Capítulo VI: Simetrías, campos, bosones de Higgs e inflacción.
Aquí estamos, prestos al asalto final
contra el porqué de todo, el infinito y todo lo que se nos eche por
delante (que no será poco). Estos conceptos se venderán caros,
créanme, pero como decía la semana pasada, somos gente aguerrida y
podremos con ellos. El premio será lograr ser un poquito más sabios
y poder continuar viaje hacia el futuro presente en nuestra MTI (Máquina del Tiempo Imaginaria), pues
hoy terminamos con la primera parte. Así que sin más demoras
comencemos la batalla.
El anterior día nos quedamos hablando
de energía oscura, expansión acelerada del universo, simetrías
fundamentales y demás ideas enrevesadamente enredadas. Bien,
empecemos a poner orden en todo esto.
En primer lugar, es menester volver al
asunto de las simetrías. Empezamos hablando la semana pasada acerca
de las simetrías más simples de todas, las traslaciones temporales:
Distancia recorrida = velocidad x
(tiempo final – tiempo inicial)
que es igual a:
Distancia recorrida = velocidad x
[ (tiempo
final + q) – (tiempo
inicial + q) ]
Si sumamos "q" a las dos
medidas de tiempo la distancia recorrida sigue siendo la misma. Es
decir, tenemos una simetría, una transformación
matemática que deja invariable la ecuación o fórmula con la que
trabaja. En este caso, la distancia recorrida se conserva aunque
adelantemos o retrasemos el marco temporal del fenómeno observado.
En casos de simetrías más complejas, tenemos que a lo largo del
tiempo se conserva la energía (principio de conservación de la
energía), el momento angular (principio de conservación del momento
angular) o etc.
Pero
ahora sigamos. Para ello, sin perder de vista la simetría, primero
hay que refrescar en nuestras mentes otro concepto. ¿Recuerdan las
cuatro interacciones fundamentales que tantas veces hemos mencionado
en este Blog? Las enumero: electromagnética, nuclear fuerte, nuclear
débil y gravitatoria. Decíamos que ellas solitas regían el
universo conocido, pues bien, resulta que todas funcionan por medio
de campos. No desespere el lector, esto es fácil de explicar.
Citando a los científicos del CSIC Alberto Casas y Teresa Rodrigo:
"Un
campo es simplemente una magnitud física que tiene un valor en cada
punto del espacio y que puede cambiar con el tiempo. Un ejemplo es el
campo magnético producido por un imán, cuya intensidad depende de
su cercanía al mismo".
Tal vez alguien de pequeño haya esparcido virutas de hierro sobre un
papel y acercado un imán. Si lo ha hecho, habrá visto que cada
viruta se orienta de una determinada forma y entre todas dibujan las
líneas del campo magnético.
Pues
bien, todas las partículas que se conocen son excitaciones¹
de sus
respectivos campos, el electrón lo es del campo del electrón, el
quark up del campo del quark up, etc. Por eso, todas las partículas
de un mismo tipo son iguales en todos lados. Vale, ahora hagamos una
carambola y mezclemos lo que veíamos sobre la simetría con esto,
atentos. Las simetrías de antes jugaban con variar el sistema de
referencia espacio-temporal y mantener fijas la distancia recorrida,
la energía, el momento angular, etc. Pero también podemos mantener
fija la mencionada referencia espacio-temporal y cambiar el valor de
los campos de los que escribía unas pocas líneas más arriba. Si se
puede hacer esto sin modificar las ecuaciones que rigen dichos
campos, aparece un nuevo tipo de simetría llamada "simetría
interna". Un ejemplo de simetría interna es el principio de
conservación de la carga eléctrica. Este principio siempre se
cumple, cuando observábamos la creación de partículas a partir de
energía, por cada partícula positiva tiene que surgir también otra
negativa. A esto también se le llama conservación del número
leptónico y en otro momento se volverá sobre ello.
Y
dando una nueva vuelta de tuerca de esas que tanto nos gustan, hay un
grupo de simetrías en las cuales el valor del campo se puede
modificar de forma distinta en cada punto del espacio. Estas son las
"simetrías locales". Pero lo interesante de esto fue que
un par de científicos, Chen Ning Yang y Robert Mills, predijeron en
1954 que para que estas simetrías pudieran cumplirse tenía que
haber una interacción asociada a ellas con una partícula
transmisora de la misma, y según sus matemáticas dicha partícula
tenía que tener un espín entero (véase capítulo anterior). Todo
esto fue confirmado posteriormente, tanto en papel como en
laboratorio, y así es, las cuatro fuerzas o interacciones
fundamentales provienen de simetrías locales asociadas. La
electromagnética con el fotón, nuclear fuerte con el gluón, etc.
Grosso modo, digamos que estas interacciones fundamentales
"compensan" la variación de los puntos en el espacio del
campo del que estemos hablando, de modo que la simetría siga en pie.
Pero
no podría seguir escribiendo sobre este tema si los físicos no se
hubieran dado de bruces contra un terrible problema: si añadimos
masa a las partículas, todas las maravillosas simetrías que hemos
visto antes se nos vienen abajo. Las "compensaciones" son
imposibles de llevar a cabo si las partículas asociadas al campo
tienen masa. Pero resulta, que muy a pesar de la teoría, las
partículas tienen masa. Incluso los bosones W y Z, partículas
portadoras de la interacción nuclear débil, la tienen, lo cual
directamente dinamita la teoría. ¿Qué hacer?
Tras
muchos quebraderos de cabeza, a algunos científicos muy ingeniosos,
entre ellos a un tipo llamado Peter Higgs, se les ocurrió sustituir
el término "masa" por un campo denominado "campo de
Higgs". Este nuevo campo podía ajustarse y superponerse con los
demás sin romper las simetrías mediante el llamado "mecanismo
de Higgs". Pero para que todo esto tan bonito funcionase bien,
ese campo de Higgs debía de llenar TODO el espacio con un valor
distinto de cero. Y ahora llegamos al corazón del argumento, así
que concentrémonos en no perdernos (yo mientras escribo y usted
mientras lee). Cada partícula interacciona de modo distinto con el
campo de Higgs según el llamado "acoplo de Yukawa". En
función de si este acoplo es más o menos fuerte, más o menos masa
tiene la partícula. Nadie sabe porqué esto es así, pero sí que
sabemos que en el caso de los bosones W y Z, la interacción del
campo de Higgs con ellos se debe a la interacción nuclear débil
(recordemos que eran sus partículas mediadoras y tenían masa). Como
el acoplo de Yukawa es conocido para dicha interacción debil y
conocemos experimentalmente la masa del bosón W, ello nos da el
valor "distinto de cero" del campo de Higgs del que
hablábamos antes. Es de 246 GeV (véase la tabla de partículas
fundamentales del capítulo anterior), y conociendo esto, se pudo
pronosticar la masa del bosón Z. Y cuando finalmente se lo descubrió
en laboratorio... ¡Coincidía! Y encima, tenemos el hecho de que
hace un año salieron a la luz los primeros indicios experimentales
de la existencia del bosón de Higgs, que no sería otra cosa que la
excitación del ubícuo campo de Higgs. Todo parece sostenerse, pero
entonces... ¿por qué la masa, es decir, las interacciones de las
partículas con el campo de Higgs, "camuflan" la simetría e
incluso al principio nos parecía que la rompían? Como dice Alberto
Casas, dicha simetría no se rompe, solo se oculta. Imagine que está
de pie en lo más alto de una cúpula, si mira a su alrededor todo le
parecerá igual (la curva del suelo caerá en todas direcciones del
mismo modo), es decir, será todo simétrico respecto de su punto de
vista. Sin embargo, si se mueve bajando por la "ladera" de
la cúpula la simetría parecerá desaparecer, aunque sigue estando
ahí, lo que ocurre es que ya no es tan evidente.
En
base al anterior ejemplo, podemos hacernos una representación
gráfica del campo de Higgs imaginando un campo con forma de sombrero
mexicano.
Cuando
estamos en el ala del enorme sombrero, se dice que la simetría "está
rota", es decir, que aunque sigue estando ahí, ya no es
evidente. Pero esta vez, al mover el bosón por el campo sí que
podemos encontrar una resistencia (costará más moverlo desde el ala
hacia el pico del sombrero, partículas con masa, que moverlo a lo
largo del ala, partículas sin masa). Aquí tenemos a nuestro famoso
mecanismo de Higgs en acción, que impone una suerte de "resistencia"
al movimiento (acelerado) de las partículas con masa a través del
campo del mismo nombre, incluyendo la "ruptura" de la
simetría. Volviendo a los fotones (fuerza electromagnética) y a los
bosones W y Z (fuerza nuclear débil), juntos forman el llamado campo
"electrodébil". Unos y otros no son muy distintos, excepto
cuando la simetría se oculta, la llamada "ruptura
electrodebil". El ejemplo que se suele poner es el siguiente:
imagine que está en el centro de una esfera y la simetría es perfecta mire en
la dirección que mire (fotones sin masa, tal y como describe la
simetría evidente), si se mueve hacia un extremo de la misma, la
simetría seguirá existiendo pero solo será parcial y otra parte
quedará camuflada (bosones W y Z con masa, simetría no evidente).
De hecho, se piensa que al comienzo del universo el campo de Higgs no
operaba y por tanto no había diferencias entre la fuerza
electromagética y la nuclear débil. Es posible que ni siquiera
hubiera diferencias entre ninguna de las cuatro fuerzas y todas se
hallaran unificadas... por ahora es un misterio pues no conocemos la
física que podría operar en un escenario así. Pero sea como sea,
el campo de Higgs tomó un valor distinto de cero. ¿Por qué? Del
mismo modo que los electrones pueden tender a orientarse todos en una
dirección generando un pequeño imán si no los sometemos a
temperaturas muy altas (apuntan todos en una dirección y se
"congela" o deja de ser evidente la simetría por la cual
podían apuntar en cualquier dirección), cuando la temperatura del
universo bajó de cierto punto (unos mil billones de grados solo) "se
hizo energéticamente favorable que el campo de Higgs tomase un valor
en el vacío. Ese fue el momento de la ruptura electrodébil, a
partir del cual las partículas e interacciones empezaron a ser como
las conocemos ahora", citando de nuevo a Alberto Casas y
Teresa Rodrigo.
No
sé el lector, pero mi mente echa humo después de escribir los
párrafos anteriores. Sin embargo nos hemos metido en el bolsillo una
explicación convincente acerca de la masa de las partículas y del
origen de las interacciones fundamentales que rigen nuestro universo.
Además, la semana pasada también aportamos una nueva simetría,
"supersimetría" más concretamente, que nos hablaba de un
principio de conservación del espín que doblaba el número de
partículas existentes, cuadraba mejor con los cálculos sobre la
masa de las partículas y además nos daba una explicación coherente
acerca de la posible identidad de la materia oscura.
Pero
no cante victoria el lector tan pronto. Tenemos aún terribles
preguntas. Por ejemplo no sabemos porque el acoplo de Yukawa es como
es y las partículas tienen las masas que tienen. Tampoco sabemos
cómo es que el universo está tan afinado como está, de modo en que
podamos estar aquí. Ni porqué es plano y homogéneo miremos donde
miremos, o cómo es que hay una energía oscura que acelera su
expansión.
Estas
últimas dos preguntas son un poco más "fáciles" de
responder (si un físico me oye decir eso me mete una paliza).
Con
el campo de Higgs en mente, pensemos ahora en otro tipo de campo que
existía en el comienzo del universo.
Pues
bien, dicho campo primordial (φ
en el dibujo) empezó en un estado de "falso vacío" antes
de que estallara el Big Bang. Este estado en efecto no estaba
realmente vacío y seguramente fue ocasionado por el préstamo de
energía positiva a cambio de energía negativa con suma cero que
vimos en Capítulo I, es decir, el vacío fluctuó y generó ese
falso vacío densamente cargado. Pero sea como sea, el campo estaba
lejos de su estado de mínima energía, rebosando de hecho de energía
positiva. Según los físicos y sus kilométricas pizarras llenas de
fórmulas matemáticas, este estado desencadenó un proceso similar
al que provoca la energía oscura pero a lo bestia: la inflacción
cósmica. El cosmos se expandió de golpe a un ritmo tan brutal que
difícilmente puede describirse y mucho menos imaginarse. Como la
expansión estaba asociada al propio espacio y era exponencial ²,
en mucho menos de un segundo multiplicó su tamaño por varios
billones de billones de veces. En el ínterin, la energía positiva
asociada al falso vacío del campo primordial aumentó enormemente,
solo a cambio de generar una energía negativa equivalente, aquí
nada es gratis (me remito al Capítulo I de nuevo).
Y cuando al fin
el campo cayó a su mínimo de energía o vacío verdadero, toda la
energía acumulada en él se transformó en la energía y materia
actuales que conocemos, la energía positiva, con la gravedad en el
papel de energía negativa equivalente. Este modelo explica varias
cosas. Cuando se propuso pronto se vio que implicaba que la densidad
total de energía y materia de un universo así creado debía de
coincidir exactamente con la densidad crítica que comenté en el
Capítulo III. Y así se descubrió en los años 90. También se
predicen fluctuaciones en dicha densidad cuando el universo era muy
joven, y justo eso descubrimos en el Fondo de Radiación de
Microondas. Finalmente, la planitud de nuestro universo y su
homogeneidad miremos donde miremos también se deducen del modelo
inflaccionario y son más tantos que se suma (la expansión
ultraacelerada lo "planchó" y como se produjo a
velocidades ultralumínicas permitió conectar a zonas que
posteriormente quedarían incomunidadas para siempre). Lo cierto es
que hay físicos detractores de la teoría inflaccionaria, pero creo
que será difícil sacar una teoría mejor que explique todas esas
cosas.
Recordemos, la balanza de energías cambia, pero la suma sigue siendo cero. |
Visto
eso, vayamos ahora a por la energía oscura. Del mismo modo que el
campo de Higgs proporciona mediante su homónimo mecanismo la
"ruptura" de la simetría y la existencia de masa en las
partículas, y el campo φ de
antes evolucionaba rápidamente ocasionando
la expansión
salvaje del universo a base de una energía acumulada en el mismo al
principio del tiempo (y "prestada" por el vacío), algo
similar se ha propuesto para la energía oscura. Podría haber un
campo Q, denominado "Quintaesencia", que evolucionara
lentamente ocasionando una aceleración en la expansión del
universo. Es más, podría estar ahora en un estado de falso vacío
que acumulase energía oscura (de modo análogo a como hacía el
campo φ con
la energía positiva "normal") y
que poco a poco vaya cayendo al mínimo, con lo cual la energía
oscura no sería constante y tendería a dejarse de notar. Si esto es
así, nuestro universo podría salvarse del "Big Rip" del
capítulo anterior y no sería hecho pedazos por una expansión
exponencialmente vertigionosa.
No
obstante, la Quintaesencia no está demostrada y deja algunos flecos
por resolver. Me temo que eso es lo más cerca que estamos de
explicar la energía oscura, pero al menos sabemos que es
consustancial a la propia estructura de nuestro universo y podemos
vislumbrar qué mecanismos podrían estar detrás de ella, provocando
sus desconcertantes efectos antigravitatorios.
Magnífico.
Pero el lector seguro que estará tamborileando impacientemente los
dedos sobre el ratón pensando "sí, sí, ¿pero por qué diablos es
todo esto así? La masa de las partículas, la materia oscura, las
interacciones fundamentales, la inflacción y todo lo demás... ¿por
qué eso es así y no de otra manera? ¿y cómo es que curiosamente
todo ello nos permite estar aquí hablando de ello? ¡Menuda
casualidad más sorprendente somos!" Bien, bien, prometí
enfrentarme a estas preguntas de un modo científico, sin el truco
fácil de la varita mágica de un dios (¡que tentadora es esa
varita...!). Y lo haré. Pero antes traicionaré inmundamente mi
palabra y lo reservaré para el siguiente capítulo. Entienda el
lector (mientras trata de sacarse el cuchillo que he clavado en su
espalda) que a estas alturas usted está cansado de leer y yo de
escribir, y es mejor dar un final digno, como se merece, a esta
primera parte de mi blog. Y en eso quedamos. El Capítulo VII será
el final auténtico e inaplazable de nuestra digresión sobre el
porqué de todo y además creo que el número 7 nos dará buena
suerte para pelearnos contra... ¡el infinito!
Notas:
¹ Del mismo modo que al agitar un
estanque de agua se producen ondas sobre su superficie, algo parecido
ocurre con los campos, con el añadido de que según la física
cuántica ondas y partículas son intercambiables, o ambas caras de
un mismo fenómeno si se quiere ver así, como de hecho ya hablaré
en el esperado próximo capítulo. En el LHC se hace colisionar
partículas a increíbles velocidades para agitar o excitar estos
campos (el campo de Higgs por ejemplo) y detectar nuevas
partículas.
²
Para el lector que tenga oxidadas sus matemáticas, una progresión
exponencial crece cada vez más rápido según cierto exponente. Por
ejemplo, f(x) = 2˟,
cuanto mayor X, mucho mayor será el valor obtenido. Para X = 3 por
ejemplo: 2x2x2 = 8, para x = 4 sería: 2x2x2x2 = 16, para x = 5
tendríamos 2x2x2x2x2 = 32, etc. En cambio una progresión geométrica
aumenta a un ritmo más sensato, pues se correspondería por ejemplo
con la siguiente función: f(x) = 2X (dos por X), y una progresión
aritmética sería aún más pausada: f(x) = X + 2. Expresadas en una
gráfica, las progresiones exponencial y geométrica muestran curvas
respectivamente más o menos pronunciadas, mientras que la aritmética
es constante o líneal.
Agradecimientos muy especiales: Esta vez la revisión de Paco Arjonilla ha sido muy importante, tanto al ayudarme a expresar con mayor claridad algunas ideas como al corregirme un par de enfoques erróneos.
Bibliografía:
- "El Bosón de Higgs" Alberto Casas y Teresa Rodrigo, editado por Catara y por el CSIC.
-
"El Lado Oscuro del Universo", Alberto Casas, editado
por Catara y por el CSIC.
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