes formaciones nubosas giran a distintas velocidades todas en contra de la rotación del planeta, cuyo día dura unas 16 horas. Una de ellas, formada de brillantes y blancas nubes, se conoce como la "Patineta" y da la vuelta al planeta en unas 16 horas, de tal manera que casi compensa su rotación. Mientras estuvo allí el Voyager 2, única sonda espacial humana en visitar este mundo, la Patineta cambió su forma redonda en cuadrada y luego en triangular. A estas alturas yo ya le dejo al lector que piense lo que quiera.



 La luna más grande de Neptuno y la única que vamos a obsequiar con una merecida visita es Tritón, de 2.707 km de diámetro. Es el cuerpo más gélido del sistema solar, con una temperatura media de -235º C (quién dijo frío) y una superficie mellada por el críovulcanismo y que parece haberse fundido y congelado repetidamente hasta quedar surcada por una compleja red de enormes grietas, lo que los astrónomos han denominado como "piel de melón". Además, la superficie de este desolado mundo también se caracteriza por planicies dominadas allí por nívea y resplandeciente nieve de nitrógeno, agua y/o metano, allá por similar nieve pero teñida de rosa, sobre las que destacan a su vez un extraño conjunto de "rayas oscuras", todas apuntando en la misma dirección: hacia el este.

 
Tritón y su peculiar superficie, cuyas complejas características se intentarán explicar.


 Se piensa que en el invierno local, caen diferentes tipos de nieve que se acumulan. En la primavera parte de esta nieve se evapora y migra hacia las zonas más frías del planeta mientras que otra se queda, a la espera de ser sepultada por el siguiente invierno. En los días de más calor del verano (si es que esa palabra tiene algún sentido allí) hay compuestos enterrados que se volatilizan debido al brusco "aumento de temperatura", de modo que emergen como geiseres y ascienden por una muy tenue atmósfera para ser arrastrados por el viento, que siempre sopla de oeste a este e irse precipitando poco a poco a lo largo de la superficie formando las famosas rayas. O al menos esto es lo que se piensa que ocurre. Para mencionar la última rareza de la que puede presumir Tritón, decir que es la única luna que gira en sentido retrógrado a su planeta, es decir, al revés que el sentido de rotación planetario (y si encima este mundo gira deprisa imaginen lo rápido que debe de moverse Tritón en su cielo, sea lo que sea lo que signifique el concepto "cielo" en un planeta gaseoso). Esto, sumado al enorme tamaño de Tritón respecto a Neptuno (que es algo más pequeño que Urano pero tiene una luna el doble de grande que la mayor de este último), nos hace pensar que Tritón es en realidad un cuerpo del cinturón de Kuiper capturado por la gravedad neptuniana. El cinturón de Kuiper...



 El cinturón de Kuiper es un desperdigado conjunto de planetoides helados que se extienden desde la órbita de Neptuno hasta unas 100 UA más o menos. Sus habitantes son conocidos como objetos "transnepturianos", y su representante más grande descubierto hasta ahora es Eris, con unos 2.400 ± 100 km de diámetro, una luna y una órbita que lo acerca a 35 UA y lo aleja a 97 UA; aunque el más conocido por todos siempre será Plutón (13), que junto con su luna Caronte forman una especie de sistema doble que a su vez arrastra otras 4 lunas llamadas Nix, Hidra, Cervero y Estigia (no está mal para un mundo de 2.390 ± 20 km de diámetro). Rodeando el cinturón de Kuiper se hallaría la Nube de Oort, un enormérrimo enjambre formado por cometas (enormes trozos de hielo y nieve sucia vestigiales de la nebulosa primigenia que formó el Sistema Solar) que se extendería hasta 1 año luz de distancia, es decir, aproximadamente 1/4 de la distancia a la estrella más cercana. De vez en cuando, algún objeto de la Nube de Oort se desvía y cae al Sistema Solar interior, donde el Sol volatiliza su superficie y forma una espectacular cola que todos tenemos en mente al evocar la palabra cometa.



 Con esto concluimos nuestro tour. En el siguiente capítulo abandonaremos nuestro Sistema Solar y exploraremos los sistemas estelares que hemos ido descubriendo en las proximidades de nuestro vecindario galáctico, en busca de lugares propicios para la vida. Hasta entonces, deseo a los lectores que lo pasen lo mejor que puedan.



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 Agradecimientos muy especiales a Paco Arjonilla, quien en esta ocasión me puso sobre la pista del vulcanismo en Encelado aparte de sugerirme ciertos cambios en la redacción y subsanar algún que otro error.




  Notas:

 

  1.  En su famoso libro/serie de TV "Cosmos", Carl Sagan nos cuenta como el efecto invernadero no se descubrió en la Tierra, sino en Venus, descubrimiento en el que él mismo estuvo implicado. Cuando los astrónomos se pusieron a investigar este mundo nadie se explicaba las altísimas temperaturas de su superficie, dado que su mayor cercanía al Sol no bastaba para provocarlas. Así, tras conocerse más a fondo la composición de su atmósfera se vió que ciertos gases, como el dióxido de carbono, retenían parte de la energía que emitia la superficie al haber sido calentada por el Sol, energía que de otro modo hubiera sido devuelta al espacio. Este proceso, llevado al extremo puede generar y en Venus ha generado un ambiente de pesadilla, lo cual llevó a preocuparse a los científicos por las consecuencias de un efecto invernadero igualmente descontrolado en la Tierra. Este es un buen ejemplo de como la investigación en otros planetas nos puede ayudar a detectar y resolver problemas en el nuestro.

  2.  A pesar de que en Venus el efecto invernadero es responsable de unas temperaturas propias del mismísimo averno, dicho efecto no es necesariamente malo, de hecho es vital para la vida en la Tierra. Si nuestra atmósfera no retuviera parte del calor que recibimos del Sol la temperatura media en nuestro planeta sería de unos -18º C. Este proceso, como ya veremos, fue aún más importante en el pasado, cuando el Sol calentaba menos pero por fortuna la concentración de dióxido de carbono en nuestra atmósfera era mayor, así como en el Marte primigenio como ya hemos visto. 
  3.  Hasta el punto de que entre los astrónomos que exploran este planeta corre la broma del "enhorabuena, a encontrado Vd. rastros de agua en Marte" como un descubrimiento trivial realizado ya muchas veces en muchos lugares de su superficie.
  4.  Parece que la Mars 3, una de las sondas soviéticas que visitó este mundo, fue "pillada en calzones" por una de estas tormentas y mandada a hacer puñetas. Los rusos, muy fieles a ellos mismos, conmemoraron el heróico final del aparato con la acuñación de un sello especial, en el cual se lo ve descendiendo en medio de la ventisca. A pesar de todo, fue el primer ingenio humano en tomar una foto (mala hay que reconocerlo) de Marte.



     
  5.  Revista National Geographic nº de julio de 2013, artículo "Excursión a Marte" de John Grotzinger.

  6.  Las misiones espaciales que hasta ahora han explorado el Sistema Solar exterior son las siguientes: por un lado en los años 70 la Pioneer 10 visitó Júpiter y fue arrojada por su gravedad a los confines del espacio interestelar, esta sonda portaba una placa con un mensaje para hipotéticos extraterrestres que puedan encontrarla. 



     Su sucesora, la Pioneer 11, visitó Saturno y fue igualmente expulsada a las estrellas, también con su placa. La idea fue tan buena, que se repitió la jugada en los años 80 con los gemelos Voyager 1 y 2. Usando a los grandes planetas como catapulta gravitatoria, el Voyager 1 visitó Júpiter y Saturno, y a cambio de fotografiar Titán, continuó sin cruzarse con nada más rumbo a los confines de la galaxia a 17 km/s y siendo el objeto más rápido lanzado por los humanos. Sin embargo la Voyager 2 logró hacer el combo x 4 visitando además Urano y Neptuno. Ahora se mueve a 14 km/s y se halla a más de 100 UA de nosotros. 

     
    Sonda Voyager.


     La Voyager 1 es el objeto más alejado fabricado por el ser humano y hasta donde yo sé, nos sigue mandando información gracias a lo que le queda de su pequeña batería nuclear, técnicamente ya desde fuera del Sistema Solar. Es por tanto el primer aparato humano en volar por el espacio interestelar. Ambos Voyager llevan sendos discos gramofónicos de oro con información sobre nuestro planeta y nuestra civilización. Cuando estos aparatos pasen cerca de las estrellas más cercanas, existe la posibilidad real de que alguien los encuentre, quien sabe si mucho después de que nuestra especie haya desaparecido. Wikipedia dice que en 40.000 años el Voyager 1 llegará a una estrella cercana. Finalmente la sonda Galileo se dedicó a explorar Júpiter en los años 90 (hasta que en 2003 se decidió estrellarla contra este planeta para que no cayera sobre Europa y la contaminara, así es, la sonda Galileo sufrió un destino terrible, aunque gracias a ello nos dió importante información por la atmósfera de Júpiter antes de ser aplastada por ella) y la misión Cassini-Huygens sigue explotando Saturno hoy en día.  
  7.  Shoemaker-Levy 9, un cometa que se hizo trozos ante la gravedad de Júpiter e impactó contra él, dándonos valiosa información en el proceso sobre la atmósfera del gigante.
     
    El impacto hizo más mella en Júpiter de lo que se esperaba, según Wikipedia "creó una mancha oscura gigante de más de 12 000 km de diámetro, y se estimó como una explosión de energía equivalente a 6.000.000 megatones de TNT, seiscientas veces el arsenal nuclear de la Tierra".
  8.  Permítanme contar una experiencia personal y sacarle algo de brillo a mi narcisismo. Hace algún tiempo yo tenía un simulador del cielo nocturno conocido como Starry Night, no voy a comisión, pero creo que sigue comercializado en versiones más modernas. El caso es que con este programa uno no solo podía observar el cielo en cualquier situación o época, sino además viajar por el espacio entre planetas, estrellas o galaxias. Entre otras cosas podías posarte sobre Ío y ver "amanecer" Júpiter. Incluso desde la pantalla de un ordenador, era una imagen ominosa, para mí aún con más impacto pues en una ocasión tuve la oportunidad de mirar por un telescopio y ver a Ío pasando delante de Júpiter a modo de un insignificante punto amarillo sobre una esfera rayada en diferentes tonos de marrón.
  9.  Y que además fueron descubiertas por Galileo y su primitivo telescopio, con lo cual reciben el nombre de Galileanas. Si el pobre Galileo hubiera sabido lo que estaba viendo...
  10.  Admito avergonzado que mi única fuente al respecto es Wikipedia, y encima un artículo sin referencias... Fue Paco Arjonilla quien me habló del vulcanismo en Encelado, véase http://en.wikipedia.org/wiki/Wonders_of_the_Solar_System#2._.22Order_Out_of_Chaos.22
  11. En inglés Uranus, que se pronuncia como "your anus" (tu ano).
  12. La misión New Horizonts visitará Plutón en 2015 y se sumará al elenco de naves espaciales humanas en abandonar el Sistema Solar, viajando a 13 km/s.



    Bibliografía recomendada:

    -  "Cosmos" y su continuación "Un punto Azul Pálido" de Carl Sagan. Yo obligaría su lectura en las escuelas.

    -  El número de National Geographic antes citado. 

    - Cualquier atlas visual del espacio de esos que venden y son muy fáciles de encontrar, yo combiné el "Atlas Visual del Espacio" de la editorial Bruño con la propia Wikipedia, que puede usarse sin temor para estos temas.

    -  Titán, de Luisa M. Lara, editorial Cátara conjuntamente con el CSIC.
     

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