domingo, 28 de junio de 2015

Capítulo XXXVI. Parque Cretácico. Tercera Parte.



Capítulo XXXVI: Parque Cretácico. 

Tercera Parte.


Los otros dinosaurios.




 Bienvenido sea el lector. En esta tercera parte de la serie dedicada por este blog al periodo Cretácico, la edad de oro de los dinosaurios, es menester terminar nuestro recorrido entre las filas de esos "lagartos terribles". Sin embargo para mí es una tradición ubicar a los lectores tanto en el tiempo como en el espacio antes de meter las manos en harina, por eso a continuación les dejo una tabla cronológica con los periodos geológicos "recientes" así como un mapa de nuestro mundo tal y como era allá por entonces. Si ya lo recuerdan de anteriores capítulos, entonces no tienen más que saltarlos y proseguir con el viaje.

EónEraPeríodoÉpocaMillones de años
Fanerozoico
(hay tres eones anteriores, el Hadéico, el Arcaico, y el Proterozoico, abarcando cosa así de unos 4.000 millones de años entre ellos).
Cenozoico (la así llamada "era de los mamíferos")CuaternarioHoloceno (AHORA)0,011784
Pleistoceno2,588
NeógenoPlioceno5,332
Mioceno23,03
PaleógenoOligoceno33,9 ±0,1
Eoceno55,8 ±0,2
Paleoceno65,5 ±0,3
Mesozoico
(la así llamada "era de los dinosaurios")
< Cretácico >145,5 ±4,0
Jurásico: Los dinosaurios se diversifican con rapidez. Otros grandes reptiles pueblan la Tierra, ictiosaurios y plesiosaurios en el mar y pterosaurios en el aire. Aparecen las primeras aves a partir de pequeños dinosaurios carnívoros. Evolucionan los primeros mamíferos verdaderos a partir de sus antecesores, los reptiles mamiferoides, quienes se extinguen. El supercontinente Pangea comienza su fragmentación.199,6 ±0,6
Triásico: Los reptiles mamiferoides logran recuperarse tras el duro golpe sufrido, pero finalmente terminan retrocediendo posiciones frente a otras criaturas como los reptiles diápsidos. El final del periodo se salda con una extinción masiva que pone fin a los reptiles mamiferoides; solo sus descendientes mamíferos sobrevivirán. Poco antes un grupo de diápsidos había dado lugar a las primeras formas de dinosaurios. Otros grupos de diápsidos se adaptan a la vida en el mar y en el aire. En los océanos, salvo por los reptiles gigantes y los amonites con sus conchas espirales, la vida adopta un aspecto moderno.251,0 ±0,4
Paleozoico 
(literalmente,
"vida antigua", mientras que las dos siguientes eras serán "vida media", mesozoico y "vida nueva", cenozoico).
Pérmico: Se ensambla el supercontinente Pangea, apogeo de los reptiles mamiferoides, clima árido, el periodo termina con una extinción masiva que elimina al 90% de las especies de animales y a la mitad de las vegetales.299,0 ±0,8
Carbonífero: Colonización activa del medio terrestre, frondosas selvas pobladas con insectos y anfibios gigantes gracias a una concentración muy elevada de oxígeno en la atmósfera.Pensilvaniense318,1 ±1,3
Misisipiense359,2 ±2,5
Devónico: Era de los peces, escorpiones marinos gigantes, primeros anfibios. Revolución en el Reino Vegetal: Aparecen las primeras plantas vasculares; al final del periodo ya hay árboles con corteza y semilla, que forman los primeros bosques y selvas.416.0 ±2,8
Silúrico: Primeros insectos y plantas terrestres. 443,7 ±1,5
Ordovícico: Primeros peces aún muy primitivos, grandes moluscos acorazados dominan el mar.488,3 ±1,7
Cámbrico: "Explosión Cámbrica", gran radiación de la vida pluricelular compleja. Aparecen todos los filos del Reino Animal y también otras extrañas y misteriosas líneas evolutivas que no llevarán a ningún sitio.542

  





  En los capítulos anteriores nos ocupamos del orden Saurischia, que comprendía a los saurópodos (dinosaurios enormes de largos cuellos y colas) así como a los terópodos (dinosaurios bípedos y carnívoros, al menos la mayoría de ellos). Sin embargo no se dijo nada acerca del otro orden en que se dividen todos los dinosaurios, Ornithischia. Este último empezó a apuntar maneras en el Jurásico, pero no será hasta este momento concreto, el Cretácico, cuando mostrará de verdad todo su arrollador poder evolutivo. Todos los miembros de Ornithischia son herbívoros, sin excepción. Tenga cuidado con ello el lector, si comenta lo contrario delante de un paleontólogo es probable que este llame a sus amigos y le metan una soberana paliza, eso con suerte. El caso es que hasta ahora no se ha encontrado ningún ornitisquio carnívoro ni tampoco se lo espera. Sin embargo cada uno de ellos, aún dentro de su vegetarianismo, se especializó en un rol tan determinado y tan a conciencia que solo por ello merecen nuestro respeto como admiradores de la naturaleza que somos. Además, hacia el final del Cretácico los ornitisquios fueron los dinosaurios más numerosos, pues es sabido que siempre hay muchas más presas que depredadores (los terópodos saurisquios) y por otra parte eran devoradores de plantas tan eficaces que pronto empezaron a comer el terreno (nunca mejor dicho) a sus competidores los saurópodos (recordemos, los "cuellilargos" saurisquios). 

 Los primeros ornitisquios fueron seres pequeños y ágiles que se alimentaban rápido y no dudaban en echar a correr como alma que lleva el diablo ante cualquier atisbo de amenaza, un poco como las actuales liebres. Para encontrar un ejemplo de este modo de vida debemos de regresar al periodo anterior, el Jurásico. En la África de entonces habitó Lesothosaurus, un animal menudo, de apenas un metro de largo.

Un grupo de Lesothosaurus alza sus cabezas oteando a posibles depredadores. Del tamaño aproximado de una gallina, este diminuto dinosaurio fue un ágil corredor y el precursor de todos los ornitisquios avanzados que vendrían después. Vivió en la primera mitad del Jurásico. 


 Este pequeño dinosaurio solo era un modesto avance de lo que estaba por venir. Desenredar el árbol genealógico de Ornithischia no es tarea fácil, ni siquiera para mí, que llevo interesándome por los dinosaurios toda mi vida, pero sospecho que si el lector se arrugase ante este tipo de desafíos no estaría leyendo estas líneas, así que vayamos con ello. Sin duda el siguiente esquema le será de gran ayuda:




Como verá el lector, la primera división que debemos de hacer separa a cinco grandes ramas (clados): 


  • Heterodontosauridae.
  • Fabrosauridae (representada por Lesothosaurus).
  • Thyreophora.
  • Marginocephalia.
  • Ornithopoda.


 Los dos primeros clados (Heterodontosauridae y Fabrosauridae) podemos ignorarlos. Constituyen tipos muy básicos de ornitisquios, bastante cercanos al origen del grupo del que hemos hablado antes: herbívoros pequeños y ágiles como Lesothosaurus. Los tres últimos son los interesantes

 Si les parece bien respetemos el orden en el cual los he enunciado y descendamos a los bosques y praderas cretácicas con el fin de hacer una visita social a los tireóforos, como llamaremos a partir de ahora a los miembros de Thyreophora








 Los tireóforos "decidieron" que el blindaje corporal era el mejor modo de defensa contra los depredadores (véase nota 1). Como es lógico no había un único modo de hacer esto, así que aquí nos encontramos con dos soluciones. La primera fue la de los estegosáuridos (Stegosauria), y consistió en desarrollar toda una batería de espinas y placas sobre el lomo. Kentrosaurus contaba con ambas características y por lo tanto nos servirá para ilustrar aquello de lo que estamos hablando.


Kentrosaurus. Con 4 metros de longitud era un estegosáuridos de tamaño medio. Vivió en la antigua Tanzania. Fuente: http://bryanmbrandenburg.com/kentrosaurus-aethiopicus/


 El fin de las puntiagudas espinas era obvio, pero las placas siempre han intrigado a los expertos. Como medida defensiva dejaban mucho que desear, entonces... ¿que pintaban ahí? Las únicas explicaciones que parecen tener algún sentido son, o bien que servían para regular la temperatura corporal a través de los vasos sanguíneos que se sabe las recubrían, o bien que lucían vivos colores útiles para encontrar pareja (en ese sentido los machos estegosáuridos lo tenían más sencillo que sus homólogos humanos). Sea como fuera, los estegosáuridos contaban además con el "thagomizer" (véase nota 2), nombre informal con el que se conoce a la letal maza con pinchos que llevaban al final de la cola y de la cual se han encontrado marcas en caderas de carnívoros que fueron golpeados por ella. 

 No obstante, a pesar de su espectacular aspecto, a principios del Cretácico los estegosáuridos fueron eclipsados por su grupo tireóforo hermano, que triunfó desempeñando más eficazmente su mismo papel y les llevó de cabeza a la extinción (ningún estegosáurido llegó hasta el final de la era de los dinosaurios). Y es que si bien llenarse de placas y pinchos era una solución, otra, y lo cierto es que mucho más adecuada, era blindarse del todo, con coraza, pinchos y maza al estilo de un caballero medieval. Tal fue el camino escogido por el que pronto sería el único grupo de tireóforos sobre la tierra: Ankilosauria. No lo hicieron todo de golpe ni todos sus miembros igual. El rasgo principal de los anquilosaurios es su rígida coraza ósea, que cubría cola, lomo e incluso cabeza. Luego a partir de aquí encontramos dos tipos de armaduras. La familia de los nodosaúridos, además del sólido blindaje, desarrollaron unas poderosas espinas en los costados, de modo que no solo pudieran resistir las dentelladas de sus depredadores, sino además revolverse mortalmente contra ellos. Algunos nodosaúridos añadieron además una suerte de grandes "escudos" sobre la cadera. En general los nodosaúridos eran los que poseían un blindaje más pesado y espectacular. Por otro lado sus hocicos eran estrechos, lo cual indica una alimentación vegetariana especializada que les evitaba competir con otros herbívoros ramoneadores. Quizá Polacantus y Sauropelta sean, cada cual a su manera, los mejores embajadores que podamos encontrar para describir la variedad de características de los nodosaurios.


Polacanthus. Por algún razón en el esquema que aporto sobre los tireóforos se decide incluirlo en un punto indefinido entre anquilosaúridos y los nodosaúridos. Llama la atención la coraza que lleva sobre la cadera, y que casi parece un parche. Alcanzó hasta 5 metros de longitud y vagó por los bosques y selvas del viejo archipiélago europeo.
Fuente: 
http://prehlife.weebly.com/masato-hattori.html

Sauropelta. Midiendo entre 5 y 8 metros de longitud, sus terribles espinas no debían de convertirlo en una presa fácil. Vivió en Norteamérica.


 No obstante hubo una segunda familia de anquilosaurios que fue aún más lejos y que da nombre a todo el grupo: Ankylosauridae, anquilosaúridos para los amigos. Aquí el blindaje siguió siendo completo, cubriendo en ocasiones incluso las pestañas del animal, aunque se aligeró un poco y dejó de incluir púas tan espectaculares como las de los nodosaúridos. Mientras que los nodosaúridos confiaban en una defensa principalmente pasiva, contando con sus pinchos y sus gruesas corazas, los anquilosaúridos fueron partidarios de que un buen ataque es la mejor defensa y para ello dispusieron de una poderosa maza al final de la cola. Compuesta de dos nudos óseos grandes y duros como rocas, al ser blandida por la musculosa cola de estos animales dejaba en ridículo a las cachiporras medievales. Un impacto de este arma y el fémur de un carnívoro podía quedar hecho añicos. Estos auténticos tanques biológicos contaron con una amplia gama de tamaños, desde los tres metros para los más pequeños a los once para los titanes del grupo. Contrariamente a los nodosaúridos, los anquilosaúridos tenían hocicos más anchos, indicando una alimentación más generalista y por lo tanto no compitiendo directamente con ellos.


Euplocephalus. Es el anquilosaúrido mejor estudiado hasta la fecha, habiéndose hallado hasta 40 fósiles del mismo en norteamérica, entre ellos 15 cráneos. Se descubrieron incluso las losas móviles de hueso que protegían sus párpados. Medía 6 metros.
 Fuente: http://www.daz3d.com/gallery/images/31928/


Tarchia (izquierda) vrs Tarbosaurus (derecha). Ambos titanes compartieron época y territorio en la vieja Mongolia. Tarchia medía unos 9 metros, y lo cierto es que el blindaje y tamaño de los anquilosaúridos más grandes parecía corresponderse exactamente con un medio para defenderse de los terribles tiranosaúridos, tales como Tarbosaurus. Como prueba de ello, se descubrió un cráneo de Tarchia con marcas de heridas de un gran depredador, probablemente de un tiranosaúrido. Curiosamente las heridas parecían haberse curado, lo que indica que después de todo la coraza y la porra eran buenas defensas y el ejemplar de Tarchia sobrevivió al ataque. Fuente: http://carnivoraforum.com/topic/9891783/1/ 




 Maza de un Ankylosaurus (un anquilosáurido de hasta 11 metros de longitud que de hecho da nombre al grupo, su aspecto era similar a Tarchia).
 Fuente: Wikipedia.



 Precisamente la coraza que cubre la cabeza de estos animales consiguió que su cavidad craneana haya quedado bien conservada y nos haya llegado ilesa hasta el día de hoy. Su cerebro era bastante pequeño, indicando que nos encontramos con un animal lento, de pesados movimientos. Por otra parte las fosas nasales estaban especialmente desarrolladas, lo cual apunta a que el olfato era su sentido principal, así como a la circunstancia de que probablemente vivían en ambientes muy secos que requerían de un sistema para humidificar el aire que entraba en sus pulmones. Una buena nariz, un pesado blindaje y la inteligencia mínima para alimentarse, reproducirse y repeler a los depredadores, eso fue todo lo que los anquilosaúridos necesitaron para convertirse en un grupo de éxito que sobrevivió hasta el mismo final de todos los dinosaurios (cuando llegó algo de lo cual ninguna coraza podía protegerte). 



Tras asistir a la culminación de los tireóforos, pasemos ahora al siguiente grupo: Marginocephalia. Este extraño nombre tiene un significado aún más desconcertante: "cabezas con reborde". Pero en el momento en el que nos detenemos a observar el rasgo común de todos sus miembros comprobamos cual es su sentido. Si bien el anterior grupo optó por el blindaje más o menos integral, los miembros de Marginocephalia se especializaron en acorazar únicamente sus cabezas. Pero no de cualquier manera. Una vez más a la evolución le gusta doblar las apuestas y nos encontramos con dos subgrupos de dinosaurios con la cabeza bien dura, los paquicefalosaurios (alias cabezas de yunque) y los ceratópsidos (escudo óseo y cuernos).




 La opción de los paquicefalosaurios fue la más simple pero también la más desconcertante: sus cráneos adquirieron un grosor fuera de lo normal, casi como si se hubieran convertido en arietes con patas. En ocasiones, para hacer las cosas aún más raras, la gruesa bóveda craneal iba acompañada de pinchos. 

Pachycephalosaurus. Con ocho metros de longitud era el más grande de todo el grupo, lo cual es un buen motivo para que le de nombre. La embestida de un ariete viviente de semejantes proporciones podía hacer fosfatina a todo aquello que tuviera delante. Era norteamericano.
Fuente: http://www.dkfindout.com/uk/dinosaurs-and-prehistoric-life/dinosaurs/pachycephalosaurus/


Dracorex hogwartsia. El nombre del género significa "rey dragón", y el de la especie hace referencia (lo crean o no) a la escuela Howgarts de Magia y Hechicería de los libros de Harry Potter. Esto último fue posible gracias a la petición de los niños norteamericanos que visitaron el museo donde se exhibió el cráneo de esta criatura y a quienes recordó a uno de los dragones que aparecen en esa obra de ficción. Este dinosaurio medía tan solo unos 3 metros de largo, pero su aspecto grotesco bastaba para provocarte un infarto antes siquiera de que pudiera arremeter contra ti.
Fuente: 
http://de.drachen.wikia.com/wiki/Dracorex


Stygimoloch. La rareza del nombre compite con la del propio animal. Sus dimensiones eran similares a las de Dracorex.
Fuente:  http://masahatto2.p2.bindsite.jp/pg178.html

Cráneo de Stygimoloch. Me pregunto cual debe de ser la cara que se le queda a uno cuando está buscando fósiles y desentierra algo así.

NOTA: Distintos análisis de la ornamentación craneana han sugerido que tanto Dracorex como Stygimoloch pudieron ser formas juveniles de PachicephalosaurusFuente.




¿Cual era el propósito de tales cabezas? ¿Qué modo de vida tenían estas criaturas? Lo cierto es que estos animales son todo un rompecabezas, nunca mejor dicho. La hipótesis tradicional dice que los paquicefalosaurios se comportaban como las actuales cabras, peleando entre sí a cabezazos para ver que macho era realmente más macho. En favor de esta teoría se han descubierto múltiples lesiones en sus cabezas, algunas por culpa de heridas que se infectaron posteriormente. Sin embargo hay dos cosas que fallan. La primera es la forma misma de los cráneos. Fíjese en ellos el lector: son redondeados. Esto significa que un choque frontal es algo bastante dificil, lo más probable es que un casco óseo resbalase sobre el otro y ambos animales terminasen en el suelo para mayor mofa de las hembras y los otros machos rivales. Por otro lado, el choque de una cabeza blindada contra otra sería tan violento que muy posiblemente causase lesiones cervicales a los implicados. Tomen nota los lectores de que uno de los rasgos más definitorios de casi todas las especies de dinosaurio, incluyendo a los paquicefalosaurios, es su cuello en forma de "S", configuración poco capaz de absorber un fuerte impacto. ¿Entonces? El único consenso entre la mayor parte de los investigadores es que de algún modo usaban el cráneo para combatir. ¿Cómo? Tal vez cargando contra el costado de sus rivales, o incluso contra sus depredadores. Fuera como fuera, el costo energético y evolutivo de sus cabezas blindadas debía de amortizarse de alguna forma. En lo que si que parece ser que se asemejaban a las modernas cabras es en que los paquicefalosaurios bien pudieron ser habitantes de las zonas montañosas (véase nota 3). A menudo sus cráneos se han descubierto muy deteriorados y con escasos indicios del resto del cuerpo, lo cual apunta a que el animal quizá pudo despeñarse y finalmente solo su cráneo, la parte más resistente, pudo llegar rebotando hasta un río donde sería arrastrado y fosilizado en el barro. Pero hasta el momento todo lo que podemos comentar sobre los paquicefalosaurios son solo teorías, incluso se ha aventurado que sobre el casco óseo podían haber desarrollado un amplio cuerno de piel endurecida que nunca hubiera llegado a fosilizar. Por el momento el misterio continúa.




Fuese como fuese su estilo de vida, no serían los paquicefalosaurios quienes se llevasen el premio a la cabeza más espectacular. Esa distinción es para sus hermanos marginocéfalos: los ceratópsidos. 




Los ceratópsidos son conocidos por el público en general como los "dinosaurios con cuernos". Si bien tal definición puede tener que ver con las especies más avanzadas, el origen del grupo parte de animales mucho menos espectaculares, tales como Psittacosaurus. Su nombre significa "lagarto loro" y se refiere a su pico, que efectivamente se parece al de un loro. Antes que ninguna cresta o cuerno, este fue el primer rasgo de los ceratópsidos en aparecer: el pico.



 
Psittacosaurus. Más que un ancestro directo de los ceratópsidos avanzados, parece que fue una rama lateral primitiva. Las cerdas de la cola fueron descubiertas en el yacimiento chino de Liaoning, famoso por el elevado nivel de detalle de sus fósiles. Lo cierto es que estas cerdas recuerdan a las protoplumas de algunos dinosaurios carnívoros, siendo su función un misterio, tal vez sirvieran para el camuflaje o la exhibición. El resto de su piel estaba compuesto de grandes escamas, que también se han podido estudiar. Este animal medía alrededor de dos metros y se desplazaba la mayor parte del tiempo en posición bípeda, a diferencia de sus descendientes.



Otro género, Archaeoceratops, dará un paso más en la evolución del grupo, mostrándonos el comienzo de la proyección parietal que cubrió la nuca de estos dinosaurios. Tanto Archaeoceratops como Psittacosaurus se descubrieron en Asia (China), indicándonos que este fue el origen de los ceratópsidos, aunque luego algunos de ellos se extendieron por Norteamérica.


Arcaeoceratops. Era más pequeño que Psittacosaurus, con solo un metro de longitud. En este caso las cerdas de la cola no parecen estar confirmadas, aunque dado su parentesco con Psittacosaurus, bien pudo disponer de ellas. Fuente: http://masahatto2.p2.bindsite.jp/pg112.html
























Todavía sin movernos de Asia, avancemos otro trecho más en la evolución de los ceratópsidos. Nos encontramos ahora con Protoceratops, uno de los géneros más recurrentes en las búsquedas de fósiles llevadas a cabo hasta ahora en el desierto de Gobi, en Mongolia. Se han encontrado tantos restos de este animal que los expertos piensan que debía de vivir en enormes manadas que se desplazaban pastando y acabando con todo vestigio de vegetación que pudieran encontrar por aquella árida región. Sus fuertes mandíbulas, rematadas en un afilado pico, debían de proporcionarle una mordida bastante poderosa, suficiente para cortar y masticar la dura vegetación del desierto, pero también para enfrentarse con éxito a los depredadores, como nos muestra el fósil en el cual un Protoceratops aparecía mordiendo el brazo de un Velociraptor en una épica lucha de la cual ninguno sobrevivió (véase capítulo anterior). Pese al espectacular e incluso amenazador aspecto que le daba su cabeza desproporcionadamente grande, provista ya de una larga proyección parietal, este animal aún era pequeño, con no más de dos metros de longitud (véase nota 4).



Protoceratops, en algún lugar de la Mongolia de finales del Cretácico. Fuente: http://www.deviantart.com/tag/protoceratops
  
 Y de este modo llegamos a la cúspide del desarrollo de los ceratópsidos, a los verdaderos "dinosaurios con cuernos" que todo el mundo conoce. No obstante la variedad de combinaciones de cuernos y prolongaciones parietales diferentes es tan amplia que nos volveríamos locos (más aún) tratando de nombrar todas ellas. Por fortuna Wikipedia ya había pensado en ello y nos proporciona este maravilloso cuadro, obra de un tal Danny Cicchetti, a quien agradecemos su dedicación a la causa.



1 = Spinops2 = Diabloceratops3 = Centrosaurus; 4 = Sinoceratops;  5 = Avaceratops; 6 = Albertaceratops; 7 = Styracosaurus;  8 = Rubeosaurus; 9 = Nasutoceratops; 10 = Pachyrhinosaurus 11 = Achelousaurus; 12 = Einiosaurus; 13 = Chasmosaurus russelli 14 = Chasmosaurus belli; 15 = Agujaceratops; 16 = Eoceratops 17 = Mojoceratops; 18 = Vagaceratops; 19 = Kosmoceratops;  
20 = Utahceratops; 21 = Coahuilaceratops; 22 = Bravoceratops;  23 = Titanoceratops; 24 = Pentaceratops; 25 = Tatankaceratops; 26 = Ojoceratops; 27 = Torosaurus; 28 = Triceratops. 


(Atención especial al nombre del nº 17, el nº 2 tampoco está mal).






A poco que se fije el lector en los diferentes dibujos, seguro que es capaz de dividir a todos los géneros en dos categorías distintas ¿lo adivina el lector? Aquí va la solución: por un lado están aquellos ceratópsidos con una prolongación parietal larga, y luego los otros con una mucho más corta (da igual si no había caído en ello, solo con continuar leyendo estas líneas ya merece mi respeto). Debo de admitir que esta división se la han inventado los paleontólogos para poner un poco de orden, pero no se sabe hasta que punto tiene sentido desde el punto de vista del árbol genealógico de estos seres, aunque en general se tiende a pensar que las proyecciones parietales largas corresponden con géneros más evolucionados y tardíos. Para hacerles justicia a continuación visitaremos a ceratópsidos de ambos tipos.

Diabloceratops, con ese satánico nombre no podía dejar de aparecer aquí. Perteneció al grupo de ceratópsidos que "hicieron las américas" desde Asia. Medía unos 6 metros y pertenecía al tipo de la proyección parietal corta.

Torosaurus. Este dinosaurio descubierto en Texas tenía el récord tanto a los cuernos más largos como a la proyección parietal más enorme, de hasta dos metros de largo y que probablemente usaba para intimidar a sus enemigos. Midiendo un total de 8 metros y pesando unas 6 toneladas, encontrarse a este monstruo cargando contra uno debía de bastar para que cualquiera de nosotros manchase los pantalones. Fuente


Grupo de Styracosurus forman en línea frente a un Daspletosaurus (un pariente del Tiranosaurus Rex). Con los seis cuernos de su proyección parietal (corta) y el cuerno largo de su hocico, Styracosaurus es uno de los ceratópsidos más espectaculares. También vivió en américa, midiendo algo más de 5 metros.


Pentaceratops. En los ceratópsidos con proyección parietal larga, esta tenía que aligerar peso por medio de amplias "ventanas". Medía hasta 6 metros de largo y como los anteriores fue un dinosaurio americano. Fuente



Centrosaurus. Se han encontrado los restos de miles de individuos de este género que perecieron mientras presuntamente cruzaban un río en mitad de una crecida, algo que nunca suele ser una buena idea.
 Fuente: http://www.dinosaurier-info.de/animals/dinosaurs/pages_c/centrosaurus.php



Si tenemos que comparar el estilo de vida de los grandes ceratópsidos con el de un animal moderno, un buen ejemplo podrían ser los búfalos. Ambos eran grandes, su embestida temible y vivían en amplias manadas que se desplazaban de un lado a otro en busca de nuevos pastos. En Alberta, una de las provincias del oeste de Canadá, se descubrió uno de esos yacimientos que logran hacer que se les caiga la baba a los paleontólogos. Allí, al poco de hincar la pala en el suelo, se descubrieron los huesos de miles de individuos de Centrosaurus (véase la última foto). Había ejemplares de todas las edades y complexiones, y todos acabaron igual: ahogados en un río y enterrados en el barro, en donde sus restos se fosilizaron hasta ser descubiertos por nosotros, incluyendo fragmentos de la piel, que demostró estar compuesta de gruesas escamas.
Piel de Centrosaurus. Fuente.



Al parecer todo un ejército de estos dinosaurios tomó la desafortunada decisión de intentar vadear un caudaloso y turbulento río en plena crecida. Tales aventuras no suelen salir bien y lo cierto es que la fuerte corriente se los llevó a todos por delante, o esta es al menos la única explicación que tiene sentido para los expertos que desenterraron el descomunal cementerio. Luego a partir de ahí el lector puede sentirse libre para enriquecer la escena con todos los detalles que quiera: dinosaurios carnívoros acosando a la manada por los flancos, cocodrilos cazando en el agua, un frenético caos fratricida desatándose entre los Centrosaurus, etc. Fuera cual fuera la causa y desarrollo de la masacre, gracias a ella tenemos uno de los testimonios fósiles más espectaculares sobre la era de los dinosaurios, todo un ejemplo del comportamiento gregario de algunos de estas criaturas.





 Catástrofe transformada en un espectacular yacimiento. Como suele decirse, no hay mal que por bien no venga.
 Fuente: http://scottsampson.blogspot.com.es/2010_04_01_archive.html



 Y al fin podemos terminar este capítulo visitando brevemente al último grupo que nos queda, Ornithopoda. 




 Los ornitópodos, pues así les llamaremos a partir de ahora, se convirtieron con el paso del tiempo en las máquinas perfectas de devorar vegetación de la era de los dinosaurios. Tanto fue así que casi provocaron la extinción de sus grandes competidores herbívoros, los dinosaurios de cuello largo (los saurópodos; efectivamente al final de la era de los dinosaurios solo sobrevivían unos pocos grupos de estos colosales animales, antaño comunes en todo el planeta). Los primeros ornitópodos eran dinosaurios de tamaño medio, más o menos ágiles. Pronto la evolución quiso que fueran incrementando sus proporciones y que su aparato masticador fuera volviéndose cada vez más potente. Ambos cambios tienen una explicación totalmente lógica: ser grande te protege de la mayor parte de los depredadores, y ser capaz de zamparte absolutamente cualquier tipo de planta, por dura y correosa que sea, te da una clara ventaja en la lucha por los recursos. Los iguanodóntidos, representados por el género Iguanodon, marcan un punto intermedio en esta tendencia evolutiva. Su tamaño empieza a ser masivo y sus baterías de muelas cada vez más especializadas. Iguanodon es un género de dinosaurio al que en general se tiene bastante cariño, pues fue uno de los primeros en ser descubiertos y la historia de sus primeras reconstrucciones, allá por el S. XIX, no tiene ningún desperdicio (véase y sobretodo disfrútese la nota 5).



Iguanodon alimentándose. Obsérvese la enorme garra del pulgar, que posiblemente usase como defensa. Este ornitópodo ya sobrepasaba los 10 metros de largo. Fuente: http://dinosaurios.org/iguanodon/


 A partir de aquí, la cosa fue a mayores (nunca mejor dicho) y aparecieron los hadrosáuridos, más conocidos por el público como "dinosaurios de pico de pato", y es que mientras que los ceratópsidos parecían tener pico de loro, los hadrosáuridos tenían un hocico que recuerda precisamente al pico de un pato, aunque evolutivamente no tuvieran absolutamente nada que ver (ni tampoco los ceratópsidos y los loros, ambos son casos de evolución convergente; desde diferentes orígenes se llega a la misma solución simplemente porque es la que mejor funciona para una tarea determinada, ya sean aletas, alas membranosas, dientes de sable, etc). 



 Si queremos describir rápidamente a este nuevo grupo, tres son las características que debemos de apuntar:



  •  La mayor parte de ellos era grande, entre el tamaño de una furgoneta y el de un autobús. 


  •  Poseían un "pico de pato" y una fuerte mandíbula dotada de varias hileras de muelas, que se reponían en cuanto se gastaban y que convertían en papilla hasta el brote de vegetación más peleón. 


  •  Muchos de los hadrosáuridos tenían o bien extrañas bolsas nasales cerca del pico o bien espectaculares crestas sobre la cabeza. Estas últimas alcanzaron todos los tamaños y formas que el lector pueda imaginar y más aún. 

 Unas pocas imágenes nos ahorrarán varios cientos de palabras, así que mejor paseemos por algunas praderas del Cretácico (aunque ninguna con hierba, las plantas herbáceas aún no se habían vuelto dominantes) y vayamos visitando uno por uno a los más curiosos hadrosáuridos junto con su breve ficha técnica y algunas curiosidades relativas a ellos.



 Una pareja de Parasaurolophus avanzan luciendo sus espectaculares crestas. Se sabe que las crestas de los machos eran más espectaculares que las de las hembras, quedando clara su función en el cortejo. Al principio se creyó absurdamente que las crestas funcionaban como "snorquel" y que estos seres eran acuáticos.
 Fuente: http://prehistoricpark.wikia.com/wiki/File:Parasaurolophus.jpg


   
 Más que como simple ornamento, la cresta de estos animales estaba hueca y servía para emitir ensordecedores bramidos que de seguro podían oírse a kilómetros a la redonda. Estudios computerizados realizados por el Museo de Historia Natural de México han demostrado que esta estructura sonaba más o menos de modo parecido a como lo haría un trombón. El propósito podía ser o bien coordinar diferentes manadas de este dinosaurio o quizá atraer a las hembras: a bramido de trombón más poderoso macho más deseado por las féminas de su especie.
Fuente: http://australianmuseum.net.au/image/hadrosaur-skull-cross-section




Corythosaurus casuarius (si se preguntan sobre el nombre de la especie, busquen imágenes de un casuario en la red).
Fuente: http://swordlord3d.deviantart.com/art/Corythosaurus-casuarius-214779794


Tsintaosaurus, un hadrosaurio chino encontrado cerca de la ciudad de Tsintao. Su extraña cresta ha sido muy difícil de reconstruir para los expertos. Según la enciclopedia que consulte el lector podrá ver una u otra versión (véase nota 6), esta que adjunto es la más reciente, obra del genial Masato Hattori. Fuente: http://prehlife.weebly.com/masato-hattori.html



Tsintaosaurus y su extraño cráneo, que tantos problemas ha dado a los expertos  a la hora de reconstruirlo (recuerdo, véase nota 6).
 Fuente: http://prehistoricbeastoftheweek.blogspot.com.es/2013/12/tsintaosaurus-prehistoric-animal-of-week.html

¿Un tumor? No, el cráneo de un Lambeosaurus. Fuente.
Reconstrucción de la cabeza de un Lambeosaurus. La forma de la cresta variaba en las diferentes especies de este género. 



Saurolophus. Se piensa que delante de la cresta contaba con una bolsa nasal que usaba para lanzar espectaculares bramidos. 



Cráneos de Saurolophus.
Fuente: http://lgpenguins.pbworks.com/w/page/89621966/Arthur



 Estos son efectivamente los hadrosáuridos, los herbívoros más comunes justo hacia el final de la era de los dinosaurios, y también los más exitosos de todos. Pastaban y forrajeaban en grandes grupos, llenando el aire con sus bramidos y arramblando con toda forma de vida vegetal que encontraran a su paso. Cuando los hadrosáuridos se empezaron a estudiar se pensó erróneamente que eran animales anfibios, usando su pico de pato para capturar algas e incluso algunas de sus crestas como snorquel (nos creemos que los científicos son gente seria y centrada, pero a veces tienen ideas tan peregrinas que les hacen merecedores de una buena colleja). Sin embargo hoy en día la certidumbre de que en realidad eran animales terrestres es casi total: sus patas estaban hechas para soportar no solo todo su peso, sino también largas caminatas por tierra. Además, sus baterías de muelas estaban especializadas en convertir plantas duras en fosfatina, habiéndose descubierto restos de brotes de correosas plantas terrestres asociadas a fósiles de hadrosáuridos. Finalmente queda el asunto de sus crestas, respecto de lo cual diremos simplemente que este tipo de dinosaurios llevaron muy lejos la idea de los ciervos y sus cornamentas, como se ha visto incluso con consecuencias musicales. Los hadrosáuridos fueron el cenit al que consiguieron llegar no solo los ornitópodos como clado, sino también Ornithischia como orden. 


 Pero los dinosaurios del cretácico no vivieron solos. En verdad convivieron con toda una serie de criaturas a cada cual más asombrosa, a alguna de las cuales les debemos nuestra existencia. Para visitarlas y aprender de ellas me remito al siguiente capítulo. En el ínterin reciba el lector un cordial saludo. 


Notas:



1) La evolución es ciega, solo selecciona aquello que funciona y permite a los individuos sobrevivir y reproducirse. Dado que la supervivencia sobre este planeta no es en absoluto una tarea sencilla, los diseños que terminan seleccionándose tras millones de generaciones suelen acabar resultando asombrosamente óptimos. Tanto es así que, para nuestra mente humana, parecen haber sido diseñados adrede. De igual modo también nos parece como si las especies escogieran adaptarse a tal o cual entorno. Yo suelo escribir en estos términos para que el texto sea más fluido y fácil de entender, pero el lector no debe de perder de vista que la evolución se mueve igual que los peones en el ajedrez, únicamente puede ir hacia delante (no por ningún designio en especial, solo debido a que las estadísticas favorecen mayoritariamente esa dirección, pues llega un punto en el cual perder complejidad merma las oportunidades de sobrevivir). 


2) Sobre el divertido origen de esta palabra, sígase este enlace:

  https://es.wikipedia.org/wiki/Thagomizer



3) Nuestro conocimiento acerca de los animales fósiles, como en este caso los dinosaurios, viene sesgado por las circunstancias que favorecen la fosilización y conservación de sus huesos. Debido a ello hay una tendencia a descubrir animales que vivían cerca de ríos, lagos o incluso mares, en cuyas orillas lodosas sus restos podían preservarse fácilmente, en ocasiones incluso la piel o las plumas. En cambio aquellos que habitaban en el interior o en las zonas montañosas nos lo ponen más difícil. Casos afortunados como cráneos de paquicefalosaurios que se despeñaron hasta acabar en ríos o habitantes del desierto sepultados por la arena arrojan un poco de luz sobre localizaciones por lo general poco conocidas por los paleontólogos. 




4) Se piensa que la figura del grifo mitológico puede haberse originado a raíz de restos de Protoceratops hallados por los pueblos nómadas de los desiertos y las estepas, como por ejemplo los escitas, quienes buscaban oro en las regiones donde hoy hemos encontrado los fósiles de estos dinosaurios. El mito pasaría posteriormente a los griegos, y de ahí a la tradición occidental. Según Wikipedia "los grifos son descritos como cuadrúpedos del tamaño de un león, con enormes garras y un pico similar al de aves rapaces, que ponían sus nidos en el suelo". Curiosamente junto a los restos fósiles de Protoceratops también suelen abundar nidos con sus huevos. Algo similar puede haber ocurrido con la mitología china referida a los dragones.

Grifo mitológico.





5) Iguanodon, junto con Megalosaurus e Hylaeosaurus fue uno de los tres miembros fundadores del superorden Dinosauria. Al principio, dado el parecido de sus dientes con los de una iguana, se creyó que era en efecto una de estas últimas, y de ahí su nombre, que significa "diente de iguana". Habilitado como dinosaurio gracias a Richard Owen, descubridor y creador de Dinosauria, se lo reconstruyó como un enorme y aparatoso lagarto, misteriosamente similar a una iguana. Junto a los huesos y dientes de Iguanodon se halló un misterioso "pincho", que se pensó que era un cuerno. Y así surgió la imagen del aberrante lagarto gigante cornudo que les dejo a continuación.

 
Iguanodones expuestos en el Cristal Palace de Londres, según como se entendía que eran los dinosaurios allá por el S.XIX.
Fuente: https://archosaurmusings.wordpress.com/page/28/

 Posteriormente nuevos hallazgos sugirieron que el animal era bípedo y que el enigmático pincho en realidad era una garra que llevaba en cada pulgar. Sin embargo no se sabía muy bien el modo en que un animal semejante podía caminar sobre dos patas, hasta que llegó Louis Dollo, un paleontólogo belga que inspirándose en el ualabí (una especie de canguro enano) entendió que Iguanodon se apoyaba en realidad a modo de un trípode, es decir, sobre tres extremidades: las dos piernas y la cola (absténgase el lector de realizar chistes obscenos). No obstante cuando Dollo intentó realizar su montaje de los huesos descubrió que la cola del Iguanodon no podía doblarse como la de un ualabí.
Ualabí. Fuente.
¿Echar por la borda una teoría exitosa por una minucia semejante? ¡Ni hablar! Así que Dollo simplemente rompió las vertebras de la cola y asunto resuelto. Cuando se descubrió el engaño, la imagen del Iguanodon-ualabí ya estaba firmemente asentada en la mente de los científicos. Por fortuna no se dejó estar semejante herejía y nuevas investigaciones consiguieron arrojar luz sobre el asunto y crear la precisa imagen moderna que tenemos hoy en día sobre este histórico dinosaurio y que se ilustra en este blog, en la cual Iguanodon es un cuadrúpedo con la posibilidad de correr sobre sus dos patas traseras en el caso de ser preciso, y cuya cola se eleva rígida como contrapeso del resto del cuerpo, al igual que en el caso de los demás dinosaurios.

Iguanodontes en un museo de Bruselas, adoptando aún la posición forzadamente bípeda que les hizo sufrir Dollo. Imagino que los mantienen así por motivos históricos, al igual que el Diplodocus del Museo de Historia Natural de Madrid, que arrastra tristemente su enorme cola (no la cola en la que algunos lectores perturbados piensan, la otra).


Reconstrucción moderna de un Iguanodon. Fuente: http://www.senckenberg.de/root/index.php?page_id=1512


 6) Al principio se intentó reconstruir el cráneo de Tsintaosaurus con la "púa" apuntando hacia delante. Sin embargo, era una imagen tan grotesca que un grupo de paleontólogos decidieron que la naturaleza después de todo no podía tener tan mal gusto y que esa extraña púa, cresta o lo que fuera debía de ir en otro sitio, de hecho se pensó que era... ¡Una astilla de hueso colocada fuera de lugar! La penúltima revisión rehabilitó a dicha astilla en su estatus de cresta-púa. Finalmente en 2013 un nuevo estudio le otorgó una colocación algo más racional, especulando con que podría ser el soporte de algún tipo de estructura o bolsa compleja, probablemente sonora. ¿Que nos deparará el futuro? ¿Era en realidad esta cresta una antena emisora de wifi? Habrá que estar atentos a nuevas noticias. 


 Reconstrucción a lápiz del aspecto del Tsintaosaurus a lo largo del tiempo. Claramente el que no tiene cresta es el que luce más triste, mientras que el que la ha recuperado parece especialmente feliz.
Fuente: http://prehistoricbeastoftheweek.blogspot.com.es/2013/12/tsintaosaurus-prehistoric-animal-of-week.html





Webgrafía:


University of Maryland, department of geology. 





Bibliografía: 


Enciclopedia Ilustrada de los Dinosaurios y otros Animales Prehistóricos. Dougal Dixon, Ediciones Omega. 

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